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Gama Skoda 4×4. Apuesta integral por la tracción

Hay que retroceder hasta la década de 1940 para encontrar las primeras experiencias de la firma checa con la tracción total, aunque hablamos de prototipos fabricados en pequeñas series -para uso militar, como el 3000 Kfz 15 o el Babeta- y debemos avanzar hasta finales de los 90, ya dentro del grupo Volkswagen, para hallar un Skoda 'de gran serie' beneficiado por un sistema 4×4. En concreto, la primera entrega del Octavia. La aceptación fue tal que Skoda decidió ampliar su oferta 4×4, y de las 20.000 unidades que se vendieron en 2008 en todo el mundo se pasó a unas 70.000 en 2015. De hecho, un 17 por ciento de las matriculaciones de Octavia, Yeti y Superb correspondieron el pasado año a versiones 4×4. Y en varios mercados europeos -España, Austria, Finlandia, Noruega, Polonia y Suiza- la marca es líder entre los familiares con tracción a las cuatro ruedas gracias a Octavia Combi 4×4 y Superb Combi 4×4. Además, se apuesta decididamente por los SUV y todocamino, donde a la presencia de Yeti y Scout se sumará pronto el Kodiaq, de siete plazas.

Tracción total permanente

Skoda opta en sus modelos por un sistema de tracción 4×4 permanente con un reparto entre ejes dependiente de un embrague, encargado de acoplar o desacoplar automáticamente el par de fuerza con el eje trasero. Y dicho embrague, de tipo multidisco electrohidráulico, evalúa las condiciones de tracción del eje delantero gracias a sensores en la unidad de control del motor, en la unidad de control de ABS y estabilizador ESC, y en el volante. Así, sobre firme seco y con buenas condiciones de tracción, mandaría un 48% de par a cada una de las ruedas delanteras, y sólo un 2% a cada una de las traseras, pero si circulásemos sobre hielo y la adherencia fuese igual de baja en todas las ruedas, repartiría un 25% de par a cada una. Del mismo modo, si el sistema percibe que sólo las ruedas delanteras patinan, pasaría un 45% de par a cada una de las ruedas traseras y dejaría exclusivamente un 5% en cada rueda delantera. E incluso 'personalizaría' aún más la motricidad si tres ruedas patinan y una conserva tracción, pues a ésta mandaría hasta un 85% del par, reservando un 5% de par a cada una de las restantes.

No hay que pensar sólo en hielo, nieve o barro, pues sacaremos partido a la tracción 4×4 en otras situaciones, como cuando las ruedas del mismo lado pasan en plena por curva por un arcén con gravilla o al remolcar una caravana por una pendiente pronunciada.

La tracción 4×4 de Skoda está presente en el Yeti -motores 2.0 TDI de 110 y 150 CV, y 1.4 TSI de 150- con precios que arrancan en 20.700 euros, pero también en el Octavia Combi -versiones 1.6 TDI 110, 2.0 TDI 150 y 1.8 TSI 180-, los Superb berlina y Combi -2.0 TDI de 150 y 190 CV, y 1.4 TSI de 150 CV-, y el Scout, cuya gama crece ahora, pues a los 2.0 TDI de 150 y 184 CV, y al 1.8 TSI de 180 se sumará en septiembre la variante diésel 1.6 TDI de 110 CV, que gasta 4,7 l/100 km y no renuncia a las posibilidades camperas de sus 'hermanos', tanto por la eficaz tracción total como por una altura al suelo de 17,1 centímetros -suficiente para rodar con tranquilidad por pistas- o un ángulo de ataque de 17 grados. Hay que esperar prestaciones correctas, aunque los 25,5 mkg de par máximo -un valor algo justo para un 1.6 turbodiésel moderno- no se traducirán en un empuje brioso, sobre todo a plena carga.

También es nuevo en la gama el Octavia RS 4×4, disponible con las carrocerías berlina y Combi, y ligado obligatoriamente al motor 2.0 TDI de 184 CV y al cambio DSG6. El resultado, un consumo moderado, unas prestaciones realmente buenas y un comportamiento seguro y deportivo, incluso sobre firme poco adherente.