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Porsche. Una historia marcada por el turbo

El 'turbo' es una pieza fundamental en el éxito logrado por Porsche a lo largo de toda su historia. Desde principios de los setenta, la firma ha confiado en los turbocompresores para aumentar las prestaciones. En 1972, esta tecnología llegó con fuerza al mundo de las competiciones, el 917/10 se alzó con el campeonato norteamericano CanAm. Un año más tarde, el 917/30, con más de 1.100 CV, repitió éxito y ganó el campeonato. A partir de ese momento, esta tecnología se implementó en un Porsche de producción en serie. Con el 911 Turbo, que desarrollaba hasta 260 CV, la marca se unió a la élite de los fabricantes de coches deportivos de altas prestaciones.

En un primer momento, la marca solo había planeado una producción de 500 unidades del 930. Debido a la gran demanda del 911, la marca se replanteó esa producción. En 1977 se hizo la primera actualización del 911 Turbo, aumentando la cilindrada de 3.0 litros a 3.3 litros y de potencia hasta los 300 CV. Los chicos de Porsche mantuvieron sin apenas cambios al 930 hasta 1988, y consiguió sentar las bases de éxito que actualmente comienza un nuevo capitulo con la generación 992 del 911.

Desde 1974 se han conseguido grandes avances en el desarrollo del turbo. Se ha convertido en una tecnología particularmente eficiente y de bajas emisiones, además de refinada.

Aquí te dejamos los modelos más importantes de Porsche de las últimas décadas

Porsche 911 Turbo (930)

El turbocompresor del modelo de 1974 contaba con una válvula de descarga de gases de escape. Con una presión máxima de 0,8 bares, desarrollaba 260 CV, pero ese impulso llegaba de forma brusca a 3.500 rpm. En 1977 llegó el sucesor de 300 CV con un compresor más grande y con un intercooler para el aire comprimido.

Porsche 959

Se presentó en el Salón de Fráncfort de 1983 como el prototipo Grupo B y llegó al mercado tres años más tarde con una versión de carretera. El deportivo con tracción a las cuatro ruedas contaba con un sistema de admisión secuencial de dos turbocompresores de diferente tamaño. Se beneficiaba de 450 CV de potencia y un par máximo de 500 Nm.

Porsche 911 Turbo 3.3 (964)

En 1991, el 911 Turbo de la generación 964, con 320 CV, adoptó el motor de 3.3 litros de su predecesor. En 1993, llegó una versión de 3.6 litros y 360 CV, que conseguía una mayor eficiencia de combustible.

Porsche 911 Turbo (993)

En 1995 vio la luz en 911 Turbo de la generación 993, la última con motor refrigerado por aire. Fue la primera vez que la marca instaló dos turbocompresores en un modelo de producción en serie, que funcionaban en paralelo. Casa uno suministraba aire de admisión a una fila de cilindros del bóxer de 3.6 litros y seis cilindros. Su versión más radical, derivada de la competición, el 911 GT2, llegaba hasta los 450 CV de potencia.

Porsche 911 Turbo S (996)

Esta generación, estrenada en 1997, y su versión turbo, introducida en 2001, marcaron un hito: en todos los motores la refrigeración era por líquido. El Turbo y el Turbo S tenían VarioCam Plus, un sistema de distribución variable que cambiaba la fase del árbol de levas y la alzaba de las válvulas de admisión. La versión S, con frenos de material compuesto con discos cerámicos, contaba con 450 CV de potencia.

Porsche 911 Turbo (997)

Sorprendió al mundo en 2006 con la implementación de una turbina de geometría variable en el motor de gasolina. Consiste en aletas alrededor de la turbina que modifican el ángulo en que llega a ella el gas de escape. A bajas velocidades del motor, esas aletas toman un ángulo que conduce el gas de escape de forma que la turbina acelera más rápidamente. Su motor es capaz de generar 480 CV de potencia.

Porsche 911 Turbo S (992)

El nuevo motor de esta bestia combina válvulas de descarga con turbinas VTG, con unos turbocompresores colocados en forma simétrica y de mayores dimensiones. La ventaja es que después de un arranque en frio, los catalizadores se calientan más rápido. Su potencia llega hasta los 650 CV y su par máximo hasta los 800 Nm.