La evolución de las tecnologías de seguridad se vale cada vez más de sensores, radares y cámaras para supervisar constantemente no solo el funcionamiento del vehículo, sino también el tráfico y el entorno que le rodea, y así avisar al conductor de posibles peligros y, si es preciso, controlar los frenos, la dirección o la aceleración para ayudar a evitar o mitigar accidentes.