La compañía de Molsheim sorprendió a todo el mundo cuando decidió crear un digno sucesor espiritual para su legendario Bugatti EB110. El resultado no fue otro superdeportivo que este Bugatti Centodieci, una criatura de la que tan solo serán ensamblados en su Atelier de Molsheim diez ejemplares. Y como acostumbra la casa francesa, cada uno de ellos no se entrega a su afortunado propietario con ‘0 kilómetros’.
Y es que al igual que sucede con el resto de modelos ofrecidos en la actualidad, cada uno de los diez Bugatti Centodieci que serán ensamblados se prueba por sus experimentados pilotos para que absolutamente nada falle en manos del cliente. Steve Jenny es el piloto de pruebas más veterano de la casa francesa y ha tenido el placer de poder recorrer más de 350.000 kilómetros conduciendo vehículos de la talla de los Veyron, Chrion, Divo, Centodieci o del sobrenatural La Voiture Noire.
Cada Bugatti Centodieci es conducido por Steve Jenny
Jenny tiene la tarea de garantizar que todos y cada uno de los vehículos que salen de Molsheim se conduzcan como debería ser habitual en todo Bugatti: sin imperfecciones. Y por sus experimentadas manos han pasado unos 800 vehículos, el último de todos ellos este impresionante Bugatti Centodieci acabado en un color exterior llamado EB110 Argent, el cual guarda una estrecha relación con el color que utilizó antaño su antepasado.
Precisamente esta unidad llegará a las manos de su propietario indicando un total de 350 kilómetros. Y es que por las carreteras que rodean el Atelier de Molsheim, Jenny ha recorrido al menos 300 kilómetros en un viaje que demanda de unas cinco horas. Esa ruta está formada por serpenteantes carreteras de montaña, autopistas y zonas urbanas por pintorescos pueblos de la región de Alsacia. Una ruta confeccionada a lo largo de años para replicar las condiciones que un conductor podría encontrar en su día a día.
La velocidad máxima del Bugatti Centodieci se limita a 380 km/h
Pero más allá de dar un agradable paseo, este Bugatti Centodieci también se conduce a altas velocidades en un circuito. Este y sus otros nueve hermanos más que pisar un circuito, se llevan a la pista de despegue de un aeropuerto local, donde se dibujan trazados que simulan slaloms, cambios de carril de emergencia, frenadas a alta velocidad… Y para rematar la jugada se lleva a su velocidad máxima, limitada a 380 km/h. Situaciones que permiten a Jenny analizar con precisión el comportamiento de cada deportivo de Molsheim.
Una vez efectuadas todas estas comprobaciones en carretera abierta y en circuito, cada Bugatti Centodieci se inspecciona con minuciosidad para detectar posibles desajustes en sus acabados, para luego ser llevado de nuevo al Atelier, donde se reemplaza el filtro de la caja de cambios o se coloca un juego de neumáticos a estrenar. Y cuando eso está hecho, se vuelve a dar otro paseo de unos 50 kilómetros adicionales.
8 millones sin impuestos cuesta cada Bugatti Centodieci
“No hay compromiso en la creación de un Bugatti, especialmente uno tan raro y único como el Centodieci”, describió Jenny. “Dado que solo se crearán 10, las oportunidades de conducir un automóvil tan extraordinario son tan raras que debemos redoblar nuestra atención durante el viaje final. Garantizar la perfección constante en cada Centodieci y cada Bugatti es extremadamente importante”.
Respecto al Bugatti Centodieci cabe recordar que se trata de un superdeportivo inspirado en el icónico Bugatti EB110. Construido sobre la base de un Chiron, esta criatura luce una carrocería específica, bajo la que se esconde el conocido bloque 8.0 W16 con cuatro turbos. Este es capaz de generar la friolera de 1.600 CV de potencia, que le permiten a este bólido alcanzar una velocidad máxima que ha sido limitada a 380 km/h. También gracias a su sistema de tracción a las cuatro ruedas puede acelerar de 0 a 100 km/h en 2,4 segundos.
Remata la jugada el hecho de que cada unidad de este Bugatti Centodieci ha sido adjudicada por ocho millones de euros… sin impuestos.
