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Conducimos el Mazda MX-30. Eléctrico, pero Mazda

El que conozca o haya seguido la trayectoría de Mazda sabe que para los de Hiroshima la solución más evidente o el camino que la mayoría sigue no tiene por qué ser el mejor. Ellos están acostumbrados a abrir su propio camino, muchas veces tratando de demostrar que la distancia más corta entre dos puntos no tiene por qué ser la línea recta.

Y su trayectoria -y este 2020 cumplen 100 años- está plagada de soluciones originales y caminos alternativos. Posiblemente los más recordados son el motor rotativo o la tecnología SkyActiv que, por ejemplo, cuando todos los fabricantes apostaban por el downsizing hizo que Mazda dijera que lo eficiente era el rightsizing… Y con ello siguen y con buenos resultados.

Pues bien, cuando Mazda anunció que se lanzaba a la propulsión eléctrica, quien más quien menos pensó en que seguro que no sorprenderían con alguna vía diferente a lo que ofrecen los eléctricos en otras marcas. Y no han defraudado. No es que hayan cambiado radicalmente las reglas; pero sí han aportado su propia visión de lo que debe ser la movilidad eléctrica. Y el MX-30 es fiel reflejo de esa filosofía tan particular de Mazda.

Sin pilar B y con portezuelas traseras

Para empezar sorprende por su estilo, una carrocería crossover con dos puertas y dos portezuelas traseras con las que se elimina el pilar B y se ofrece un acceso al interior más cómodo para la parte trasera. Una solución que recuerda inmediatamente al RX8, aquel coupé con motor rotativo de finales del siglo pasado. Una solución peculiar que, siendo benévolos, cuando menos necesita de adaptación. Otra cosa que llama la atención es su carrocería de crossover de buen tamaño -4,4 metros de longitud- que contrasta con su declarada filosofía de coche urbano. Porque a la ciudad es donde quiere dirigirse Mazda con este MX-30.

Hay más cosas llamativas, por ejemplo la apuesta por materiales alternativos, reciclados y reciclables como el corcho o el plástico PET de botellas para el recubrimiento del interior de las puertas. Una combinación de materiales que demuestra la apuesta por la sostenibilidad pero al mismo tiempo conforma un conjunto interior original en su propuesta y de gran calidad tanto visual como al tacto, con un acabado impecable.

Si seguimos buscando el ADN de diferenciación de Mazda lo seguiremos encontrando. Por ejemplo en su configuración técnica. Frente a la tendencia reinante de tratar de aumentar la autonomía para acabar con las reticencias de los posibles clientes, aquí lo que hay es una batería de la capacidad justa, 35,5 kWh cuando lo normal en modelos con los que pudiera rivalizar el japonés son alrededor de los 50 kWh. Pero en Mazda se apoyan en ese carácter urbano del coche, en que va a ser un segundo o tercer coche de la casa y en que una encuesta con usuarios de toda Europa dice que la media de kilómetros que un conductor tipo recorre al día ronda los 50. Por eso, con una batería homologada para 200 kilómetros debe sobrarle a la mayoría de posibles compradores.

Porque, además, una bateria de mayor capacidad es más ineficiente a lo largo de toda su vida, desde la fabricación al uso. Y en la firma de Hiroshima buscan la máxima eficiencia en toda la vida del coche y miden sus emisiones desde la fabricación del mismo a las fuentes de generación de la energía que consuma o el reciclaje de sus piezas y componentes una vez acabada su vida útil.

Como podeis ver, el Mazda MX-30 se aparta del pensamiento políticamente correcto en muchos aspectos. Pero lo que hay que ver es si con esta propuesta el nuevo modelo tiene un hueco en el mercado cada vez más competitivo de los modelos eléctricos.

Y a eso nos empeñamos en la toma de contacto que hemos tenido con él en Madrid y alrededores -había que valorar no solo su comportamiento urbano para el que está predestinado, sino también su comportamiento en carretera.

Tacto de combustión

Lo primero que hay que decir es que esa carrocería de tipo crossover con un cierto aire de coupé y sus originales puertas lo distinguen de cualquier otro modelo…. Y eso ya es un punto a su favor, pues eso le puede convertir un poco en objeto de capricho y luchar con los rivales más exclusivos, tipo MIni Cooper SE, DS 3 Crossback E-Tense, BMW i3 o el recién llegado Honda e. Y eso ya otorga valor diferencial al Mazda, pues frente al valor puramente práctico de un coche eléctrico añade el valor emocional de conducir un coche diferente a lo que hay en el mercado.

El recorrido nos deja más pistas del carácter de este MX-30. Por ejemplo su suavidad de manejo. Eso es una constante en general en los eléctricos; pero en este más. Porque, por ejemplo lo que en otros modelos es respuesta inmediata y contundente al acelerar -a veces demasiado brusca- aquí se ha suavizado con una respuesta al acelerador más progresiva y suave; que recuerda más a cómo se comportaría un modelo de combustión en esta situación.

Esa progresividad no hay que confundirla con falta de empuje; porque lo hay. Con sus 145 caballos el rendimiento es excelente para mover con ligereza al coche. Lo comprobamos en autovía donde mantiene cruceros de un gran rodador, aunque la limitación de velocidad a 140 km/h es otra de esas curiosidades de Mazda que, en este caso, no entendemos.

Frenada regenerativa para no tocar el freno

En ciudad muestra una gran manejabilidad, pese a su tamaño, que lo aleja del clásico urbano, se mueve como pez en el agua en la ciudad. La dirección es muy suave perfecta para maniobras. Y el sistema de regeneración de frenada que cuenta con cinco posiciones que intensifican o aligeran la frenada con solo subir o bajar con las levas del volante permite, en cuanto te acostumbras -lo cual es muy fácil- circular prácticamente sin tocar el freno en la urbe.

Y también en carretera, como se demuestra en un recorrido por carretera de doble sentido plagada de curvas, subidas y bajadas. Ahí circulamos a buen ritmo sin tocar el freno, solo intensificando la retención con las levas. Y además de descubrir otra forma -divertida, por cierto- de conducir, conseguimos ir recargando la batería para lograr una cifra de consumo bastante ajustada de la que luego hablaremos.

Hay que resaltar también el comportamietno en marcha, con un gran aplomo y un destacable grado de comodidad, con unas suspensiones con la firmeza justa. Recuerda en su comportamiento dinámico más a un modelo de combustión que a uno eléctrico, porque en Mazda han querido que fuera eléctrico pero no perdiera el carácter típico de la marca.

Con esas premisas demuestra que aunque su filosofía es la ciudad, en carretera cumple con nota y si hubieran plantareado una batería de más capacidad, ser un actor importante entre los eléctricos con más pretensiones fuera de la urbe.

Claro que eso lo reservan en Mazda para una futura versión de autonomía extendida. Porque Mazda se guarda una sorpresa en esta estrategia eléctrica. La marca ya ha anunciado que el MX-30 tendrá una versión que combinará electricidad con un pequeño motor rotativo -para el que está reservado el hueco bajo el capó delantero- que no moverá el coche, sino que se activará solo para recargar la batería eléctrica. Un sistema similar al Range Extender del BMW i3 o el sistema e-Power de Nissan que triunfa en Japón y que pronto veremos en Europa.

Nos queda, para hacer balance del recorrido, hablar del consumo. Y hay que decir que en un recorrido de 100 kilómetros nos ha sorprendido gratamente el resultado. Hemos hecho un uso como el de cualquier conductor, eso sí, tratando de aprovechar las ventajas de la tecnología de frenada regenerativa y el ordenador nos marca un gasto en esos 100 kilómetros por ciudad, autovía y carretera de 16,9 kWh, por debajo de los 19 kWh que homologa en ciclo WLTP.

El primer capítulo de la historia eléctrica de Mazda pinta bien; y el que quiera empezar a leerlo, ya puede hacerlo, pues el coche ya está en los concesionarios por un precio que parte de 34.375 euros. Y con otras opciones como el Rent & Drive por 279 euros al mes o la Flexi Opción por 199 euros al mes.