Ser adivino es imposible. Nadie tiene una bola de cristal para saber si el día va a ser bueno o malo… y una de las cosas que nos lo pueden amargar es una inoportuna avería. Pagaríamos para saber cuál es la vida útil de los componentes más sensibles de nuestro coche porque conocer cuántos kilómetros les queda nos podría ayudar a prevenir antes que curar. Conseguir esto es posible con el embrague.
Puede parecer progresivo, pero en realidad el periodo entre un embrague que está en buen estado y otro que ha dejado de funcionar correctamente es muy corto. De la noche a la mañana, nuestro embrague puede comenzar a dar problemas y este carácter imprevisible propicia que tengamos que hacer una sencilla prueba.
La vida del embrague depende del estilo de conducción
Ahora que ya te has llevado el susto del precio… qué mejor que intentar estirar la vida del embrague. Hay errores en la conducción que influyen en el desgaste de sus piezas individuales. A menudo, muchos de estos los hacemos inconscientemente. El primero es un fallo clásico, de autoescuela… y el más común. Si no pisas el pedal de embrague del todo al cambiar de marcha, el embrague no se separa correctamente y estarás dañándolo.
Mantener presionado el pedal de embrague con el semáforo en rojo, en vez de poner punto muerto, también es tentador, pero perjudicial para el embrague. Tanto como presionar ligeramente el pedal del embrague de manera constante cuando se conduce o cambiar de marcha y presionar el acelerador en un momento inadecuado.
