Vaya por delante una mala noticia, y es que de nuestros tres protagonistas sólo podrás comprar en España uno: el Mustang. Con buen criterio, Ford decidió que la última generación lanzada sí estuviese disponible en nuestro continente (ninguno de sus predecesores llegaron a Europa de forma oficial), de manera que por 43.450 euros te puede llevar a casa todo un Mustang Fastback de 4,79 metros con motor 2.3 EcoBoost turboalimentado de 290 CV, tracción trasera, caja de seis marchas, cuatro discos ventilados, enormes neumáticos 255/40 sobre llantas de 19 pulgadas y capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 5,8 segundos o alcanzar los 233 km/h. Y si lo queremos aún más exclusivo podemos seguir dos caminos: el primero, optar por la carrocería Convertible que eleva el precio 4.000 euros pero no lo aleja aún de lo que muchos estarían dispuestos a pagar por un descapotable de capricho; el segundo, apuntar más arriba en términos prestacionales y elegir una versión GT con motor V8 5.0 de 450 CV, ya con 249 km/h de velocidad punta o aceleración de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos, alternativa que por sus 50.200 euros aún queda lejos de las estratosféricas facturas de los deportivos europeos con potencias análogas.
Pero, dicho eso, será bueno puntualizar que el auténtico Muscle Car de la gama Mustang tampoco se encuentra a la venta en Europa, pues por ahora no cruza el Atlántico ninguna de las versiones Shelby, las más radicales en la oferta de Ford y que se coronan con un GT500 espectacular. El Mustang Shelby GT500, que arranca en Estados Unidos en 72.900 dólares (al cambio, menos de 67.200 euros), equipa un motor V8 5.2 sobrealimentado con un compresor volumétrico que rinde 760 CV a 7.300 recoluciones por minuto y 86,4 mkg de par máximo a 5.000 vueltas. Recurre a una caja automática Tremec de doble embrague y siete velocidades con levas en el volante, mantiene evidentemente su tracción a las ruedas traseras y recibe de serie llantas de 20 pulgadas que, en opción, pueden ser de fibra de carbono, homologadas para su uso en competición. Y los frenos, con discos delanteros de 420 milímetros y traseros de 370, vienen firmados por Brembo, toda una garantía.
Como el Mustang Shelby GT350, que es su hermano pequeño de solo 533 CV, el GT500 tiene suspensión independiente en ambos ejes con amortiguación variable MagneRide, dirección asistida eléctrica de firmeza variable, control de tracción con Launch Control para protagonizar las arrancadas más fulgurantes y diferencial posterior Torsen 3.73 de deslizamiento limitado con refrigeración. Y en su interior no podían faltar unos asientos Recaro tapizados en cuero con ajuste eléctrico. En cuanto a prestaciones, ahí va eso: 290 km/h de velocidad punta, pues Ford decidió limitar electrónicamente a su fiera, y aceleración de 0 a 100 km/h en 3,5 segundos y de 0 a 200 km/h en 9,9 segundos.
Nuestro segundo invitado a esta reunión de Muscle Cars es el Chevrolet Camaro. Y no uno cualquiera, sino su brutal versión ZL1, que equipa un V8 6.2 sobrealimentado por compresor con 650 CV de potencia a 6.400 revoluciones por minuto y 90 mkg de par máximo a 3.600 vueltas, todo ello enviado exclusivamente al tren posterior. Y podemos escoger entre la variante de caja manual, que cuesta 62.995 dólares (57.985 euros) o la de cambio automático de diez marchas con levas, a la venta por 64.590 (59.450 euros). Si los neumáticos que trae de serie (285/30R20 delante y 305/30R20 detrás) nos parecen justos, siempre podremos solicitar los opcionales, de medida 305/30R19 delante y 325/30R19 detrás, y como extra figura también la suspensión deportiva con amortiguadores DSSV, ligada necesariamente al calzado más ancho con llanta de 19 pulgadas. ¿Hablamos de prestaciones? 3,7 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h y, dado que carece de limitación electrónica, 321 km/h de velocidad punta. Ahí es nada.
Nuestro último protagonista: el menos conocido
Pero vayamos con el Dodge Challenger, tercer integrante de esta selección tan especial; un modelo menos conocido por el gran público en nuestro país pero que tiene una legión de seguidores en Norteamérica desde su nacimiento en 1970, seis años después de que viera la luz el Mustang y cuatro más tarde que el Camaro. Respeta la fórmula de sus rivales, pues se trata de un coupé de dos puertas con formas musculosas, pero a diferencia de ellos no está disponible con carrocería descapotable. Y para encontrar su alternativa más dinámica debemos centrarnos en su versión SRT Hellcat, que arranca en 60.695 dólares (al cambio actual, 55.890 euros) pero puede llegar más arriba incluso, pues nos pedirán 78.295 dólares (72.100 euros) por la exclusiva variante Redeye Widebody.
Aunque el Dodge Challenger SRT Hellcat básico ya parece suficientemente emocionante por su 6.2 V8 HEMI sobrealimentado por compresor con 717 CV de potencia, que escalan hasta 797 CV en el caso de la versión Redeye. Y si en el primero la velocidad máxima es de 320 km/h, el Redeye no para hasta poner su velocímetro en 327 km/h. ¿Insuperable? Pues no lo creáis, porque en Dodge percibieron que había clientes a los que semejantes cifras no les impresionaban, y por ello crearon el SRT Hellcat Demon, cuyo V8 sustituye el compresor de 2,4 litros por uno de 2,7 litros, según Dodge el más grande empleado en un modelo de producción. Además, el régimen de corte se lleva de las 6.200 revoluciones en el SRT Hellcat normal a las 6.500 del fascinante SRT Hellcat Demon, cuyos 840 CV de potencia, enviados al eje trasero con la colaboración de un cambio automático de ocho marchas, le permiten entrar en el Libro Guinness de los récords como el primer coche de producción en serie que llega a despegar del suelo las ruedas delanteras cuando acelera con toda su furia. Como diría Mota, si no digo que lo superes… pero iguálamelo.