Jorge Mario Bergoglio –más conocido como Papa Francisco– acaba de estrenar un flamante Mercedes Clase G papamóvil 100 % eléctrico. Basado en el G 580 que en Motor 16 hemos tenido ocasión de probar, el nuevo carruaje del vicediós conmemora la larga tradición de Mercedes proporcionando vehículos al Vaticano y nos invita a mirar al pasado buscando el origen de los singualres papamóviles en general y del Clase G papal en particular.
Y es que uno de los mejores embajadores del Mercedes Clase G ha sido, sin duda, el Papa Juan Pablo II, quien popularizó el uso de los “papamóviles”; vehículos adaptados para que el Sumo Pontífice pudiera desplazarse y ser visto entre la multitud.
Hasta la llegada de Juan Pablo II, lo habitual era que los papas se desplazaran en público en carruajes tirados por caballos, en limusinas o berlinas convencionales como las que emplea cualquier autoridad o en la sedia gestatoria, una silla que los asistentes papales llevaban sobre los hombros. Esta silla dejó de usarse tras la muerte del Papa Pablo VI, en 1978. Juan Pablo I, que sucedió a Pablo VI y reinó solo 33 días antes de su muerte, fue el último papa que utilizó la sedia gestatoria.
Volviendo con los automóviles papales, Mercedes había sido proveedor de limusinas para el Vaticano desde que a finales de los años 20 entregara a Pío XI la limusina Nürburg 460, pero el primer papamóvil tardaría aún varias décadas en llegar.
La primera vez que Juan Pablo II viajó de forma oficial a su país natal, se desplazó en un pequeño camión blanco fabricado precisamente en Polonia, dando comienzo a la era de los papamóviles que, con frecuencia, eran automóviles de la industria local convenientemente modificados. Uno de los primeros y, sin duda, el más icónico papamóvil fue el Mercedes-Benz 230 G construido para la visita de Juan Pablo II a Alemania en 1980.
Así era el primer Clase G papamóvil
Se trataba de un modelo de batalla larga y carrocería de cinco puertas que había sido convenientemente modificado. Se había eliminado el techo, las puertas carecían de marcos, y todo el habitáculo desde el pilar B hasta la zaga había sido completamente reformado, con un piso elevado, un asiento trasero reubicado en la zona del maletero, iluminación, un potente equipo de aire acondicionado y barras doradas que permitían al Santo Padre asirse mientras permanecía cómodamente de pie en sus desplazamientos entre la multitud.
No obstante, la configuración inicial es mucho menos recordada que la del papamóvil completamente acristalado. Tras el intento de asesinato de Juan Pablo II por parte del turco Mehmet Ali Agca, el 13 de mayo de 1981, el papamóvil fue equipado con un acristalamiento integral a prueba de balas, otorgándole la peculiar e icónica silueta que hizo popular el vehículo en todo el mundo.
Así, el Mercedes-Benz 230 G pintado en un entonces inusual blanco nacarado acompañó al Papa Juan Pablo II en numerosos viajes por todo el mundo. A la primera unidad, de 1980, siguió un segundo modelo en 1982. En esta ocasión se trataba de un 230 GE, motor estrenado aquel año que, gracias a la inyección de combustible y otras mejoras, elevaba su potencia de los 91 a los 126 CV, mientras que el par motor crecía desde los 167 a los 192 Nm.
Un potente sistema de aire acondicionado en la acristalada parte trasera no sólo garantizaba una temperatura agradable en el compartimento del Santo Padre cuando brillaba el sol, sino que en climas húmedos y tiempo lluvioso evitaba que los cristales se empañaran. También se instalaron varios puntos de luz en los laterales, el suelo y el techo del compartimento del Clase G, de modo que la iluminación directa e indirecta hiciera más visible al Papa cuando oscureciera.
Los Clase G papamóvil cruzan el Atlántico
Dos unidades del Clase G papamóvil se utilizaron también en Estados Unidos en septiembre de 1987, donde fueron modificadas a petición del Servicio Secreto de los Estados Unidos para proporcionar acceso al compartimiento papal desde la cabina del conductor (hasta entonces independiente), un diseño que continuó siendo utilizado después del viaje.
El 14 de noviembre de 2007 entró en servicio el más moderno y confortable Mercedes-Benz G 500 de la serie W463, con motor V8 atmosférico de cinco litros, 292 CV y 456 Nm; un vehículo abierto que cuenta con una cubierta desmontable y se emplea principalmente para eventos en la Plaza de San Pedro, en El Vaticano.
Benedicto XVI, sucesor de Juan Pablo II y gran aficionado al mundo del automóvil, utilizó asiduamente un Mercedes-Benz ML 430 modificado como papamóvil con un habitáculo estanco acristalado, con su propio suministro de oxígeno y un sillón tapizado en cuero blanco que estaba dotado de un mecanismo de elevación hidráulico. No cabe duda de que el Clase M es más confortable, pero ningún papamóvil será tan icónico como el primer Mercedes 230 G acristalado, que puede contemplarse en el Museo Mercedes-Benz, en Stuttgart, Alemania.
Como curiosidad, en 2002, Juan Pablo II pidió a los medios de comunicación que dejaran de referirse al coche como el “papamóvil”, alegando que el término era “indigno”. Obviamente, no sirvió de nada. El papamóvil, su icónica imagen y la palabra que lo definen son ya parte de la cultura popular.