La ansiedad es una emoción vital muy racional. Mucho más si lo pensamos fríamente sDVy nos damos cuenta de que nuestro cuerpo simplemente quiere prepararse física y mentalmente ante una posible amenaza. Incluso Eduard Punset advertía que puede ser positiva al volante… por algo sería. Pero es evidente que hay casos y casos. Los límites nunca deben sobrepasarse.
A nivel clínico, la ansiedad asociada al volante se trata de un tipo de trastorno que va más allá del miedo. Se podría decir que es un temor irracional a algo que no representa un peligro real y que se manifiesta a través de síntomas físicos, como es el caso de la sudoración, la taquicardia o las náuseas. También, eso sí, psicológicos… por cierto, nada desdeñables. El miedo a conducir, o amaxofobia, es un trastorno serio. Y no debemos pasarlo por alto.
1Los tiempos de reacción aumentan a causa de la ansiedad
El problema más importante que origina la ansiedad en la conducción es que el conductor puede sufrir mayor falta de concentración, tener un incremento en los tiempos de reacción, experimentar rigidez muscular, sudoración, temblores, tener pensamientos negativos e, incluso, irracionales. De hecho, según comentan expertos de Audi, «el afectado puede llegar a visualizar accidentes» y esto, además, «le puede suceder mientras conduce», aseveran.
Ignacio Morgado, por ejemplo, es un prestigioso catedrático de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona, que no da puntada sin hilo afirmando que «una ansiedad elevada podría afectar a los reflejos motores, a la atención, a la percepción de señales y circunstancias del tráfico y a la toma de decisiones en la conducción”. Quizás esto último es, de primeras, lo que más te puede preocupar si estás empezando con síntomas similares. Las dudas son malas compañeras al volante.