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Nos montamos en el Citroën C3 Aircross

Sin duda, la parcela de mercado que más crece en Europa tiene como protagonistas a los llamados B-SUV, modelos de tamaño utilitario con una carrocería más alta y de estilo crossover. Ahí encontramos vehículos como el Nissan Juke, el Peugeot 2008 o el Renault Captur, por citar los de mayores ventas en nuestro país, pero la relación de inscritos crece a todo ritmo, y este año recibiremos, por ejemplo, dos representantes coreanos (el Hyundai Kona y el Kia Stonic), además del Seat Arona, derivado del nuevo Ibiza, o el Volkswagen T-Roc, derivado del inminente nuevo Polo.

Y Citroën, que hasta ahora se centraba más en la vertiente monovolumen con su C3 Picasso, cambia de tercio y se pasa al universo SUV, ahora tan boyante. De ahí que el complemento por arriba del nuevo C3 no sea ya un monovolumen, sino un SUV de 4,15 metros de largo, 1,76 de ancho y 1,64 de alto (incluyendo las barras del techo) que se fabricará en la planta de Opel de Zaragoza como el Crossland-X de la marca alemana, que también desembarca en breve y con el que comparte plataforma (la distancia entre ejes es de 2,60 metros) y mecánica.

Presencia de SUV

Pero el C3 Aircross tiene personalidad propia, y se identifica claramente con otros productos recientes de la firma francesa, como el C4 Cactus, el nuevo C3 o el C5 Aircross presentado hace pocas semanas en Shanghai y que desde la segunda mitad de 2018 competirá en Europa (en China se venderá mucho antes) con Hyundai Tucson, Nissan Qashqai, Seat Ateca y compañía. Y eso a pesar de que los diseñadores, liderados por Alexandre Malval, han preferido prescindir esta vez de los característicos Airbump de protección lateral, y que bien de serie o en opción sí ofrecen sus hermanos antes citados. Según la marca, recargaban en exceso una imagen que ya es suficientemente SUV gracias a los cortos voladizos frontal y trasero, los 17,5 centímetros de altura libre al suelo, los pasos de rueda 'redondos cuadrados' muy destacados, la elevada cintura de la carrocería, las protecciones inferiores en la parte delantera y en la zaga, las barras de techo o el corto capó del motor.

Y lo cierto es que, en vivo, el C3 Aircross tiene presencia de SUV, e incluso parece más voluminoso de lo que sus 4,15 metros podrían hacer pensar. Sensación de volumen que prosigue cuando abrimos cualquiera de sus puertas, pues hay muchísimo espacio y, más importante si cabe, una destacable versatilidad. Citroën defiende que es el modelo más espacioso y modulable de su clase, y a la espera de un estudio más detallado no seremos nosotros quienes lo pongamos en duda.

Delante se ha suprimido la consola central habitual en favor de un tablero flotante de diseño más convencional y acertado que el del C4 Cactus. Y la guantera principal es enorme, sólo un ejemplo de la generosidad con que la firma del doble chevrón ha distribuido huecos por el habitáculo para colocar cosas: bolsas en las cuatro puertas, revisteros en los dos respaldos… Hay libertad de movimientos y los asientos son muy cómodos, y si pasamos a la segunda fila la amplitud sigue siendo nota característica, pues hay hueco para las piernas y mucho espacio bajo las banquetas para colocar los pies, la anchura es más que correcta y la altura es suficiente, aunque la unidad analizada, dotada de techo panorámico acristalado, recortaba un poco la cota al techo detrás, de modo que los pasajeros de más de 1,85 podrían rozar. Sin techo acristalado se ganarán, sin duda, unos centímetros decisivos.

Un maletero amplio y aprovechable

Pero las buenas noticias no acaban ahí, pues aún nos quedan otras sorpresas como un maletero de formas regulares y aprovechables que anuncia 410 litros de capacidad (tiene un suelo que podemos colocar a dos niveles), y que alcanza la friolera de 520 litros si avanzamos por completo la banqueta trasera, desplazable hasta 15 centímetros. Además, el respaldo posterior puede fijarse en cinco inclinaciones diferentes y ofrece división 40:20:40 para ampliar su volumen, alcanzándose los 1.293 litros con las plazas de la primera fila en uso. Por último, el asiento del acompañante delantero también permite abatir su respaldo, de modo que podremos transportar objetos de hasta 2,40 metros de largo.

En cuanto a la calidad general, el C3 Aircross parece bien hecho en general, pues el salpicadero se reviste parcialmente en tela mullida (o en piel si elegimos las versiones superiores de las cinco alternaivas existentes), los asientos son firmes, cada mando tiene buen tacto y las puertas cierran con un sonido contundente pero amortiguado. Si acaso, nos ha llamado la atención la existencia de algunos bordes vivos en piezas plásticas (no rebabas, sino aristas algo ?agresivas?), como al abrir la guantera.

De la insonorización no podemos hablar porque la presentación en París fue estática, pero Citroën también destaca esa virtud para señalar el confort como una de las cartas de presentación del C3 Aircross. Y otra es el completo equipamiento: las unidades presentadas montaban control de descenso de pendientes, sistema Grip Control de motricidad optimizada con cinco modos de conducción y elevalunas eléctricos en las cuatro puertas.

Y como ocurre en el nuevo C3, la personalización será piedra angular del C3 Aircross, pues entre pinturas de carrocería, techos y complementos serán 90 las combinaciones estéticas posibles, más los cinco acabados interiores antes citados.

La variedad de la gama tiene que ver también con la parte mecánica, pues en nuestro continente (el C3 Aircross se venderá en casi todo el planeta, totalizando 96 países) habrá seis alternativas posibles: cuatro tricilíndricos 1.2 de gasolina (Puretech 82 con caja manual de cinco marchas, Puretech 110 con cambio manual de cinco relaciones o con el automático EAT6 de seis, y Puretech 130 con transmisión manual de seis velocidades) y dos diésel 1.6 de cuatro cilindros (BlueHDi 100 con caja manual de cinco marchas y BlueHDi 120 con cambio manual de seis).