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Conducimos el deportivo Volkswagen T-Roc R. 300 CV y mucha marcha

La familia T-Roc ha crecido en los últimos meses con la llegada de su versión Cabriolet (se pondrá a la venta en 2020) y de este deportivo R, una criatura que puede tener el privilegio de haberse convertido en el primer SUV de la firma alemana en llevar esta denominación (eso sí, por el momento luce los emblemas antiguos) que implica ofrecer una dinámica y unas prestaciones que son dignas de alabanza.

Y es que bajo su capó delantero se esconde el conocido corazón 2.0 TSI que emplea su hermano, el Volkswagen Golf R, pero también sus 'primos' los Audi S3, Audi SQ2, Cupra Ateca… Una joya que puede presumir de ofrecer 300 CV de potencia y 400 Nm de par motor entre 2.000 y 5.200 rpm, que exclusivamente se acompaña del cambio DSG de 7 velocidades (ya ni el Golf R se ofrece con cambio manual como anteriormente) y de la efectiva tracción total 4Motion. Un dúo que es para enmarcar.

Fácilmente reconocible

Estéticamente se sabe desde el segundo uno que no es un Volkswagen T-Roc del montón. Sus tomas de refrigeración, sus detalles en negro brillante, la posibilidad de elegirlo en color Lapiz Blue (un tono que es exclusivo para los R de Volkswagen), sus llantas Spielberg de 18 pulgadas con gomas 215/50, sus cuatro escapes… Todo ello delatan a la versión más cañera del T-Roc.

Una vez dentro te acomodas en unos asientos que parecen moldeados para tu cuerpo y que cuentan con un tapizado específico que simula la fibra de carbono (en opción los hay en cuero). Pero para ser sinceros se echa en falta algo más que un volante con fondo plano y decorado con un 'R', además de unos pedales metálicos. Algo acorde a su potencial y que te indique que vas montado en la versión más potente y cara de la gama. Eso si, esta criatura no pierde un ápice de funcionalidad o de espacio interior frente a cualquier otro T-Roc, ya que ofrece unas plazas traseras muy amplias y cuenta con un maletero que ofrece 49 litros más que el de un Golf R (son 392 litros). Pero a pesar de todo son 213 litros menos que el de un Volkswagen Golf R Variant.

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Y otro detalle a mejorar son la abundancia de plásticos rígidos en el habitáculo (ni en las puertas hay un pedazo de material textil, ni la parte superior del salpicadero es blanda), lo que implica que sus acabados no estén a la altura de lo ofrecido por un Golf. Ahora bien, imaginamos que esto ha sido vital para que este T-Roc R presente un precio de partida sólo 565 euros superior al de un Golf R de cinco puertas (recordemos que en España arranca en 47.055 euros). También te diré que es 7.625 euros más 'asequible' que un Audi SQ2. Pero ojo porque un Cupra Ateca (más espacioso) cuesta 45.550 euros y un Volkswagen Golf R Variant arranca en 48.380 euros. Y este si que presume de funcionalidad y de dinámica.

Una dinámica de primera

Pero volvamos a este nuevo Volkswagen T-Roc R, cuyo corazón 2.0 TSI se deja notar desde el minuto uno, más si como en nuestro caso, tienes el privilegio y la cuenta tan saneada como para poderlo equipar con un sistema de escape desarrollado por Akrapovic. Está fabricado en titanio, pesa 7 kilos menos que el de serie y emite una melodía propia de la mejor banda sonora de cine, sobre todo cuando cortas gas, porque acelerando su sonido tampoco es que impresione para intentar justificar los escalofriantes 4.070 euros que Volkswagen pide por el. Y a los que deberás sumar los 675 euros del sistema de navegación (de serie si es cierto que tiene pantalla táctil de 8 pulgadas), los 1.310 euros del techo panorámico, los 430 euros del sistema de sonido Beats, los 410 euros de la alarma… Sin pasar por alto los 875 euros que Volkswagen pide por el chasis DCC, que bien podría ser de serie en esta versión, más tras comprobar como es capaz de variar el comportamiento del vehículo gracias a que puede adaptar la dureza de las suspensiones acorde al modo de conducción elegido: Eco, Confort, Normal, Race e Individual. Y a todos estos programas hay que añadir los diversos modos off-road que Volkswagen ofrece asociados a la tracción total 4Motion. No se para qué, pero los tiene. Y es que yo me imagino a nadie con este T-Roc R fuera de lo negro… Por voluntad propia, claro.

A su motor no se le pude poner ningún pero, pues te ofrece un potencial sobrenatural a cualquier régimen y se ayuda del cambio de doble embrague DSG de 7 velocidades, que además suma levas en el volante. Estas son demasiado pequeñas, pero las lleva. Gracias al sistema 'Launch Control', que es de serie, presume de poder acelerar de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos, lo que son dos décimas más que un Golf R, y te pega a sus asientos como con adhesivo. Además, es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 250 km/h, por lo que de prestaciones no va nada escaso este SUV.

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Tuvimos la suerte de poder conducirlo por carreteras del rally de Monte Carlo, un paraje ideal para saber de que es capaz este T-Roc R, que jamás te dará la impresión de medir casi 11 centímetros más que un Golf R (son 1.465 por 1.573 milímetros), salvo por tener un acceso al habitáculo más confortable. Aunque luego es cierto que la posición de conducción es como la de un turismo y lo que realmente sobra son centímetros extra hasta el techo. Y a todo ello también tienes que sumar que es 25 kilos más pesado (este T-Roc R pesa 1.575 kilos).

Sin embargo, este SUV apenas balancea, ayudado por un chasis 20 milímetros más bajo que el de cualquier otro T-Roc. Puedes negociar curvas y más curvas a un ritmo demoledor, y sin que intente darte ningún susto. Ahora bien, me hubiera gustado probarlo sin la suspensión DCC. Con ella, en modo Confort podrías viajar al fin del mundo, porque te aísla del exterior a la perfección, pero en Normal (este en realidad es como un programa Sport) o en Race es mucho más firme, sensación que se incrementaba en nuestro caso por unas gomas 235/40 R19, que son opcionales junto con las llantas Pretoria por 940 euros. Y si esta última configuración es la que lleva sin chasis DCC, te recomiendo ese desembolso extra.

Volkswagen ha modificado su sistema de tracción 4Motion con embrague Haldex para que envíe potencia al tren trasero mucho antes que en otras versiones. Esto se traduce en un mayor empuje de su zaga en la salida de las curvas y en mucha más diversión al volante. Ahora bien, para conseguirlo deberás colocar su control de tracción y estabilidad en modo Sport, porque sino te tratará como una madre, que te dejará ir realmente rápido, pero siempre por el sitio y sin sobresaltos. Por si fuera poco, su dirección también es de lo mejor del segmento.

Con los frenos Performance de serie

Tras su conjunto de llantas, Volkswagen ha decidido instalar el equipo de frenos Performance, que es opcional en los Golf R, pero de serie en este T-Roc. Y ojo, porque con este detalle, este SUV ya pasa a ser más asequible que el Golf, puesto que requiere un desembolso extra de 3.100 euros que piden por el paquete R Performance para el Golf R, el cual además de estos discos de freno de dos compuestos (tienen el núcleo de aluminio para ahorrar dos kilos de peso y la banda exterior de acero, además de que dicen que miden 17 pulgadas, algo imposible, porque eso son 431 milímetros, cuando los discos carbocerámicos de un Bugatti Chiron tienen 420 milímetros de diámetro), añade la dirección progresiva (de serie en este T-Roc R), las llantas de 19 pulgadas y elimina el limitador de velocidad para dejarle estirar hasta los 267 km/h.

Durante nuestra primera toma de contacto el gasto medio llegó a los 13,0 l/100 km. Son más que los 8,5 l/100 km que homologa la firma alemana, pero ya te digo que este deportivo no defrauda en ningún momento y que ese gasto deberás verlo como una inversión. Con un Golf R tampoco hubiéramos gastado menos, tampoco hubiéramos ido más rápido que con este T-Roc R, que si bien, no se puede considerar barato, porque acaricia los ocho millones de las antiguas pesetas. Es cierto que su equipamiento es muy completo (incluso hay cuadro digital de 10,25 pulgadas, faros Full LED, control de velocidad activo, acceso y arranque 'manos libres', diferentes asistentes de ayuda a la conducción…), pero que le faltan ciertos detalles para hacerlo perfecto. Y no sólo para ir a recoger a los niños al colegio o para hacer la compra los fines de semana.