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Nos subimos en el nuevo Citroën C4

Ha sido una toma de contacto fugaz, de no más de diez a minutos a solas con dos unidades del nuevo C4: una de motor térmico y otra eléctrica que recibe la denominación específica ë-C4. Poco tiempos quizás, pero el suficiente para intuir que Citroën ha hecho un gran trabajo, empezando por el planteamiento de un producto que responde mejor a los requerimientos del cliente habitual en el segmento C (los compactos al estilo de Seat León, Renault Mégane, Peugeot 308 o Ford Focus) que el C4 Cactus, a caballo entre SUV, compacto y utilitario, y que seguirá produciéndose en Villaverde hasta septiembre, cuando la planta se vuelque en la fabricación de un C4 que ha supuesto la inversión de 144 millones de euros en la factoría.

Te acercas al nuevo C4 y constatas que también es un compacto muy especial dentro de ese segmento C donde militará, porque es bastante alto (1,53 metros, 69 milímetros más que un Golf) y tiene una distancia libre al suelo generosa: 156 milímetros. Y aunque nos dicen que no ofrecerá sistema mejorado de tracción Grip Control y no habrá versiones dotadas de un look off road, el nuevo modelo de Citroën se nos antoja como una combinación de compacto y SUV. Es decir, un crossover, palabra que en Citroën no quieren usar para centrar el foco en la vertiente compacta del coche. No obstante, sí creemos que el C4 rivaliza más con un Kia XCeed que con un Ceed de cinco puertas; y más con un BMW X2 que con un Serie 1.

Un coche revolucionario

Lo que sí es cierto es que la palabra continuista no va con la marca del doble chevrón, porque han vuelto a crear un coche revolucionario para su reentrada en el segmento C, ese donde hasta ahora estaba el C4 Cactus. Mide 4,36 metros de longitud, bastante más que el modelo sustituido, y 1,80 de ancho, y sus formas no te dejan indiferente. Además, la generosa distancia entre ejes, de 2,67 metros, permite ofrecer un interior muy amplio que se remata en la parte trasera con un maletero de 380 litros, tanto en las versiones de motor de gasolina y diésel como en el eléctrico ë-C4, que prescinde de rueda de repuesto y cuenta bajo el plano de carga con un práctico doble fondo para colocar los cables de recarga. Además, las formas de la zona de equipaje son regulares, de manera que cabrán bastantes maletas.

En cuanto al habitáculo, empiezo como siempre mi rápido análisis del coche colocándome al volante y ajustando volante y asiento a la postura ideal. Todo es fácil y en unos segundos ya estoy acomodado en la butaca Advanced Comfort, que cuenta con un mullido más cómodo estudiado al milímetro por los especialistas en asientos de la marca. La instrumentación es digital, con un cuadro relativamente pequeño, pero hay Head-up Display a color frente a los ojos del conductor y eso es un punto a favor. Además, la pantalla central táctil, ultrafina y de 10 pulgadas, queda muy a mano y preside la zona alta del salpicadero, mientras que, con buen criterio, en la consola central se han dispuesto los mandos de la climatización (bizona) por separado, detalle que a nosotros particularmente nos encanta.

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Buena guantera, un práctico cofrecito central entre las banquetas delanteras, plataforma para la recarga del Smartphone… Aunque de los detalles en las plazas delanteras nos quedamos con una novedad mundial: el Smart Pad Support, una especie de plataforma extraíble del salpicadero frente al copiloto donde podemos apoyar, convenientemente sujeta, una tableta. El airbag del acompañante está situado por detrás (no sale del techo, como sí ocurría en el C4 Cactus), aunque los responsables de Citroën afirman que el Smart Pad Support está estudiado para no interferir en el inflado de la bolsa de protección.

Tras toquetear todo en las plazas delanteras me paso a la zona posterior, para la que la firma francesa anuncia un espacio para piernas Best in Class. Nosotros no diríamos tanto, porque le medimos unos estupendos 70 centímetros de hueco entre respaldos (con el asiento delantero colocado para un conductor de 1,75) cuando al nuevo Seat León le medíamos hace poco unos estratosféricos 75,5 centímetros, pero sí es cierto que hay mucha amplitud, pues las tres cotas esenciales son buenas: altura interior de 91 centímetros pese a la línea descendente muy coupé del techo en la zona trasera y anchura de 130,5 centímetros al nivel de los codos, cuando el citado León se queda en unos justitos 128 centímetros. Es decir, que tres adultos pueden caber en el C4 con cierta comodidad.

En cuanto a calidad y terminación, nos recuerdan los responsables de la marca que los que estamos viendo son unidades de preserie, y que los acabados distan aún mucho de los que tendrán los coches definitivos, pero ya se ve un buen nivel general, con materiales mullidos en el salpicadero y en el revestimiento superior de las puertas delanteras, mientras que la puertas traseras cuentan con plástico duro. En cualquier caso, mejor sensación general que en el C4 Cactus, pues el nuevo C4 recupera detalles refinados que su antecesor abandonó, como las salidas de aireación ajustables para las plazas traseras o los elevalunas en la segunda fila. Y destaca por funcionalidad, pues los 16 huecos para guardar objetos repartidos por el habitáculo suman 39 litros.

Además, el cliente podrá elegir entre cinco ambientes interiores diferentes: desde el estándar hasta el lujoso Hype Black tapizado parcialmente en cuero granulado, pasando por Urban Grey, Metroplitan Grey y Metropolitan Blue. Y es que Citroën quiere que su nuevo C4 sea muy personalizable, lo que atañe también al exterior, donde la combinación de siete colores de carrocería con cinco Packs Color da como resultado 31 configuraciones distintas, al margen de las llantas que pidamos, que en las versiones de acceso serán de 16 pulgadas pero que en el resto, con independencia de su diseño, serán de 18 pulgadas. De 18, pero con neumáticos bastante estrechos siempre para optimizar la aerodinámica, pues las versiones que pudimos ver en Villaverde equipaban una medida 195/60 R18. De ahí que el ë-C4 homologue 350 kilómetros de autonomía eléctrica WLTP, ligeramente más que el Peugeot e-208 pese a que éste es más pequeño y ligero.

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Gran dotación de asistentes de conducción

Generosa es también la dotación de asistentes de conducción, pues se anuncian 20, y liderados por el Highway Driver Assist, cuyo funcionamiento nos introduce directamente en la conducción semiautónoma de Nivel 2. Pero encontraremos también Active Safety Brake, vigilancia de riesgos en los ángulos muertos laterales, aviso activo de cambio involuntario de carril, regulador de velocidad adaptativo con función Stop&Go, alerta de distracción o fatiga del conductor, reconocimiento se señales de tráfico ampliado con recomendfación de la velocidad en cada tramo, cambio automático entre luces de cruce y carretera, control de estabilidad de remolque, visión perimétrica de 360 grados, ayuda al estacionamiento Park Assist… Y si hablamos de conectividad, equipamiento a la última también, con ejemplos como la ConnectedCAM, que permite grabar video o hacer fotos desde una cámara ubicada en el espejo central (en caso de accidente graba y memoriza automáticamente el antes y el después del siniestro), o el navegador Connect NAV con datos útiles y de tráfico en tiempo real.

Y en cuanto a gama mecánica, podremos elegir entre gasolina, diésel y propulsión cien por cien eléctrica. En el primer capítulo, cuatro alternativas, siempre a partir del tricilíndrico 1.2 Puretech: si queremos cambio manual, potencias de 100 y 130 CV, y si preferimos la estupenda caja automática EAT8, que estrena levas más cómodas junto al volante y un nuevo selector minimalista en la consola, 130 y 155 CV. Y en diésel, oferta doble, siempre con el 1.5 BlueHDi bajo el capó: 100 CV con transmisión manual y 130 CV EAT8.

Aunque la gran estrella de la gama será ese ë-C4 eléctrico que comparte mecánica (también la plataforma CMP) con los Opel Corsa-e y el nuevo Mokka-e, los Peugeot e-208 y e-2008, y con el DS 3 Crossback E-Tense. Citroën dice que empezará suponiendo entre un 8 y un 10 por ciento de las ventas, pero que han preparado la factoría para hacer hasta un 15 por ciento de unidades eléctricas por si la demanda inicial es superior a la prevista. Y a medida que la proporción de ë-C4 crezca, la fábrica irá adaptándose sin problemas, pues la cadena de montajes es solo una y puede producir indistintamente versiones térmicas o eléctricas, pues incluso las baterías se ensamblan en Villaverde y eso da mucha capacidad de respuesta.

Eléctrico con 136 caballos

El ë-C4, quinto modelo electrificado de Citroën, equipa un motor de 100 kW (136 CV) asociado a una batería de 50 kWh, garantizada por 8 años o 160.000 kilómetros y ubicada en forma de H bajo el habitáculo para no restar amplitud interior y bajar al máximo el centro de gravedad. La marca señala que ha homologado 350 kilómetros de autonomía entre recargas, y que éstas se pueden hacer incluso en puntos rápidos de 100 kW, donde emplearemos solo 30 minutos para una carga completa. Aunque con un wallbox de 32 A se necesitarán 7 horas y media (5 horas si es una toma trifásica de 11 kW), mientras que en enchufes domésticos serían necesarias entre 15 y 24 horas dependiendo del tipo de red y del enchufe.

En cuanto a prestaciones, el ë-C4 alcanza 150 km/h, puede acelerar de 0 a 100 km/h en 9,7 segundos y, al igual que las versiones de gasolina o diésel, cuenta con un selector en la consola central para elegir entre los programas de conducción Normal, Eco y Sport. Aunque respecto a ellos suma un modo B en el cambio que acentúa la capacidad de retención al decelerar en comparación con el modo normal D. Y, como el resto de la gama, equipa los Amortiguadores Progresivos Hidráulicos, que priman el confort y filtran mejor las irregularidades de la carretera.

Sobre datos de consumo, emisiones o prestaciones en las versiones de motor térmico nada se dice todavía, a la espera de la homologación final, y tampoco se dice nada de precios, salvo que serán muy ventajosos en comparación con sus rivales directos del segmento C.