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Mini Cooper S. Más kart, más Mini

«El Mini verde con techo blanco de mi hermana se abría con la llave de casa. A la cerradura le daba igual el número de dientes que tuviera la llave, a la cerradura y al 'clausor', porque curiosamente la llave de casa también arrancaba el coche. Pero salvo algunos detalles de 'poca importancia' como éste, el Mini era un utilitario adorable. Entre 1979 y 1987 mi hermana estuvo muy enamorada. Estaba realmente colada por este coche de tres metros de largo, 600 kilos de peso y 50 caballos de potencia que por aquella época costaba algo más de 100.000 pesetas (600 euros de los de ahora). Han pasado 22 años y vuelve a haber química entre mi hermana y el Mini. Y la hay porque BMW ha conseguido lo más difícil: mantener la esencia mejorando todo lo demás».

La tercera «moderna» generación Mini

A los lectores históricos de Motor 16 les sonará este pasaje de un texto con el que ya hace 13 años, ¡¡¡cómo pasa el tiempo!!!, comenzaba la primera prueba que hacíamos en la revista de un Mini 'moderno'. Era un Mini Cooper rojo precioso que ya apuntaba maneras pero que en ningún caso imaginaba el éxito que iba a cosechar con los años. Y me ha hecho gracia recordarlo porque ha vuelto a ocurrir y tengo que volver a decirlo. Dos generaciones y 13 años después de que BMW recuperara el mito, el Mini vuelve a cambiar en profundidad manteniendo la esencia. Ahora, en este tercera entrega del Mini moderno los cambios son profundos tanto a nivel estético como a nivel técnico, sin embargo sólo los más avispados van a darse cuenta y aunque cada vez más grande, el Mini sigue siendo un coche caprichoso, exclusivo, coqueto… y muy deportivo, una receta de éxito indudable. 

La marca británica lo deja bien clarito cuando dice que «se ha intensificado la sensación Go-Kart, gracias a las numerosas modificaciones del chasis, a la reducción de peso y al aumento de la rigidez». Sin embargo no todo el mundo va a agradecer ese tacto de kart, no al menos en el caso de nuestro protagonista que como veremos más adelante sacrifica demasiadas cosas importantes para intensificar las sensaciones al volante.

Nuestra unidad: 11.000 euros en opciones

Pero analicemos primero el interior de un Mini cuyos mandos se han reorganizado un poco manteniendo una presentación del cuadro fiel a sus principios y con el toque de exclusividad y calidad propio de cualquier modelo de la marca. Los mandos de los elevalunas han pasado del salpicadero a la puerta, donde deberían haber estado desde el primer día. El gran reloj central adquiere protagonismo con la llegada de nuevas informaciones y nueva iluminación con anillo LED interactivo y modificación óptica al activar diversas funciones. Como las de la nueva opción «Mini Driving Modes». Y al igual que los mandos de los elevalunas, el velocímetro cambia de ubicación y se traslada encima del volante junto al cuentavueltas, también un lugar mucho más lógico. Pero la verdad es que sigue agobiando un poco ver tantos mandos y con un tamaño tan pequeño no sólo de los interruptores sino también de los símbolos. El salpicadero está un poco recargado, al menos en nuestra unidad de pruebas que lleva opciones por valor de ¡¡11.000 euros!! Pero también es verdad que hay que destacar muy positivamente detalles como que no se haya recurrido a un volante achatado por debajo, muy de moda pero poco práctico; que se utilice un segundo parasol lateral para cubrir el hueco que deja el frontal al girarse; que aún manteniendo el freno de mano de palanca tradicional y con poco espacio disponible se hayan sacado huecos suficientes para dejar objetos cotidianos como llaves, móvil… o que la búsqueda de la exclusividad llegue incluso a cambiar el botón de arranque por una palanquita roja que, hay que reconocer, tiene más gracia.

Algo más de maletero

Dentro del nuevo Mini hay algo más de espacio que en el anterior pero sigue sin sobrar ni un centímetro. Eso sí, el maletero, con 211 litros de capacidad y con doble fondo, sigue siendo algo pequeño aunque los ingenieros han echado muchas horas intentando que sea lo más práctico posible con una bandeja que se puede colocar en diferentes posiciones o unos respaldos con un anclaje adicional para que vayan más verticales (demasiado) y ganar algo de espacio, aunque sacrificando esas dos plazas… 

Una de las claves del nuevo Mini para transmitir un tacto deportivo es sin duda una posición del asiento extremadamente baja y retrasada respecto al salpicadero. Tanto, que el probador de 1,86 metros, acostumbrado a ir lo más bajo posible en cualquier coche, ha tenido que subir un poco su asiento para conducir con seguridad y aún así le ha costado llegar al retrovisor interior para regularlo. Y es que cuanto más cerca del asfalto más sensación de ir en un monoplaza. Sin embargo a nuestra unidad de pruebas no le habrían hecho falta esos trucos porque de tacto deportivo «va sobrao».

Un propulsor fantástico. 2.0 TwinPower Turbo y 192 CV

Lo mejor del nuevo Mini Cooper S es sin duda su conjunto motor-dirección-cambio. Sus soluciones técnicas le convierten en un propulsor eficaz que empuja desde bajas revoluciones en cualquier marcha y que estira con facilidad hasta poco más de las 6.000 rpm. Un motor que lo tiene prácticamente todo porque además de mover los 1.235 kilos como si moviesen una pluma (nuestro protagonista pesa lo mismo que un Peugeot 208 GTI y ambos entre 30 y 45 kilos menos que el resto), consigue mantener el gasto en cifras que, salvo tramos puntuales repletos de curvas y realizando una conducción deportiva, no suelen superar los 8 litros cada 100 kilómetros. No obstante hemos medido un consumo medio de 7,3 l/100 km (homologa 5,7 l/100 km), una cifra ajustada para un vehículo capaz de alcanzar una velocidad punta de 235 km/h y que se permite el lujo de acelerar de 0 a 100 km/h en tan sólo 7,5 segundos. Pero además de acelerar, recupera que es un primor, y ha necesitado 5,2 segundos para cubrir una maniobra que simula un adelantamiento en cuarta velocidad (pasar de 80 a 120 km/h).

El cambio manual es otra gozada para el amante del tacto deportivo, con recorridos muy cortos, una precisión espectacular y unos desarrollos perfectamente elegidos par la filosofía del coche. Y la dirección, con una servodirección electromecánica mejorada y con Servotronic de serie, también hace buen equipo con el resto y el tacto resulta genial en comparación con otras eléctricas . Lástima que el conjunto mecánico no se disfrute al cien por cien. La suspensión regulable opcional es seca e incómoda en la posición Sport Mode, e incómoda a secas en el resto de posiciones. El Cooper S ofrece un comportamiento extraordinario en asfalto uniforme. Su nuevo eje trasero multibrazo trabaja muy bien en situaciones límite pero cuando la calidad de la carretera empeora este caprichoso deportivo se vuelve nervioso, corre desordenado y te lleva en tensión debido a su tacto delicado. Los neumáticos 'Run Flat' montados, capaces de circular con un pinchazo durante kilómetros, tampoco ayudan mucho porque aportan un punto más de dureza. En Green Mode la cosa mejora un poco pero termina de confirmarnos que esta versión con estas especificaciones debe reservarse para aquellos conductores que buscan sensaciones incluso subiendo la rampa del garaje y a costa de sacrificar aspectos hoy en día no negociables por otros muchos.