El modelo en cuestión gozará de una aerodinámica mejorada, con nuevo splitter delantero, un difusor posterior rediseñado y una aleta tipo tiburón como las que llevaban los Fórmula 1 hace un par de temporadas. A esto se le añade un alerón posterior de gran tamaño que trabajará de manera conjunta con el ventilador trasero y que genera una potencia de downforce o empuje vertical contra el suelo que supera los 1.500 kg. Con esto, y en palabras del propio Murray, el coche podría ser conducido boca abajo a una velocidad de 282 km/h.
890 kg, más ligero que un Lotus Elise
Con este nuevo ADN de competición enfocado a las pistas, el interior ha sido despojado de casi todo lo que traía el T.50 normal. Esto incluye el aire acondicionado, la instrumentación, el sistema de infoentretenimiento, los compartimentos de almacenaje y las alfombrillas. Además de esto, el modelo con tres asientos pasa ahora a tener dos, situándose el del acompañante solo en el lado izquierdo. El coche tendrá también un volante en carbono de inspiración F1. Gracias a la eliminación de esta serie de elementos el coche se queda en un peso de 890 kg, lo que es menos que un Lotus Elise y 94 menos que el T.50 corriente.
En cuanto a la potencia, esta viene dada de un motor V12 de 3,9 litros atmosférico, que ha sido modificado ligeramente. Además, el motor gana 30 caballos más de potencia por que se ha montado una toma de aire de mayor tamaño en el techo, lo que hace que la potencia total sea de 730 CV. También se añade una caja de cambios automática que sustituye la palanca central por unas levas tras el volante.
Las nuevas llantas son de magnesio y los frenos carbocerámicos Brembo cuentan con pinzas delanteras de seis pistones en la zona delantera y cuatro en la trasera.
La producción del mismo estará limitada a 25 unidades, habiéndose vendido ya la mitad a pesar de su elevado precio: 3,4 millones de euros.
