La DGT siempre ha estado en contra de la utilización de móviles y ‘smartphones’ al volante, y como principal motivo está, que las distracciones se han convertido en la principal causa de accidente mortal en las carreteras españolas.
La información sobre la posición y ubicación de los radares fijos es publica, y la propia DGT la difunde en sus web y redes sociales. Otra cosa distinta son los controles aleatorios y de campañas de vigilancia, que si se ven expuestos y a merced de las redes sociales de los conductores.
Las aplicaciones que los usuarios usan para captar y compartir esta información, avisando así de la posición de los radares tiene su lógica legal, pero no deja de impedir una labor policial siempre necesaria.
1Cuando no existía internet
Quienes conducimos desde las ultimas décadas del siglo pasado, poco o nada podíamos hacer frente a los radares, por entonces escasos, y los controles de velocidad también exiguos, por aquellas fechas.
Incluso los controles de alcoholemia eran muy distintos. Baste señalar, que la tasa permitida por entonces era del 0,8 y acarreaba una multa y no se perdían puntos, pues no existían.
Ahora todo ha cambiado. La llegada del teléfono móvil y de internet, que después se tradujo en la complicidad que aportan las redes sociales, ha puesto de manifiesto que las leyes tenían que cambiar.