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Conducimos el Audi Q8. Más allá

Tener un SUV como el Q7 y un coupé de cuatro puertas como el A7 Sportback en la misma gama, es un lujo que solo se pueden permitir marcas muy premium; fabricantes que saben dar a cada modelo su identidad propia. Por eso, el Q7 es un todocamino -versátil, lujoso y eficaz como pocos- capaz de dar respuesta a las necesidades de las familias más exigentes. Y por eso mismo, el A7 Sportback reinterpreta el concepto de coupé para llevar la experiencia de conducción a mezclar perfectamente con una carrocería con la que pueda disfrutar una familia sin perder nada de deportividad, pero tampoco nada de la amplitud y versatilidad de un sedán clásico.

Con esos dos modelos asentados en sus respectivos segmentos del mercado, alguien en la marca alemana debió pensar que si se combinaban ambos conceptos el resultado podría ser muy interesante. Ese resultado se llama Q8; vio la luz hace un par de semanas en China y ahora lo hemos podido probar por primera vez en el desierto de Atacama, en Chile.

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La respuesta de Audi a X6 y GLE

Es cierto que el Q8 no nace por 'generación espontánea'; sino para dar respuesta a una demanda que existe en el mercado. Porque con el auge incontenible de los SUV, las marcas buscan nuevas fórmulas para seguir explotando y ampliando el filón de los todocamino y crossover. En esa tendencia, las marcas premium competidoras de Audi -BMW y Mercedes- lanzaron hace ya tiempo al mercado los primeros SUV coupé. X6 de BMW y GLE Coupé de Mercedes son, literalmente eso: SUV con una carrocería de aire coupé que se refleja en ambos en una caída del techo en la zona trasera que recuerda a modelos más deportivos. Le tocaba, por tanto, mover ficha a la marca de los aros. Y esta es su respuesta, un modelo para dar la batalla a sus rivales pero con armas que lo diferencian de estos.

Para empezar se distingue porque no responde a sus propuestas con un modelo de proporciones y estética coupé forzadas; sino con un SUV de aire deportivo pero acorde a los 'cánones de belleza del automóvil'. Es un todocamino, pero algo más bajo, con una ligera caída de techo en la parte trasera mucho más discreta que en sus contrincantes. No se reconoce como un coupé porque no lo es; y la vista, casi desde cualquier ángulo, nos recuerda a un Q7 pero diferente; más joven, más agresivo, más dinámico, más deportivo.

Unas medidas imponentes

Pero sin perder las virtudes del todocamino más grande de Audi. Porque con sus 4,98 metros de longitud, 1,99 de ancho y 1,70 de alto, el nuevo Q8 es ligeramente más corto, más ancho y más bajo que el Q7. En medidas no pierde, porque los 3 metros de distancia entre ejes garantizan una habitabilidad sobresaliente, las formas del techo no impiden una altura en las plazas traseras en las que mi 1,75 de altura ni roza en el interior y el maletero ofrece unos extraordinarios 605 litros de capacidad, que crecen hasta los 680 si adelantamos la banqueta de los asientos traseros.

La parte de SUV la cumple; y en la parte de coupé o de deportivo, con las virtudes del A7 Sportback, tampoco deja nada en el tintero. Así el Q8 incorpora características ya vistas en el A7, además de en otros de los más recientes modelos de la marca, como el A8 y el A6. Hablamos, por ejemplo de la dirección progresiva, que se hace más directa según se gira el volante o del eje trasero direccional -en opción- que favorece la maniobrabilidad del coche tanto a baja velocidad -al girar las ruedas traseras hasta 5 grados en dirección contraria a las delanteras con lo que reduce el radio de giro- como a alta velocidad -cuando las ruedas giran en el mismo sentido que las delanteras y así mejora la estabilidad. Si a eso unimos la tracción quattro, su mayor anchura respecto al Q7 y también una altura menor que este, está claro que el comportamiento va a ser claramente más dinámico. Aunque sin perder virtudes como una altura al suelo de 254 mm que le permiten adentrarse donde, evidentemente el A7 Sportback ni se lo plantea.

Añade además otras características para ofrecer el mejor comportamiento, a la altura de lo que se espera de un SUV como el Q7 o de un coupé como el A7. Dispone, de serie de una suspensión con regulación de dureza, pero en opción se puede modular el funcionamiento de la suspensión gracias al sistema de suspensión neumática adaptativa con ajuste de confort o deportivo; un elemento que permite modificar la altura de la carrocería hasta 90 milímetros en función de la situación del terreno. Se adapta a cualquier situación y le da al conductor la posibilidad de que lo haga, pues ofrece nada menos que 7 modos de conducción, incluyendo uno Allroad y otro Off road que varían la altura de la carrocería.

Tecnológico en cada detalle

Y llega con un arsenal de dispositivos de seguridad o de ayuda a la conducción que nos recuerdan que este Q8 parte de dos modelos de vanguardia en Audi. Puede disponer de hasta 5 sensores de radar, seis cámaras, doce sensores ultrasónicos y un escaner láser para controlar sistemas como el control de crucero adaptativo, el asistente de eficiencia, el asistente de cruce, el sistema de alerta por cambio involuntario de carril, el asistente de bordillos o la cámara de 360 grados.

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No nos olvidamos del interior donde también destaca el Black Panel con doble pantalla. La superior se encarga de controlar navegador, equipo de sonido, ordenador de viaje… la inferior es la que manej la climatización. Y ambas funcionan con el nuevo sistema háptico que hace un sonido de 'click' para confirmar que hemos seleccionado la función elegida. Y en la pantalla inferior también se puede escribir para que el sistema de infoentretenimiento del coche interprete tus órdenes y las obedezca. Además dispone de Audi Virtual Cockpit que convierte el cuadro de instrumentos en una gran pantalla configurable. Y si falta alguna manera de mostrar la información al conductor aún hay que sumar el 'Head up Display', de forma que al conductor le llega la información a través de todos los canales imaginables.

Por ahora, el diésel de 286 CV

La tecnología también está presente en una gama de motores que cuenta con los sistemas más avanzados de Audi. La llegada al mercado se producirá con el Q8 50 TDI, un motor 3.0 V6 de 286 caballos y un par 600 Nm. Gestionado por un cambio tiptronic de 8 velocidades, es capaz de alcanzar los 245 km/h de velocidad máxima con una aceleración de 0 a 100 km/h en solo 6,3 segundos. Y más adelante, se ofrecerán el Q8 45 TDI con un V6 diésel de 231 caballos y el Q8 55 TFSI, con el motor 3.0 de gasolina de 340 caballos. Todos los motores cuentan con la tecnología Mild Hybrid con batería de 48 voltios que permite circular mediante inercia con el motor desactivado o que el sistema start-stop entre en funcionamiento a 22 km/h. Eso supone una reducción de consumo de hasta 0,7 l/100 km. Y disponer de la etiqueta ECO de la DGT, que garantiza el acceso a las ciudades incluso en episodios de alta contaminación.

Con todas estas características lo que se debe esperar es un comportamiento dinámico que realmente distinga al Q8. Eso es lo que hemos tratado de averiguar en la presentación internacional de este modelo, en el desierto de Atacama. Unos parajes sorprendentes donde el Q8 muestra sus diferencias. Para empezar, nos ponemos al volante de la versión 55 TFSI, que aunque no sea la primera en llegar a España, será -hasta la previsible llegada del RS Q8, del que nadie habla aquí pero todos se sonríen al escuchar su nombre- el tope de la gama de gasolina. Las carreteras que nos van a llevar de San Pedro de Atacama -a 2.500 metros de altura- a algunos de los parajes de esta impresionante zona -hasta llegar a 4.500 metros sobre el nivel del mar- tienen de todo: pistas asfaltadas, sin asfaltar, caminos, curvas, rectas y un tobogán de subidas y bajadas… Hacemos el recorrido en caravana, con un coche que abre camino, pero con un ritmo vivo que nos permite analizar el comportamiento en una amplia variedad de terrenos; algunos de ellos -como una ruta off road- mucho más exigentes de lo que el futuro comprador de un Q8 va a recorrer nunca.

No valoramos prestaciones, porque a esta altura el rendimiento del motor está condicionado por las circunstancias de extrema altitud; pero sí valoramos sensaciones. Para empezar, al volante, el Q8 no parece medir cinco metros de longitud. Aunque básicamente la base es la del Q7 (están realizados sobre la misma plataforma y ambos se fabrican en la factoría de Bratislava) sus ligeras diferencias en volumen y dimensiones ayudan a mejorar su dinámica. Al ser más ancho y con el centro de gravedad más bajo, se asienta perfectamente sobre la carretera, parece más agarrado al asfalto. En marcha muestra un gran aplomo y menos inercias, debido a su menor volumen, que el Q7. Tiene brío a pesar de que el dato en la báscula está, con sus 2.145 kilos, por encima del peso del Q7. Y el feeling que transmite es de más vivacidad y deportividad. Las suspensiones, en este caso cuenta con la neumática, filtran muy bien aunque a veces, en carreteras con mucho bache y badenes, dan un poco sensación de ir flotando. Perfecta la dirección y los frenos, y magnífica la maniobrabilidad que ofrece el sistema de cuatro ruedas directrices. El cambio, en este caso el s tronic de doble embrague y 7 marchas redondea un conjunto magnífico.

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En junio, desde unos 85.000 euros

El siguiente es el diésel, una versión que cuenta con suspensión neumática adaptativa sport que mejora la de su hermano, pues ofrece aún mayor tacto y sensación de dureza, en absoluto incómoda, en esos lugares donde antes notábamos esa sensación de flotar. Y a las virtudes mencionadas para el gasolina hay que añadir, en el caso del diésel, ese mayor empuje desde abajo que ofrece gracias a un par disponible desde muy abajo. Cambio rápido y preciso, en este caso el tiptronic de 8 marchas y un confort de marcha excelente, tanto si vas de turismo como si decides sacarle el jugo. Dinamismo le sobra y carácter también. Dos cualidades que harán volver la vista hacia él a los que un Q7 les parece excesivamente familiar.

Porque este Q8 da la oportunidad de no renunciar a ninguna de las virtudes del Q7 y adornarlas con muchos de esos detalles que se esperan de un coupé como el A7 Sportback. Eso sí, a un precio que no será barato, porque para el lanzamiento, con el motor diésel de 286 caballos, el precio rondará los 85.000 euros. Un precio elevado, a falta de valorar versiones y equipamientos, para tener un coche que va más allá de lo que Audi ha hecho hasta ahora. En julio se abren los pedidos y a partir de septiembre, cuando se realicen las primeras entregas, se podrá comprobar que este Audi va aún más allá.