La duda que invade a todo conductor cuando adquiere un coche, tiene que ver con la fiabilidad y las posibles averías. Como supone una inversión, nos preocupa este aspecto por lo que una avería inesperada pueda afectar a nuestra economía. Si bien es cierto que los fabricantes invierten gran parte de sus presupuestos en garantizar la perfección mecánica, también lo es que se han dado casos de averías sistémicas por defectos de fabricación, que por otro lado siempre se resuelven.
Unas revoluciones de motor adecuadas siempre
Uno de los malos hábitos al conducir o ponerse al volante, esta relacionado con el régimen de vueltas al que sometemos el motor en distintas situaciones. Las revoluciones adecuadas para según que necesidades o momentos de la conducción, optimizan el rendimiento del motor y lo preservan del desgaste inconsciente pero seguro, pudiendo evitar averías serias, cual enfermedad silenciosa.
Los sistemas de anticontaminación necesitan de un motor revolucionado en la medida y nivel justos para que entren en funcionamiento. Por ello si conducimos con un bajo rendimiento de vueltas, no se activaran y la acumulación de depósitos de la combustión (carbonillas y partículas pesadas) se hace palpable, los cuales pueden generar problemas con el tiempo.
Por el contrario, y con el motor frio, revolucionarlo de manera excesiva, genera un sobresfuerzo del que el motor puede salir dañado al no haberse obtenido la temperatura y viscosidad en los lubricantes, que protegen las piezas mecánicas responsables de la automoción.
