Entrando desde el puerto, donde conviene estacionar el vehículo, Cudillero nos recibe con una amplia oferta de bares, restaurantes y terrazas donde reponer fuerzas con productos del Cantábrico. Y alrededor, formando una especie de anfiteatro, las tradicionales casas de pescadores y marineros dibujando un laberinto de callejones y empinadas escaleras.