En primer lugar hay que destacar que el propietario del vehículo siempre es el responsable de que se encuentre en perfectas condiciones para poder circular y, especialmente, de poder circular con las debidas garantías para no poner en peligro, tanto al propio conductor, como al resto de usuarios de la vía. Por ese motivo hay que prestar especial atención al estado de los neumáticos, ya que son un elemento fundamental para el desarrollo de una conducción más segura.

Así se especifica en la reglamentación aplicable que los vehículos deben tener sus ruedas provistas de neumáticos o de elementos de elasticidad similar que presenten dibujo en las ranuras principales de la banda de rodamiento y su estado reúna las condiciones mínimas de utilización; deben ser de dimensiones y características previstas por el fabricante en la homologación del vehículo, o sus equivalentes.

Se debe recordar que los neumáticos deben presentar, durante todo el tiempo de su utilización en las vías públicas, una profundidad en las ranuras principales de la banda de rodamiento que, como mínimo, debe ser de 1,6 milímetros. Esta cifra podrá ser comprobada con el correspondiente indicador de desgaste que también debe constar entre las ranuras del propio neumático.

Pues bien, si finalmente los neumáticos no cumpliesen con todas las características indicadas, acordes a su finalidad, podría denunciarse una infracción por cada uno de los neumáticos que no se encontrase en buen estado, lo que supondría una sanción de 200 euros por cada uno de ellos.