Has dejado tu coche eléctrico cargando en el parking, pero al acercarte, ves que al lado de la conexión de carga solo hay un trozo de cable mutilado. Te han robado. Una sensación de incredulidad, rabia y desamparo te invade. No es solo el coste de la reparación, es la cara de tonto que se te queda, como diría alguien a quien le ha pasado esto hace muy poco.
Esta desagradable experiencia le ha ocurrido recientemente al conocido tertuliano y periodista deportivo Cristóbal Soria. Un suceso que ha decidido compartir para alertar a otros conductores y que pone sobre la mesa una nueva modalidad de delincuencia que está ganando popularidad
El susto de Cristóbal con su coche eléctrico, una advertencia para todos

Al ir a recoger su coche eléctrico, que había dejado cargando en un punto de recarga público, Cristóbal se encontró con que los ladrones habían cortado el cable de carga para llevárselo. «Si tienes un coche eléctrico, mucho cuidado donde lo dejas cargando», advertía el periodista.
Su mensaje es el reflejo de un problema creciente. El afectado explicaba lo que le va a costar la sustitución del cable, que dependiendo del modelo del coche y del tipo de cargador puede suponer una buena cantidad. Pero el daño va más allá del dinero. Lo que Soria pone de manifiesto es esa sensación de impotencia y la necesidad de que los conductores de vehículos eléctricos tomen conciencia de este nuevo riesgo que acecha en nuestras calles.
El «oro rojo» que ocultan los cables de carga

Para entender por qué tu cable de carga se ha convertido en un objeto de deseo, solo hay que pensar en el material más básico que contiene: el cobre. Este metal ha visto cómo su precio se disparaba en los mercados internacionales en los últimos años. La creciente demanda en sectores como la construcción, la tecnología y la propia industria del vehículo eléctrico ha hecho que su valor se multiplique. Y los ladrones lo saben.
Un cable de carga de un coche eléctrico contiene una cantidad considerable de cobre de alta pureza. Es un botín fácil de conseguir y rápido de vender en el mercado negro de la chatarra. Los ladrones no necesitan conocimientos de mecánica ni de electrónica. Solo necesitan la oportunidad y una herramienta para cortar. Este auge no es muy diferente de las oleadas de robos de catalizadores que se vivió no hace mucho tiempo. Los delincuentes solo adaptan sus objetivos a lo que tiene valor y es relativamente fácil de robar.
Así roban el cable de carga de un coche eléctrico

Lejos de ser una operación sofisticada, el robo del cable de carga es un acto de fuerza bruta, rápido y silencioso. El modus operandi es muy sencillo, lo que lo hace aún más preocupante por lo fácil que es de replicar.
Los ladrones suelen actuar en lugares donde el coche va a permanecer estacionado y conectado durante varias horas, preferiblemente con poca vigilancia. Los aparcamientos públicos, los centros comerciales fuera del horario de máxima afluencia y, sobre todo, las calles durante la noche son sus escenarios preferidos..
Su método es directo: se acercan al vehículo, y con unas tenazas o una cizalla de tamaño mediano, cortan el cable por los dos extremos. Un corte pegado al conector que va al coche y otro corte pegado al punto de carga o al enchufe de la pared. La operación completa puede durar menos de treinta segundos. No hacen ruido, no activan las alarmas del vehículo y, si eligen bien el momento, nadie se entera hasta que el propietario regresa un tiempo después. Se llevan el grueso del cable, que es donde reside el cobre, dejando al conductor con dos conectores inútiles y una costosa reparación por delante.
El contraste entre lo que gana el ladrón y lo que pierde el propietario es abismal. Un delincuente puede obtener unas pocas decenas de euros por el cobre extraído de un cable estándar en el mercado ilegal. Sin embargo, para ti, el coste es mucho mayor. Un cable de carga oficial de una marca de coches puede costar fácilmente unos 200 euros.
A esto hay que sumarle, en algunos casos, el coste de reparar el puerto de carga del propio vehículo si los ladrones han sido poco cuidadosos y lo han dañado al tirar del cable. En total, la factura puede superar los 300 euros, sin contar las molestias de no poder usar tu coche y el tiempo perdido en gestiones con el seguro.
























































































































































































































