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Probamos el Opel Grandland X diésel más potente

Desde su estreno oficial en el último Salón de Francfort, en septiembre del pasado año, Opel ya ha acumulado más de 70.000 pedidos del Grandland X, su nuevo SUV de talla media (4,48 metros de longitud y maletero de 514 litros), un duro rival de Nissan Qashqai, Hyundai Tucson, Kia Sportage, Seat Ateca o Renault Kadjar; y también por supuesto de su pariente cercano, el Peugeot 3008, con el que comparte plataforma, mecánica y varias cosas más. De hecho, los dos motores ofrecidos hasta la fecha (el 1.2 tricilíndrico de gasolina de 130 CV y el diésel 1.6 de cuatro cilindros y 120 CV) son de origen PSA, y ocurre lo mismo con este 2.0 diésel de 177 CV (usado en varios modelos de Citroën, Peugeot y DS) que necesariamente se asocia a la transmisión automática EAT8 de 8 marchas, desarrollada por la empresa japonesa Aisin y procedente también del banco de órganos de PSA.

El nuevo Grandland X 2.0Turbo D, que no sólo presume de esos 177 CV generados a 3.750 rpm sino también de un generoso par de 40,8 mkg a 2.000 vueltas, pasa a ser la opción más atractiva para esos usuarios con necesidades familiares que buscan un todocamino de buenas prestaciones pero con un consumo moderado, pues homologa una velocidad punta de 214 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en sólo 9,1 segundos pero, a la vez, tiene un consumo medio de 4,8 l/100 km y unas emisiones de CO2 de sólo 126 g/km. Lógicamente, los promedios reales serán algo más altos, aunque preferimos por ahora no dar datos concretos porque el recorrido de nuestro primer contacto tenía mucha autopista y bastante carretera serpenteante que afrontamos a ritmo vivo, y las conclusiones en esas circunstancias se alejan de usos más cotidianos.

Prestaciones enérgicas

En cambio, sí podemos contar más cosas sobre el rendimiento y la forma de andar del Grandland X más potente, que convence plenamente por su respuesta. Y aunque es bastante más pesado que la versión diésel de 120 CV (1.575 kilos frente a 1.392), podemos hablar de brío en las aceleraciones desde parado o al recuperar velocidad cuando nos incorporamos a una autopista o realizamos un adelantamiento. Sensación de energía que, sin embargo, se combina con un funcionamiento suave y progresivo, y con una sonoridad moderada, ya que el 2.0 Turbo D sólo hace notar su condición diésel al acelerar con ganas desde baja velocidad. Por el contrario, manteniendo cruceros sostenidos el confort de marcha es notable.

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A ese agrado general contribuye la transmisión automática de ocho marchas, que no es de doble embrague pero funciona con rapidez y, sobre todo, gran suavidad. Y es, además, el único cambio disponible con esta moderna caja, pues no se contempla una versión manual. No obstante, le podemos poner alguna objeción, como la ausencia de levas en el volante o de un modo Sport que personalice su respuesta de cara a lograr un funcionamiento aún más deportivo, retrasando por ejemplo la inserción de una marcha superior cuando aceleramos con fuerza.

Dotado como sus hermanos de gama de tracción delantera, el comportamiento del Grandland X acompaña, pues el aumento de peso y de prestaciones no plantea problemas a un chasis bien calibrado y donde estabilidad, frenos o dirección se muestran a la altura de los ritmos que podemos mantener. Y le vienen muy bien los 235/50 sobre llanta 19 que equipa, y que son el neumático de serie con el nuevo acabado Ultimate, único al que se vincula este motor (nos gustaría que hubiese también un Grandland X de 177 con un menor nivel de equipamiento). En opción podemos solicitar el control de tracción optimizado IntelliGrip, con cinco programas a elegir según el tipo de superficie por el que vayamos a circular.

Avanzadas ayudas a la conducción

Su precio es de 39.800 euros, e incluye de serie avanzadas ayudas de conducción como Alerta de Colisión Frontal con detección de peatones y frenada automática de emergencia, la Alerta de Fatiga del Conductor, el Asistente Avanzado de Aparcamiento y la Cámara de Visión de 360 grados, e incluso los faros delanteros con Sistema de Iluminación Adaptativa AFL LED, dotados de luz de curva, asistente de luces largas y nivelación automática. Y este nuevo acabado Ultimate se ofrece también desde ahora para el motor de gasolina de 130 CV, en ese caso con un precio de 31.350 euros.

Como vemos, la gama Grandland X va creciendo, y se esperan muchas más novedades de aquí a un año. Por ejemplo, al finalizar la primavera el actual motor diésel 1.6 de 120 CV cederá su sitio al nuevo 1.5 (también de origen PSA), desplegado en versiones de 100 y 130 CV, esta última disponible también con el completo nivel Ultimate por 34.250 euros. Poco más tarde, a finales de verano, llega un motor 1.6 Turbo de gasolina con 180 CV, vinculado al cambio EAT8, mientras que para 2019 se espera el Grandland X PHEV, cuya mecánica híbrida enchufable apareja tracción a las cuatro ruedas.