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Comparativa Peugeot 208 e-HDI 92 Allure y 2008 e-HDI 92 Allure. Sus diferencias les acercan

Al hilo del enfrentamiento entre los Renault Clio y Renault Captur, explicábamos la importancia del precio cuando se trata de escoger entre utilitarios. Y eso afecta también a los de un mismo fabricante, pues la decisión final de compra se deja en ocasiones para el último momento, cuando ya en el concesionario nos encontramos entre el Peugeot 208 y el Peugeot 2008, y el vendedor nos recuerda la factura de ambos. ¿Cuál elegir? Aquí explicaremos las ventajas y desventajas de cada uno, pero antes deberemos dejar claro lo que cuestan y, más importante, por cuánto nos sale un 208 y un 2008 cuando igualamos mecánica y equipamiento.

Precio real » El descuento… cuenta

Para esta segunda batalla entre utilitario tradicional y «crossover» hemos elegido los 208 y 2008 dotados del motor diésel 1.6 e-HDi 92 -probablemente, el más lógico para un uso normal-; y como nivel de acabado, el atractivo Allure, que de serie trae casi todo lo importante -climatizador bizona, ocho airbag, ESP, regulador/limitador de velocidad, faros antiniebla, sensores de lluvia y luz, llantas de aleación…- y ofrece opciones no disponibles en las variantes más baratas. Para el 208 e-HDi 92 Allure se anuncia un precio de 18.630 euros, pero la factura baja ahora 1.850 euros gracias al descuento, que deja el coste real en 16.780 euros. En cuanto al 2008 e-HDi 92 Allure, rige un precio oficial de 20.850 euros, pero con la promoción vigente -no tan generosa como la de su «hermano»- disminuye a 19.840 euros. Es decir, 3.060 euros de distancia, que es un mundo.

Pero nuestros fríos cálculos no concluyen ahí, pues aunque ambos comparten nivel Allure, el equipamiento no es exactamente el mismo. Por ejemplo, el 208 no lleva ni puede llevar el asistente de arranque en cuesta «Hill Assist», de serie en el 2008, cuyo acabado Allure implica también de serie los elevalunas eléctricos traseros y el sensor de aparcamiento posterior, elementos ambos opcionales en el 208 Allure -200 y 250 euros, respectivamente- que en nuestras cuentas aminoran 450 euros la diferencia de precio. En resumen: el 2008 analizado cuesta, «grosso modo», 2.610 euros más que el 208 comparable.

Esa diferencia, que muchos estimarán prohibitiva, tiene una primera justificación: el 2008 no sólo presenta imagen SUV, sino que aporta algunas de las cualidades exigibles a un auténtico todocamino, como una mayor distancia libre al suelo -16,5 centímetros-, protectores de bajos que «tranquilizan» al circular por pistas irregulares y un antipatinamiento optimizado -el Grip Control- al que le vemos bastante sentido de cara al invierno. No alcanza la eficacia sobre firme deslizante de un sistema de tracción total, pero con nieve, hielo o barro mejora claramente la motricidad, ayudado por los neumáticos All Seasons «M+S» -de «mud and snow»-, que son de serie y rinden bien bajo esas condiciones en las que un neumático normal pierde agarre: temperaturas próximas a 0 grados, carreteras «blancas», lluvia intensa… En fin, que un 2008 con Grip Control pasará por sitios en los que un 208, pese a su control de tracción ASR, tendrá más problemas.

Sin embargo, somos conscientes de que las palabras «rodera», «nieve», «arena» o «fango» no abundan en el vocabulario de la mayoría de usuarios, que sólo verán en 208 y 2008 dos diseños diferentes para un mismo tipo de vehículo: el utilitario.

Ellos deben saber, por ejemplo, que estos dos vehículos comparten plataforma y mecánica, y que en sus respectivos habitáculos hay más puntos en común que los existentes en los de Renault Clio y Captur. En el caso de los Peugeot, el salpicadero o los asientos son idénticos, y también la distancia entre ejes, de manera que apenas hay diferencia de amplitud. Y si la hay, no es la imaginable. Porque la cota de anchura es similar, tanto delante como en una segunda fila que acoge mejor a tres ocupantes que los modelos de Renault probados hace una semana, pues hay cinco centímetros más al nivel de las caderas. A lo largo, 208 y 2008 también ofrecen un espacio parecido, y si medimos la altura al techo vence el primero al segundo -no parece lógico si consideramos que el «crossover» es 96 milímetros más alto que el 208-, aunque hay explicación para ello: en el 2008 vamos sentados mucho más arriba, detalle que se agradece al entrar y salir, al fijar una silla infantil en la segunda fila -tendremos que doblarnos menos- o al circular por ciudad, pues controlamos nuestro entorno un poquito mejor.

Además, los casi 20 centímetros extra de longitud del 2008 -15 de ellos corresponden a su mayor voladizo posterior- se notan al colocar equipaje, pues tiene un maletero de 350 litros, por los 285 de su rival, que para ser tan corto -casi todos sus competidores rebasan los cuatro metros- no descuida ese capítulo. Y el 2008 no sólo toma ventaja por capacidad de transporte, sino que también facilita la estiba con un plano de carga 85 milímetros más próximo al suelo.

Los dos modelos se benefician de una buena calidad de terminación, de unos estupendos asientos delanteros -son cómodos y sujetan- y de un diseño interior que, además de original, acaba convenciendo. Nos referimos sobre todo a lo que la firma francesa denomina «i-Cockpit», y que es el resultado de combinar un volante muy pequeño -tras los primeros minutos de sorpresa todo el mundo se habitúa-, una instrumentación sobreelevada que permite controlar los relojes sin apartar la vista de la calzada y una pantalla táctil de buen tamaño -7 pulgadas- que viene de serie y está a mano. Centraliza muchas funciones -no todas, pues los mandos de climatización presiden la consola- y puede completarse con el navegador -500 euros- o con las diferentes aplicaciones disponibles en Peugeot Connect Apps, cuya primera suscripción anual cuesta 315 euros.

No hay muchas críticas que hacer en relación a los habitáculos de nuestros protagonistas, aunque alguna cosa podría mejorarse. Así, la calefacción de los asientos delanteros -forma parte del Pack Cuero opcional- no tiene un testigo en el cuadro y se controla mediante una rueda en el flanco de las banquetas que manejaremos «a ciegas», y sin saber si apagamos o encendemos. Puestos a pedir, querríamos también que la banqueta posterior del 2008 se pudiera desplazar longitudinalmente -la del Captur lo hace, y es práctico- o que el cambio manual tuviese mejor tacto, pues resulta algo ruidoso. Para los urbanitas, o para quienes odien cambiar, Peugeot ofrece la caja manual pilotada ETG6 -un cambio automático «de facto», pero no tan rápido- por sólo 500 euros. Aunque, curiosamente, en el 2008 e-HDi 92 sólo se combina con el nivel Active, no con el Allure.

Dinamismo » Los dos van realmente bien

Una vez en marcha, los dos modelos resultan plenamente convincentes, pues destacan por su agrado general de uso, el gran comportamiento del que presumen y, sobre todo, el buen resultado que da el motor 1.6 e-HDi en esta versión de 92 caballos dotada de función de ahorro «Stop&Start». Parte de la responsabilidad de ese notable rendimiento radica en el peso, pues si el 208 es ligero, el 2008 sólo añade 80 kilos a pesar de su tamaño extra. Eso, unido a unos cambios de desarrollos bien elegidos y a un motor con 23,5 mkg de par máximo a 1.750 vueltas, da como resultado unas prestaciones más que satisfactorias en ambos. Y si acelerando desde parado existe una cierta ventaja para el utilitario frente al «crossover» -de 0 a 100 km/h, al 208 le hemos medido 11,4 segundos, por los 12,2 cronometrados al 2008-, esa diferencia se diluye casi por completo al recuperar velocidad una vez en marcha, pues usando quinta el 208 pasa de 80 a 120 km/h en 13,3 segundos, por los 13,5 de su «hermano». Y es que, al volante, da la impresión de que andan lo mismo; todo un piropo para un 2008 cuyos argumentos no terminan ahí, pues también nos ha sorprendido con un consumo real -5,4 l/100 km-sólo dos décimas por encima del medido al 208. La misma diferencia, por cierto, que hay entre los promedios oficiales: 3,8 litros de gasóleo anuncia el 208 y 4,0 el 2008. Además, Peugeot mantiene las buenas costumbres y ofrece un depósito «de los de verdad», con 50 litros que dan para mucho entre cada repostaje.

Si el dinamismo en términos de prestaciones o consumo viene marcado por la igualdad, en lo que concierne al comportamiento encontramos más diferencias. La mayor, sin duda, tiene que ver con los frenos; y no porque sean distintos -discos ventilados delante y discos macizos detrás en ambos modelos- sino porque el 208 presume de distancias de detención cortas -52,9 metros desde 120 km/h- y en el 2008 son bastante más largas por sus neumáticos «M+S». Tengamos en cuenta que siempre realizamos nuestras mediciones sobre asfalto seco, donde ese tipo de cubierta se muestra algo menos eficaz al límite.

Y es curioso, porque en curva no hemos apreciado tanta diferencia. De hecho, en virajes rápidos -los de autovía- o medios el 2008 gira con la misma actitud aplomada y noble que el 208. Además, el «crossover» de Peugeot transmite también mucha seguridad -balancea poco, y eso ayuda- en vías más retorcidas, aunque en ese escenario tomará ventaja el más pequeño del dúo, que 'culebrea' como pocos gracias a su ligereza y recortado tamaño, pero sobre todo a un chasis con la impronta de la marca del león: suspensión eficaz y bien tarada, neumáticos de la medida idónea, dirección de estupendo tacto, un control de estabilidad que no se entromete pero que está ahí cuando se le necesita… Quede claro, eso sí, que estamos hablando de ritmos de marcha «alegres», porque si pensamos en ritmos turísticos un 208 y un 2008 se comportarán con idéntica soltura al afrontar cualquier carretera de montaña. Y no digamos al circular por las vías periféricas que rodean la ciudad o callejeando por su casco antiguo.