Hoy no resulta fácil entender la importancia del Lamborghini Countach en la historia del automóvil en general, en la de Lamborghini en particular e incluso en la de Ferrari o Porsche. Quiero decir que si pudiéramos viajar en el tiempo y borrar de la historia el Koenigsegg Agera, el Pagani Huayra o el Bugatti Chiron, por poner tres ejemplos de superdeportivos o hiperdeportivos de peso, difícilmente cambiaría algo significativo en la línea del tiempo, pero si hiciéramos lo mismo con al Lamborghini Countach, nada de lo que vino después sería exactamente igual.
El futurista diseño con el que Marcello Gandini sorprendió al mundo en el Salón de Ginebra de 1971 lo cambió todo. Es cierto que sus líneas maestras ya se habían mostrado un año antes en el Salón de Turín en el prototipo Lancia Stratos Zero, pero la entrada en producción del Countach, en 1974, fue el auténtico terremoto que cambió el paradigma de diseño de los superdeportivos.
Sin el diseño de Gandini, difícilmente habría habido un Ferrari Testarossa (1984) tal y como lo conocemos o un DeLorean DMC-12, por citar un par de ejemplos. Sin los anchos neumáticos de 345 milímetros de su tren trasero es poco probable que hubiéramos visto la zaga ensanchada del Porsche 930 (1975). Y así podríamos seguir un largo rato.
El canto del cisne del Lamborghini Countach
La edición 25th Anniversary es el canto del cisne del Lamborghini Countach, una serie final de 658 unidades producida durante los tres años de vida de este longevo modelo en el que fue precisamente Horacio Pagani quien metió mano al diseño de Gandini añadiendo el cuestionable kit de apósitos y nervaduras que ves en las imágenes sobre la carrocería del deportivo italiano.
El Lamborghini Countach 25th Anniversary fue, lógicamente, el más potente de todos los Countach, aunque su diferencia con respecto a los predecesores LP5000 Quattrovalvole era de apenas 5 CV, obtenidos tras reposicionar los radiadores para lograr una mejor refrigeración del motor… o eso dicen.
En cualquier caso, estamos ante un automóvil con carrocería de plástico reforzado con aramida (en la primera serie, LP400, la carrocería era de aluminio) montada sobre un chasis tubular que crea una célula para un angosto habitáculo biplaza tras el cual se ubica el motor en posición longitudinal.
Ese motor es, en el caso de este 25th Anniversary de 1989, un V12 DOHC de 5,2 litros y 48 válvulas alimentado por seis carburadores Webber 44 DCNF de doble cuerpo que entrega unos teóricos 455 CV a 7.000 r.p.m. y un par motor máximo de 500 Nm, cifras que hoy no impresionan pero que en 1985, cuando se puso a la venta el 5000 Quattrovalvole con este mismo motor, pocos podían igualar; el Porsche 964 Turbo S llegó a ofrecer, en aquella época, 380 CV, mientras que el Ferrari 288 GTO llegaba hasta los 400 CV.
Este motor es, además, historia viva del automóvil, ya que todos los V12 montados por Lamborghini son evoluciones de la mecánica creada por Giotto Bizzarrini a petición del propio Ferruccio Lamborghini en 1964 para el Lamborghini 350 GT, una mecánica cuyo canto del cisne llegó con el Murciélago Super Veloce y sus 670 CV, modelo desaparecido en 2010 y, con él, el V12 de Bizarrini.
Así es esta unidad del Lamborghini Countach 25th Anniversary
Antes del 25th Anniversary, casi todos los Lamborghini Countach eran rojos, pero desde 1986, el Ferrari Testarossa que Sonny Crockett (Don Johnson) conducía a partir de la tercera temporada de Corrupción en Miami puso el blanco de moda entre los deportivos.
Así que este Lamborghini Countach 25th Anniversary, con número de chasis ZA9C005A0KLA12002, fue encargado a fábrica en Bianco Perlato (con tapicería de cuero blanco) por un miembro de una familia real de Oriente Medio, disfrutó de una segunda vida en Canadá y fue adquirido por un compraventa estadounidense de vehículos de lujo a principios de este año. Cuenta con sólo 11.500 kilómetros y se encuentra en Florida.
No ha sido nunca restaurado ni realmente lo necesita, aunque sí se le han reemplazado algunos componentes que envejecen mal en el Lamborghini Countach, como los espejos retrovisores y los amortiguadores tanto del capó como de las puertas, además de haber necesitado la reparación de uno de sus faros y la recarga del climatizador.
También ha sido sometido recientemente a un cambio de bujías, bomba de agua, segmentos de los pistones y juntas tanto del colector de admisión como de la tapa de balancines, así como el preceptivo ajuste de la carburación. Por lo demás, todo parece estar como recién salido de fábrica… casi 35 años después.
No obstante, si te has enamorado de esta auténtica máquina del tiempo popularizada hace unos años por la cómica escena de la película El lobo de Wall Street (2013), ten en cuenta que no va a salirte barato. Puedes pujar por él en la web Bring a Trailer, pero has de saber que en el momento de escribir estas líneas, la puja más alta ha alcanzado ya los 500.000 dólares, equivalentes a algo más de 455.000 euros o, lo que es lo mismo, a 1.000 euros por caballo.
