Y es que, reconozcámoslo, la sensación de libertad y empoderamiento a los mandos de una moto, cuando la pericia y experiencia determinan un estilo de conducción o unas capacidades extras, son una tentación casi inevitable y una ocasión nada despreciable de resaltar el protagonismo.
3Las leyes, la DGT y los motoristas
Y también que los organismos públicos, como la DGT, se encarguen de la vigilancia y prevención de estos riesgos, desde las leyes que la propia sociedad se impone, a fin de garantizar la seguridad de los ciudadanos, al hacer uso de las infraestructuras y medios habilitados para la movilidad.
El resultado de todo esto, y en favor del civismo ético son; tanto la ley de trafico y seguridad vial y los reglamentos que la fundamentan, como los procedimientos sancionadores que las acompañan. Es decir, las normas de circulación y las multas por no cumplirlas.
