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Probamos el nuevo VW Polo GTI. Todo un carácter

Uno de cada tres Volkswagen que se venden en España es un Polo, y apenas un dos por ciento lleva las siglas GTI. Qué lástima, diríamos, porque la versión tope de gama es más caprichosa en precio, pero es un vehículo que te engancha cuando lo conduces.

La nueva generación del Polo GTI se beneficia, como el resto de sus hermanos, de la nueva plataforma MQB A0, que le brinda un mayor espacio interior, una pisada más generosa y estable y un equipamiento mucho más avanzado.

Nuevo motor, mucho más par

Sin embargo, el gran protagonista es su nuevo propulsor. En contra de la tendencia 'downsizing' del resto de la gama, en este caso se aumenta la cilindrada hasta apostar por un 2.0 TSI (antes 1.8 TSI) para incrementar la potencia hasta los 200 CV. Son sólo 8 caballos más que antes, comentará más de uno, pero la gran baza está en el incremento de par, que pasa de 25,5 a 32,7 mkg, un 28 por ciento más.

Con esto se consigue un mayor agrado de conducción porque la respuesta nada más superar el ralentí es inmediata. Además combina un sistemna de inyección dual (directa o indirecta en función de la carga del motor en cada momento). Y todo ese potencial se gestiona, de momento, con la transmisión DSG de seis realciones. Los 'puristas' que quieran un cambio manual tendrán que esparar hasta junio de 2018.

Con más vitaminas bajo el capó, mejores prestaciones y una plataforma que le brinda la estabilidad del segmento C pero con la agilidad del B, este modelo se convierte en un juguete con el que podemos hacer tiempos en un circuito o circular plácidamente en un uso diario.

Chasis activo de serie

En este sentido monta un diferencial electrónico XDS que ordena en cierto modo la salida en estampida de toda esa 'caballería' en curva. Y de serie también contempla el avanzado chasis Sport Select, capaz de variar el tarado de los amortiguadores en dos modos: Normal y Sport. Esta posibilidad se ofrece en opción en el Polo 'normal' con acabado Sport, pero en el caso del GTI los ajustes son más deportivos. También hay cambios a la hora de configurar la dirección en nuestro protagonista.

Lo cierto es que en nuestra toma de contacto tuvimos ocasión de rodar en varios escenarios y en todos ellos nos conquistó. En tráfico urbano es uno más, salvo por el sonido más «de carreras» que sale por el escape. También convence por autopista porque no es demasiado sonoro si apostamos por el modo Eco en el asistente de perfiles de conducción, que monta, asimismo, de serie junto a los modos Normal, Sport e Individual.

En carretera con la configuración Sport y jugando de manera secuencial con el cambio se convierte en un pura sangre, más estable y menos nervioso que antes, pero sigue siendo tremendamente eficiente. Y como examen final nos metimos en un circuito de velocidad, donde le sacamos todo el juto y le llevamos al límite. En ese escenario aguanta hasta casi las 6.400 rpm para subir de marcha, no acusó en exceso las exigentes frenadas y sólo en giros cerrados con el control de tracción desconectado sufrimos alguna pérdida de motricidad, inevitable por otra parte.

Como el resto de la gama la carrocería del Polo GTI sólo se justifica ya con cinco puertas y el precio, 26.330 euros (23.100 si aplicamos todos los descuentos posibles) «duele» menos si analizamos su rica dotación de serie.

Alicatado hasta el techo

Así, además de lo ya comentado hasta ahora, añade el cuadro de mandos Digital Cockpit, asientos deportivos GTI, un equipo multimedia Composition Media con pantalla táctil de 8 pulgadas asociado al App Connect, climatizador, sensores de aparcamiento con asistente Park Pilot, faros delanteros y traseros con tecnología Led, control de velocidad adaptativo ACC o llantas de aleación de 17 pulgadas (el incremento de 94 milímetros en la distancia entre ejes permite optar a llantas de 18 en esta generación).

La seguridad se garantiza con elementos como el Front Assist con frenada de emergencia y detector de peatones, el asistente de fatiga del conductor o el sistema de frenado anticolisiones múltiples, entre otros. ¿A que duelo algo menos la factura final?