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Mazda MX-5 1.5 G SkyActiv. La mejor terapia antiestrés

Acabo de conocer que el 90 por ciento de las consultas médicas en los EEUU se deben a problemas relacionados con el estrés. Y a continuación he intentado averiguar las enfermedades relacionadas con circunstancias estresantes, pero lo he dejado, la larga lista te pone los pelos de punta. Consulto algunos remedios para combatir ese problema que está tan presente entre la población de las grandes ciudades y me intentan vender que uno de los mejores son las lágrimas, es decir llorar.

De acuerdo, me lo voy a creer, me voy a creer que llorando el estrés va desapareciendo gota a gota, pero prefiero llorar conduciendo un MX-5. O mejor dicho, prefiero conducir el mítico Mazda y ya veremos después si me apetece llorar. Aunque va a ser que no. La única forma de llorar en el descapotable japonés es asomar la 'gaita' por encima del marco del parabrisas y que el aire te pegue en los ojos como si fueses en una moto sin gafas. Pero como eso es complicado y hasta peligroso, hacer kilómetros al volante de este milagroso medicamento contra el estrés va a ser la solución más efectiva de relajarse o también de soltar lastre en forma de descarga de adrenalina.

Y es curioso porque sin ser un deportivo de 300 caballos, el Miata de última generación consigue en pocos metros 'resetear' las malas vibraciones y 'envenenar' positivamente a quien lo conduce, que llega a inventarse cualquier excusa para tardar en volver al garaje y seguir conduciendo.

Habitáculo justo

Y eso que los comienzos son difíciles. Y no me refiero a que conducirlo entrañe ningún problema inicial, éste se presenta más bien a la hora de entrar o salir del coche con la capota puesta, porque los asientos van colocados a 25 centímetros del asfalto. Una maniobra que se complica aún más si se ha aparcado en batería y no se puede abrir del todo la puerta. Pero es el precio a pagar por vivir un espectáculo a ras de suelo, casi como en un monoplaza.

Una vez en su interior, el habitáculo del MX5 no llega a agobiar pero tampoco hay mucho espacio que digamos. El roadster japonés es 8 centímetros más corto que el anterior y también algo más bajo, por lo que no hay vuelta de hoja. Incluso el maletero es 25 litros más pequeño, aunque entran dos maletas tipo cabina e incluso, algo justita, una bolsa de palos de golf… sin las maletas claro. En general el acabado transmite calidad pese a la dureza de algunos plásticos y a una tapa de maletero que parece a medio terminar, un detalle feo que desentona con la magnífica imagen del resto. Afortunadamente se ve poco. Pero la antena sí que se ve y queda un poco ridículo ese guiño al pasado. Tiene un tamaño desproporcionado, es antiestética y no aporta nada.

Buena postura de conducción

A pesar de que el volante no se regula en profundidad y el asiento no lo hace en altura, la postura de conducción que se puede alcanzar es buena incluso para un conductor de 1,86 de altura. Una talla que favorece el accionamiento de la capota sin tener que salir del coche. El sistema es manual y la capota de lona, al estilo más purista, sobre todo pensando en el peso y en los costes. Y no nos parece una mala estrategia, aunque siempre habrá alguien que hubiera preferido el techo duro escamoteable de la última versión. Lo cierto es que una persona entrenada y de brazos largos puede capotar o descapotar en pocos segundos y sin demasiado esfuerzo. La capota está bien diseñada y la lona utilizada es buena, además las ventanillas bajan para luego, al subir de nuevo, encajar mejor y aumentar la impermeabilidad. Pero tampoco se ha buscado una supercapota y la insonorización es la regular de un descapotable de toda la vida.

Pero todas estas pegas menores tardan en olvidarse el tiempo que se tarda en arrancar y meter primera. Porque la primera señal de que el MX-5 va a proporcionarnos un sinfín de emociones es la precisión, cortos recorridos y rapidez de un nuevo cambio manual de 6 marchas -hasta ahora de 5- de los pocos que no nos hacen añorar los modernos y eficaces cambios automático de doble embrague y levas en el volante.

El motor estira hasta más de 7.500 rpm

El motor 1.5 Skyactiv-G de inyección directa de gasolina y 131 caballos sustituye al 1.8 de 126 con ganancias notables en casi todos los aspectos. Por ejemplo, el MX-5 dotado de este propulsor mejora en 1,6 segundos la aceleración de 0 a 100 km/h y se sitúa al nivel de por ejemplo un BMW 420D Cabrio con 184 caballos. Además, gasta 1,1 l/100 km menos que el 1.8. Se trata de un motor que sube hasta las 7.500 rpm acompañado de un sonido increíble. Una mecánica con un margen de 'patada' de verdad que va de las 4.500 a las 7.000 rpm, lo que obliga a exprimir el cuentavueltas si se le quiere sacar el máximo partido. Pero se hace con mucho gusto y ese doble carácter del motor también ayuda a pasear con el MX-5 en plan tranquilo sin que nos incite constantemente a ir 'de carreras'. Así, la sensación inicial es de conducir un roadster tranquilo sin grandes ambiciones velocísticas; sin embargo cuando el conductor estira las marchas y comprueba el genio que muestra este 1.5 2.000 vueltas por encima de lo que gira un diésel, las cosas cambian y la emoción queda asegurada.

El MX-5 también es divertido porque admite todo tipo de conducción sin un mal modo y, casi lo más importante, con unos esquemas de suspensión muy eficaces que no comprometen la comodidad en ningún momento. Y llama la atención porque esperábamos unos recorridos más cortos y una respuesta más seca de los amortiguadores en zonas bacheadas. Pero no. El biplaza de Mazda balancea quizá más de lo que uno se espera en un deportivo tan bajito, pero sigue la trayectoria marcada sin una queja e incluso la zaga se insinúa de una forma progresiva y controlada cuando se desactiva el control de estabilidad. En definitiva, un comportamiento sano y divertido que las versiones más potentes apuntalan con unos amortiguadores Bilstein y un diferencial autoblocante no disponibles con este motor, aunque tampoco muy necesarios. Como tampoco era necesario más neumático y la medida elegida -195/50 R16- lo está con muy buen criterio.

Además de eliminar el estrés y quitar años, el MX-5 1.5 añade un equipamiento magnífico en acabado Luxury. y este incluye faros Full LED, sistema indicador de cambio involuntario de carril, testigo de presión de neumáticos, control de luces de largo alcance, sensores de aparcamiento traseros, de luz y de lluvia, climatizador automático, asientos calefactados, acceso y arranque sin llave, tapicería de cuero, equipo de sonido Bose con 9 altavoces y sistema de navegación con pantalla táctil entre otros. Una dotación especial para un roadster único.