La quinta generación del Jeep Grand Cherokee da un salto adelante con su apuesta por la electrificación y también por la exclusividad y el refinamiento. Y eso hace que el modelo americano cambie, radicalmente, de carácter. Sigue sin perder nada del ADN aventurero y todoterreno. Pero a eso suma virtudes que hasta ahora estaban ocultas en este modelo y, por qué no decirlo, también en la marca.
Pero con el nuevo Grand Cherokee, Jeep entra en una liga donde hasta ahora jugaban marcas con aire mucho más premium y elegante desde siempre. Una liga en la que los alemanes siempre parecen haber tenido la última palabra; pero en la que ahora, Jeep tiene mucho que decir.
Porque los acabados, equipamientos y niveles de sofisticación del Jeep Grand Cherokee no tienen nada que envidiar a prácticamente ningún modelo del mercado. Por poner un ejemplo de lo más llamativo, es el primer modelo de su categoría y de todos los aquí analizados, que cuenta con un pantalla exclusiva para el copiloto, desde la que este puede interactuar para sintonizar equipo de sonido, elegir la navegación y algunas otras funciones.
Además de todo esto, añade algo a lo que prácticamente ninguno de sus rivales puede acercarse: su legendaria capacidad todoterreno. Porque el Jeep Grand Cherokee es un todoterreno superrefinado; pero un todoterreno al fin y al cabo. Ahí pone en juego sistemas 4×4 que lo separan del resto Quadra-Trac II y Quadra-Drive II o la suspensión neumática Quadra- Lift con amortiguación electrónica semiactiva o una distancia al suelo de 27,8 cm.
¿Será suficiente con todo esto para dar respuesta a los rivales que se va a encontrar? Pues analicemos lo que ofrecen estos modelos, todos ellos con tecnología híbrida enchufable y potencias en torno a los 400 caballos –hemos dejado fuera a rivales como el BMW X5, el Porsche Cayenne o el Volvo XC90 cuyas potencias se disparaban, pero que también podrían ser de la partida-. La lucha está servida.
