Con casi 50 años de vida y más de 18 millones de unidades vendidas, el Volkswagen Polo es toda una institución. Ahora el modelo, de la marca de Wolfsburgo, se renueva ligeramente para mantenerse en plena forma, siempre fiel a su receta clásica, pero ¿es suficiente para plantar cara a una competencia cada vez más feroz?
El mundo del automóvil ha cambiado mucho en los últimos años. Solo hay que echar un vistazo a este número (1814) de Motor16 para darse cuenta de que los coches de hoy en día no tienen nada que ver con los de la década pasada: modelos electrificados de múltiples maneras, interiores completamente digitalizados y sin botones, sistemas de asistencia que nos acercan a la conducción autónoma y un largo etcétera. En resumen, todo esto se puede definir en una palabra: progreso. El problema es que no todo el mundo está preparado para avanzar tan rápido y a muchos conductores les abruma tanta tecnología, así como verse en la tesitura de escoger entre una amplísima gama mecánica que contempla alternativas híbridas convencionales, micro híbridas, híbridas enchufables, a gas o completamente eléctricas.
Conducción sencilla
Es evidente que escoger un coche nuevo no es tarea fácil con este panorama, pero todavía quedan modelos que, en lugar de complicar las cosas, las facilitan, apostando por fórmulas más sencillas para las que todavía existe un gran público.
Es el caso del Volkswagen Polo, que pese a que se ha actualizado recientemente para ponerse al día a nivel estético y tecnológico, sigue siendo un coche fácil en todos los sentidos.
Motor de gasolina
Para empezar, no plantea grandes dilemas a la hora de escoger mecánica porque solo está disponible con un motor de gasolina con dos niveles de potencia, el 1.0 TSI tricilíndrico de 95 o 110 CV. El menos potente puede asociarse a un cambio manual, como la unidad probada (el más básico y sencillo de la gama) o a uno automático DSG de siete marchas, mientras que el de 110 CV solo está disponible con esa transmisión automática de doble embrague y siete relaciones. Más adelante llegará el Volkswagen Polo GTI de 210 CV, pero ése es otro cantar porque se trata de la variante deportiva.
Tampoco es complicado decantarse por un acabado concreto porque solo hay dos, el Life del coche que analizamos en estas páginas y el R-Line, mejor equipado y con un diseño más deportivo, pero también más caro. Hasta aquí, cero complicaciones, es un catálogo todavía más sencillo que el de las anteriores generaciones del Polo, en las que había más motores de gasolina y varias opciones diésel atmosféricas y turbo.
En el interior
Pues bien, dentro sigue la misma tónica, con un puesto de conducción en el que la ergonomía es excelente y la disposición de los mandos resulta de lo más lógica. Todo queda a mano y, aunque no hay demasiados botones, hay mandos físicos para manejar las funciones básicas, como el climatizador o el equipo multimedia. Aun así, su equipamiento es muy completo desde la versión básica, al fin y al cabo, sencillo no significa obsoleto y prueba de ello es la instrumentación digital, de serie en todos los acabados a partir de la última actualización, la conectividad a través de Apple CarPlay y Android Auto sin cables, los retrovisores plegables eléctricamente o los faros LED, todo de serie, incluso en el modelo base como el de esta prueba.
Asistentes de conducción
Lo mismo sucede con los sistemas de asistencia a la conducción. En el Volkswagen Polo, desde la versión de acceso cuenta con detector de fatiga, aviso de salida de carril, regulador y limitador de velocidad, ayuda al arranque en pendiente o frenada de emergencia. Lo bueno, al menos para esa gente que busca simplicidad, es que ninguno de ellos adultera la conducción, por lo que, en este sentido, ponerse al volante de este Polo no es muy diferente a llevar el Polo de hace unos años, ni siquiera dispone de modos de conducción, si bien, en lo que respecta al confort de marcha y a la calidad de rodadura esta última entrega del utilitario alemán está varios niveles por encima de sus predecesores.
Cómodo y con aplomo
Es cómodo y al mismo tiempo pisa con mucho aplomo, por lo que transmite confianza en cualquier situación, incluso en autovía a cruceros elevados, aunque llegar a este punto requiere su tiempo porque el 1.0 TSI no es un prodigio al acelerar y recuperar velocidad. Sus 95 CV son simplemente suficientes para moverse de forma correcta, sin alardes, pero a cambio, es bastante agradecido en el apartado de consumos, con una media de 6,1 l/100 km y registros realmente ajustados en carretera (5,1 l/100 km a 120 km/h), en buena medida gracias a una quinta marcha con un desarrollo tan largo que compensa la falta de una sexta relación. El 110 CV se mueve un poco mejor y consume prácticamente lo mismo, pero decantarse por esta opción, que solo se ofrece con cambio automático supone pagar 3.445 euros más, 2.735 euros si se compara con el Polo TSI de 95 CV con la misma transmisión DSG.
LA CLAVE.- Con el último restyling el Polo ha cambiado lo justo para actualizarse a nivel tecnológico, estético y de equipamiento, todo ello sin perder los atributos que caracterizaban a esta novena generación: es igual de cómodo que antes, frugal con este motor 1.0 TSI de 95 CV y, sobre todo, fácil de conducir y muy práctico.