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Jaguar F-Type Convertible S V8, explosión de sensaciones

Vaya por delante que la fuerte impresión causada por este F-Type S V8 de 495 CV durante una semana de pruebas no ha logrado borrar el grato recuerdo que guardamos de la versión intermedia en la gama del roadster británico, denominada también 'S' pero que se conforma con un V6 de 'sólo' 380 CV bajo su capó. Y no lo ha hecho porque, a nuestro juicio, aquella es una variante más lógica: cuesta 97.500 euros en lugar de 115.300, nos gratifica con una imagen similar -hay que mirarles los escapes o las llantas para hallar diferencias-, gasta algo menos en la práctica y, sobre todo, ofrece sensaciones y prestaciones 'suficientes', pues acelerar de 0 a 100 km/h en 4,9 segundos -le medimos 5,5-, alcanzar los 275 km/h de velocidad punta o recuperar de 80 a 120 km/h en 3,3 segundos son valores que le definen como un deportivo de raza.

Pero el F Type S con motor V8, sobrealimentado con un compresor Roots, va más allá, y se mete en el minoritario segmento de lo que venimos llamando 'superdeportivos', pues por dinamismo y 'brutalidad' -es el vocablo que mejor se ajusta a la realidad- poco tiene que envidiar a esas máquinas italianas con un caballo o un toro en el morro. No es el Jaguar más potente que hayamos conducido, honor reservado al XK-RS de 550 CV, pero sí el más rápido cuando tomamos de referencia la aceleración -4,3 segundos para alcanzar 100 km/h- y, sin duda, el más deportivo, pues como conjunto resulta más redondo un F-Type que un XK.

Motor V8 'monstruoso'

Basta con pulsar el botón que enciende el motor para sentir que ahí, dos metros por delante de nuestras manos, se esconde un 'monstruo', pues ya al ralentí intimida su típico sonido de V8. Y si empezamos a rodar, no hará falta acelerar con fuerza para constatar el poder de un roadster cuya relación entre peso y potencia es de 3,36 kg/CV. Los ocho cilindros empujan siempre, y durante un margen enorme -entre 2.500 y 5.500 vueltas- disfrutamos de los 63,8 mkg de par máximo, cifra que al combinarse con la caja automática Quickshift de ocho marchas y rápidas reacciones se traduce en un ímpetu sobrecogedor, como demuestran los tres segundos exactos que tarda en recuperar de 80 a 120 km/h.

Anuncia una punta de 300 km/h, y llegaría más allá de no ser por el limitador electrónico. En cuanto a la aceleración desde parado, los 4,7 segundos medidos se quedan a cuatro décimas de lo anunciado, y eso podría defraudar a los más puristas, pero os aseguramos que este F-Type S V8 te proyecta hacia el horizonte como si tuviese reactores, aunque en las arrancadas extremas tendremos la sensación de que el tren trasero, pese a los 295/30 R20 que monta y al arsenal de asistentes electrónicos, se las ve y se las desea para transmitir semejante caballería. ¿Cómo le sentaría la tracción total?

Muchos verán un sacrilegio en la pregunta, pero a partir de cierta potencia parece buena idea ofrecer un sistema que optimice la motricidad, aumente la eficacia y la seguridad, y permita disfrutar en más ocasiones de la mecánica que 'hemos pagado'. Los F-Type V6 de 340 y 380 CV son deportivos sensacionales, mientras que esta versión V8 cuadra mejor en clientes que sólo se conformen con lo más de lo más, o en aquellos muy curtidos al volante que tengan, además, la cabeza sobre los hombros. Los 495 CV lo convierten en un 'macho car' que exige máxima concentración al avivar el ritmo, y cuando buscamos los límites conviene seguir una regla: conducirlo sobre asfalto seco como si estuviera mojado, conducirlo en mojado como si hubiese nieve…

Selector para varios tipos de conducción

Por suerte, el británico cuenta con un selector que permite elegir entre los modos lluvia, hielo y nieve para circular con firme deslizante, pero incluso así deberemos poner los cinco sentidos en lo que hacemos, porque la zaga 'pide guerra'. De hecho, recomendaríamos no desactivar el estabilizador DSC salvo en circuito. En cualquier caso, el chasis está tan bien puesto a punto y las masas están tan equilibradas -el monocasco, de 261 kilos, es de aluminio- que acabaremos disfrutando de lo lindo a poco que hagamos bien las cosas: frenando en el sitio, acelerando en el momento justo y con la presión adecuada…

Con lo que empuja el motor, la obediencia que exhibe el morro en curva, lo rápida que es la dirección -2,4 vueltas- y lo bien y plano que pasa el F-Type por los virajes -esta versión tiene un diferencial trasero activo de control electrónico y suspensión adaptativa- la diversión está garantizada. Y no digamos con el modo dinámico activado: dirección más firme, cambio a una marcha superior a mayor régimen, amortiguación más firme y acelerador más sensible. Además, los ocho cilindros y los cuatro tubos de escape componen un concierto que pone el vello de punta, incluso si no pulsamos el botón que realza esa melodía bestial.

Frenos carbono cerámicos opcionales

En cuanto a los frenos, la versión V8 incluye los enormes discos Super Performance, opcionales con el V6 de 380 CV, lo cual es digno de agradecer; pero si el cliente de esta variante de 495 CV planea sacar todo el 'jugo' a la mecánica quizás debiera pensar en los frenos carbono cerámicos, un extra que cuesta 10.431 euros pero que optimiza el comportamiento. La frenada con los de serie es buena, pero 55,8 metros para parar desde 120 km/h es una distancia sólo correcta, y en un coche que corre como el demonio parece deseable contar con el mejor 'ancla' posible.

Relajémonos ahora y pensemos en usos 'civilizados': ¿sirve un F-Type de 495 CV para el día a día? Pues a pesar de la radicalidad que irradian muchas de las cosas comentadas debemos responder con un 'sí'. Por ejemplo, el consumo apenas supera los 11,1 litros homologados, salvo que le demos gusto al pie derecho. Es más, durante nuestra prueba realizamos un viaje por carretera y autovía, con frecuentes movimientos por ciudad, que saldamos con una media de 10,6 l/100 km, ayudados por la función Stop&Start -su funcionamiento es lento- y unos desarrollos muy largos -73 km/h por cada 1.000 rpm en la marcha final-, aunque bien elegidos. Vamos, que los 72 litros del tanque dieron de sí. Además, el biplaza de Jaguar es cómodo y transmite solidez, tiene un interior bien diseñado -votamos por unas levas fijas y un paravientos de serie-, cuenta con una capota eficaz -aísla bien, se quita y se pone con rapidez…- y ofrece un maletero de 196 litros, suficiente para fines de semana en pareja. Y el precio, de 115.300 euros, es casi una ganga, aunque apareja un equipo de serie demasiado pobre que obligará a tirar de la extensa y tentadora lista de opciones.