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Todos los secretos que encierra un radar de velocidad de la DGT

Los radares de la DGT son uno de los mecanismos más temidos por los conductores, tanto por los que cumplen rigurosamente las normas, como por los que se saltan el límite de velocidad a la ligera. Nadie está libre de tener un despiste y llevarse como suvenir de su viaje una multa de velocidad.

Pese al gran debate que generan estas herramientas de control, los conductores saben muy poco sobre su funcionamiento real y su historia. Hoy ha llegado el día de conocer más acerca de estas temidas herramientas de la Dirección General de Tráfico (DGT).

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Diferencias entre cinemómetro láser y óptico

radar

Para su funcionamiento el cinemómetro de láser utiliza un láser infrarrojo, que emplea una frecuencia de 33 MHz y una longitud de onda de 904 nm. Este láser topa con el coche y refleja un pulso de luz que vuelve al cinemómetro. El aparato mide el tiempo y el intervalo de pulsos para determinar la velocidad a la que circulaba dicho automóvil.

Los cinemómetros ópticos cumplen el mismo propósito pero con un mecanismo diferente. Los radares ópticos emplean haces de luz en la región visible e infrarroja del espectro electromagnético. En base al reflejo de la luz o de los intervalos que se producen entre las interrupciones de los haces, provocadas al atravesar al vehículo, son capaces de medir la velocidad a la que viaja cada coche.

Aparte de los anteriores, también existen los cinemómetros de sensor. Este tipo de radar funciona gracias a unos cables conectados a bandas piezoeléctricas que se extienden sobre el asfalto. Al pasar por encima el vehículo, produce una precisión sobre la banda, que transmite unos impulsos que revelan su velocidad.