El Reglamento General de Circulación (RGC) ha puesto en el punto de mira a las grandes petroleras, como Repsol, Moeve, BP y Galp, y toda gasolinera que opere bajo el modelo de autoservicio. Según la normativa, solo sus trabajadores pueden emplear los surtidores de combustible. Echar gasolina uno mismo podría dejar de ser legal en gran parte del país.
Ello ha disparado todas las alarmas, pues más del 50% de las 12.100 estaciones en España son autoservicio. El cambio obliga a las compañías del sector a revisar y, en muchos casos transformar, sus modelos de negocio. Y como suele suceder, toda modificación en la industria acaba notándose en los bolsillos.
El fin del autoservicio en las gasolineras

El Reglamento General de Circulación establece que solo los empleados cualificados pueden dispensar combustible en las estaciones de servicio. La única excepción son las gasolineras de autoservicio, a las que se les permite operar sin personal. Sin embargo, la reciente presión regulatoria podría poner en jaque ese modelo.
La principal diferencia está en la figura del usuario. Si repostamos en una gasolinera con personal, no podríamos legalmente manipular el surtidor. Estaríamos cometiendo una infracción que se sanciona con hasta 100 €. La normativa, que hasta ahora no se había aplicado de manera estricta, podría cambiar drásticamente, provocando el fin del autoservicio en las estaciones tradicionales.
Las ‘low cost’, en la cuerda floja

Las gasolineras ‘low cost’ o de bajo precio han crecido como la espuma en la última década. Su modelo de negocio se basa precisamente en eliminar el personal, automatizar los procesos y ofrecer precios mucho más competitivos. El ahorro en ellas puede ir desde los 10 hasta los 20 céntimos por litro, lo que en un depósito medio de 50 L supone una diferencia de 5 a 10 € por repostaje.
Pero si se empieza a aplicar la ley de forma estricta, estas gasolineras podrían enfrentarse a inspecciones, sanciones y la obligación de contratar personal para cumplir con la normativa. Ello implicaría un aumento de costes operativos que podría recaer en el cliente final. Las nuevas regulaciones podrían ser decisivas para muchas pequeñas operadoras que no tienen el respaldo financiero de los grandes grupos energéticos.
¿Cómo puede cambiar tu forma de repostar?

Uno de los grandes atractivos de las gasolineras autoservicio es la rapidez. Abiertas 24 horas, sin esperas y sin necesidad de interactuar con nadie, permiten que el conductor tenga el control absoluto de la operación. Pero el cambio normativo podría transformarlo por completo. ¿Te imaginas tener que esperar a que un trabajador venga a echarte gasolina, incluso en plena madrugada?
Este modelo obligaría a muchas estaciones a reorganizar turnos, contratar personal nocturno y ajustar sus horarios. Para el usuario, se traduciría en menos disponibilidad, esperas más largas y probablemente un aumento del precio por litro. Es decir, adiós a la gasolina barata, rápida y sin complicaciones.
Las compañías grandes también se tambalean

Las grandes petroleras cuentan con más margen de maniobra, pero también notarán el impacto. Repsol, Galp, BP o Moeve han invertido en automatización en los últimos años, incorporando a su oferta gasolineras de autoservicio. Si la normativa obliga a contar siempre con personal cualificado, sus inversiones podrían perder valor o requerir costosos ajustes.
Además, tendrán que hacer frente a un dilema: ¿asumen el sobrecoste sin trasladarlo al consumidor, o ajustan los precios al alza? En un contexto en que el precio del combustible ya genera malestar entre los ciudadanos, cualquier movimiento será observado con lupa.
¿Cómo afecta la normativa a tu bolsillo?

Entonces, ¿vamos a pagar más por repostar? La respuesta, salvo milagro, es que sí. Si las gasolineras tienen que contratar personal, ampliar horarios y adaptar infraestructuras, ese gasto acabará llegando al cliente. Puede que no lo veamos de inmediato, pero lo notaremos poco a poco, céntimo a céntimo, cada vez que llenemos el depósito.
Además, el fin del modelo autoservicio podría suponer la desaparición progresiva de muchas gasolineras ‘low cost’, reduciendo la competencia en el mercado. Y menos competencia implica menos presión para mantener precios bajos. Repostar podría convertirse en una operación más cara, más lenta y con menos opciones donde elegir.
El futuro del repostaje: ¿y ahora qué?

El escenario resulta incierto. El Gobierno y las autoridades competentes podrían optar por revisar el reglamento y adaptarlo a la realidad del mercado, permitiendo el autoservicio con condiciones reforzadas de seguridad. Pero si se impone la ley estrictamente, podría provocar una reconversión del sector con consecuencias directas para todos.
Como conductor, lo mejor que puedes hacer es estar informado. Revisa si la gasolinera donde sueles repostar permite autoservicio legal y ten en cuenta que, si repostas por tu cuenta en una estación no autorizada, te expones a una multa de hasta 100 €. Así que mucho ojo; porque lo que puede parecer una simple rutina diaria, ahora tiene más gasolina de lo que imaginábamos.