En un control de alcoholemia lo que la DGT busca es inmovilizar a aquellos conductores que suponen un riesgo para ellos mismos y los demás usuarios. Y es que pese a los avances tecnológicos, las conductas no se modifican, y en algunos casos se acentúan hacia una gravedad y riesgo escalofriantes.
Avances científicos, como los asistentes a la conducción, los sistemas de seguridad activa y pasiva, coches mas modernos y seguros, no eliminan de la ecuación, cuando se produce un accidente, al propio conductor. Es lo que no cambia nunca.
El ser humano nunca ha sido de hierro
Hay un factor en la conducción que nunca cambia estructuralmente. El ser humano, sigue siendo frágil. No hay evolución en la estructura fisiológica del cuerpo humano, ni aleaciones, ni variaciones genéticas, que ante un impacto con el coche hagan de ti un ser indestructible. La única herramienta eficaz para paliar estos daños, que se producen en los accidentes, es aquilatar la conducta cívica y prevenirlos.
Conducir bajo los efectos del alcohol esta presente en un nuero demasiado importante de los siniestros con victimas mortales. La merma de facultades por intoxicación, incrementa el riesgo de tal circunstancia. Por ello la DGT es estricta con esta actitud de conductores acostumbrados a beber y conducir. Es la justificación para poner en marcha, especialmente en fechas señaladas como las que se avecinan, campañas de control y concienciación, en donde principalmente se vigila que los usuarios no se muevan en coche cuando han bebido.
