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Peugeot 208 GTi. GTi sí, radical, no

Hace algunos años, tantos como 21, fui propietario de un Peugeot 309 GTI, una joya de la época que presumía de 130 caballos de potencia y con el que disfruté como un loco. El motor era el mismo que llevaba la última versión del mítico 205 GTI, 'tatarabuelo' de nuestro protagonista y modelo legendario tanto por prestaciones como por sensaciones.

Saga 205, 206, 207 GTi

Luego llegó una travesía en la que tomaron el mando el 206 GTI y el 207 RC, hasta llegar al punto actual, en el que Peugeot ha vuelto a la esencia del inicio con este 'juguete' denominado 208 GTI.

Quizás porque los tiempos cambian o porque hay que ser más práctico, la idea nunca ha sido hacer un vehículo radical o de circuito, sino un automóvil de altísimas prestaciones, pero sin resultar un 'extremista'. Nos explicamos. Su estética es evidentemente deportiva, con tintes muy personales pero sin grandes alardes o decoros. Se nota que es un GTI, pero sin aturdir…

Motor 1.6 THP BMW-PSA

Bajo el capó encontramos un propulsor 1.6 THP desarrollado por PSA en colaboración con BMW, lo que ya es toda una garantía. Cuenta con inyección directa, turbo e intercooler en sus entrañas, y eroga 200 caballos de potencia. Palabras mayores.

Arrancamos y el sonido no abruma, ni mucho menos. Al acelerar más a fondo los decibelios sí delatan ya su espíritu rebelde. Iniciamos la marcha, callejeamos, sufrimos los rigores de la gran ciudad con sus atascos, semáforos y 'guardias tumbados' y nos damos cuenta de que somos uno más. El propulsor es un purasangre pero cuenta con una respuesta a bajo régimen que, por buena, no es propia de un vehículo con este talante.

Incluso los tarados de la suspensión, a pesar de montar unos muelles y amortiguadores más firmes, son lo suficientemente 'amables' como para que en el día a día no se conviertan en un suplicio.

Salimos de la urbe y nos dirigimos a nuestro trazado habitual de pruebas. En autopista ya nos adelanta una parte de sus posibilidades, pero lo mejor está por llegar. Ya en circuito cerrado, y a solas, nos preparamos para sacarle todo el jugo al 208 GTI. Iniciamos las mediciones: gas a fondo… y sale sin estridencias, con naturalidad hasta acariciar las 6.700 rpm. Insertamos marchas sin ceder tiempo y quedamos perplejos porque esperábamos más contundencia.

Muy rápido

Sin embargo, cuando analizamos los tiempos casi nos llevamos las manos a la cabeza: 6,8 segundos en el paso de 0 a 100 km/h, 27,7 en el primer kilómetro desde parado y 230 km/h de velocidad punta. Vamos, que pone contra las cuerdas al más pintado. Lo que pasa es que el motor resulta tan progresivo en su funcionamiento -no sufre altibajos- que 'anda' mucho, casi vuela, pero no lo parece. No transmite la sensación de un motor turboalimentado purasangre pero al final los tiempos sí salen. ¡Y de qué manera!

Incluso el sonido del motor que llega hasta el interior del habitáculo no resulta 'masculino' para un 200 caballos. Y ahora hacemos la pregunta: ¿Necesitamos más decibelios para creernos que estamos ante un GTI o es mejor gozar de las prestaciones de un GTI pero sin acabar con dolor de cabeza tras un largo recorrido?

Un chasis de categoría

Llega el momento de hacer curvas y realizar el exigente eslalon entre hileras de conos. Antes hemos señalado que no es precisamente una tabla y pueden surgir dudas… pero duran solamente lo que tardamos en hacer dos movimientos severos de volante, los necesarios para comprobar que estamos ante un vehículo ágil y noble en sus reacciones.

No hay inclinaciones severas de la carrocería y en apoyos fuertes es natural que una de las ruedas quede en el aire. El tren delantero entra con facilidad y el trasero ayuda a redondear el giro con total naturalidad. Sólo en situaciones críticas el morro tiende a seguir recto, momento en el que la electrónica entra en acción. Por cierto, el control de estabilidad se puede desconectar por completo, algo que no ocurre con el resto de la gama. Y para los curiosos y amantes de los números, señalar que las barras estabilizadoras del GTI son más gruesas y las vías, más anchas -10 milímetros delante y 20 detrás- que en el resto de sus 'hermanos'.

La dirección quizás no sea demasiado directa -2,8 vueltas entre topes-, pero el pequeño diámetro del volante facilita la cosas, aunque si de nosotros dependiese suprimiríamos el achatamiento de la parte inferior. Y nada que reprochar al cambio, con un tacto más que correcto en la palanca y unos desarrollos acertados en sus seis relaciones.

En el aspecto dinámico nos queda por analizar las distancias de frenado, que son más o menos las esperadas… Pero sin matrícula de honor. Los cuatro discos ventilados tienen mayor diámetro, y para los neumáticos recurre a unos generosos 205/45 R17.

Tampoco podemos hacer sangre con los consumos, moderados pese a su enorme potencial, y eso que no contempla un sistema 'Start/Stop' del motor, tan efectivo para ahorrar en ciudad.

Interior amplio y buen equipamiento de serie

Por su parte, el interior del 208 GTI cuenta con personalidad propia, aunque hereda el original puesto de conducción del resto de la gama, con el volante muy bajo y el cuadro de mandos que se lee por encima. Detalles cromados en volante, pedales o palanca del cambio, costuras en rojo y tapizados en piel negra rematan un conjunto con una sugerente calidad de terminación. Las butacas delanteras gozan de una mayor sujeción lateral que en otros 208, y aunque el espacio no abruma en la parte trasera, está bien aprovechado si tenemos en cuenta el tamaño exterior del coche, mientras que el maletero anuncia un volumen de 285 litros.

Por último, el equipamiento de serie contempla el climatizador bizonal, un ordenador de viaje, el control de velocidad de crucero, una pantalla táctil, seis airbag y bluetooth, entre otros elementos. Y en opción dispone de un sistema de aparcamiento automático.