En la vasta experiencia que he acumulado durante más de tres décadas en el ámbito periodístico digital en España, he observado que las multas de tráfico son un tema de recurrente interés y, muchas veces, de sorpresa para los conductores. La Dirección General de Tráfico (DGT) no solo está al acecho de las infracciones en movimiento, sino que también puede sancionar a aquellos vehículos que no han abandonado su lugar de estacionamiento.
¿Acaso dejar el coche parado nos exime de cumplir con la normativa? La respuesta es un rotundo no. A continuación, desentrañaremos algunas de esas sanciones que podrían pillarnos desprevenidos, incluso sin arrancar el motor.
ESTACIONAR DONDE NO DEBES: MÁS QUE UNA MOLESTIA

Aparcar en un lugar prohibido puede parecer inocuo, pero la realidad es que la DGT se muestra implacable ante tales actos. Cuando aparcamos indebidamente, ya sea en zonas de carga y descarga, en áreas para personas con movilidad reducida sin la acreditación necesaria, o sobre la acera obstaculizando el paso de peatones, estamos incurriendo en una infracción grave. Las sanciones económicas para estos ilícitos varían, además de que el vehículo podría acabar en el depósito municipal.
El tiempo no perdona y, en este caso, no hace falta que esté en marcha; la DGT contempla la caducidad de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV). Si un agente constata que un vehículo tiene la ITV caducada, aunque este no haya circulado ni un metro, el propietario recibirá una sanción. Y es que la responsabilidad de mantener al día la documentación y condiciones del vehículo recae enteramente en el propietario.
ZONAS RESTRINGIDAS Y EL EMBROLLO DE LAS AUTORIZACIONES
Las áreas de acceso limitado en centros urbanos son cada vez más frecuentes. Muchas ciudades han implementado sistemas de control para preservar el medio ambiente o descongestionar el tráfico. Si un vehículo es detectado en una de estas áreas sin la preceptiva autorización, aun estando estacionado, la multa está garantizada. Es vital estar al tanto de las regulaciones locales y asegurar que, si nuestro destino está dentro de una de esas zonas, tengamos derecho a entrar.
La tecnología moderna ha dado paso a los vehículos híbridos y eléctricos, cuyos propietarios a veces gozan de prerrogativas especiales, como tarifas de estacionamiento reducidas o el acceso a sectores restringidos. Sin embargo, si un turismo diésel o gasolina sin distintivo ambiental oportuno se asienta en una plaza específicamente designada para vehículos eco, el error nos costará caro. Estos espacios están claramente marcados y no prestarse a confusiones es responsabilidad del conductor.
CUANDO LA TRANQUILIDAD SE CONVIERTE EN MULTA

Puede que estemos disfrutando de una tranquila tarde de café dentro del coche mientras este está estacionado, pero ojo con dejar el motor encendido. La lucha contra la contaminación atmosférica ha llevado a la DGT a sancionar a aquellos que, aún sin mover el vehículo, contribuyen al problema. El motor en marcha sin una necesidad justificada no sólo afecta al entorno, sino también a nuestro bolsillo.
Por último, aunque menos conocida, la infracción por aparcamiento excesivo también puede ocasionar una multa. Algunos municipios limitan el tiempo que un vehículo puede permanecer estacionado en la vía pública sin movimiento, especialmente en zonas de alta demanda. Esto se hace para asegurar una rotación adecuada de los espacios de aparcamiento. La policía local puede tomar nota de nuestra matrícula y, si tras un periodo determinado el coche sigue en el mismo sitio, nos podríamos enfrentar a una pena económica.
UN MANTENIMIENTO ESCASO PUEDE COSTAR CARO
El estado de los neumáticos es un tema serio. Utilizar neumáticos en mal estado, con un dibujo desgastado bajo el límite legal de 1.6 mm, o ruedas no adecuadas para las condiciones climáticas, como las de verano durante el invierno, no solo pueden comprometer la seguridad de quienes viajan en el vehículo, sino que también representan una infracción sancionable con una multa, independientemente de si el coche está en marcha o no. Lógicamente, es una cuestión que un ojo experto, como el de un agente de la Guardia Civil, puede identificar sin dificultad alguna durante sus inspecciones rutinarias.
En el ámbito de los elementos de seguridad, una ausencia que salta a la vista es la de la placa de matrícula. Si por algún motivo esta se ha perdido o está ilegible, aunque nuestro coche, moto o scooter no haya recorrido un solo metro, es motivo suficiente para que nos enfrentemos a una sanción. La identificación clara y correcta de nuestro vehículo es un requisito legal ineludible.
Cabe mencionar la relevancia de la documentación que debe acompañar siempre al conductor. Las multas por falta de papeles como el permiso de circulación o el seguro del vehículo, estén en regla o no, son otro escollo que puede surgir incluso cuando el coche no se ha movido. No es raro que un control policial en plena vía se convierta en el escenario de una sanción por estos descuidos, que en muchas ocasiones derivan de una desorganización personal del conductor.
SANCIONES QUE SURGEN DE LA INMOVILIDAD

Ahora bien, más allá de las multas directamente relacionadas con el estado y posicionamiento del vehículo, existen otras que, aunque menos obvias, no son menos importantes. Por ejemplo, las derivadas de no respetar las normativas de la ciudad en cuanto a los periodos y zonas de estacionamiento regulado. Aunque no transgredamos ninguna ley de tráfico al usar el móvil o el sistema de navegación mientras el coche está detenido, si lo hacemos con el motor encendido y en una zona de estacionamiento regulado sin el ticket correspondiente o fuera del tiempo pagado, podemos recibir una multa.
Por otro lado, aunque parezca sacado de una ficción distópica, el hecho de tener instalados en el coche dispositivos inhibidores de radar o mecanismos para impedir la labor de vigilancia de las autoridades, es un hecho sancionable. No importa si el coche está en marcha o no, el mero hecho de poseer estos aparatos es considerado una infracción muy grave por la DGT, y está sujeto a fuertes penalizaciones económicas, además del correspondiente decomiso de los dispositivos.
PRECAUCIONES EXTRAS PARA EVITAR SORPRESAS
Por último, tomando en cuenta todas las posibles faltas que pueden acarrear multas incluso sin mover el vehículo, es clave recordar la importancia de la prevención y el cumplimiento consciente de las normas de tráfico. Desde revisar regularmente el estado de nuestro transporte, hasta mantener al día toda la documentación y conocer a fondo las ordenanzas locales, son pasos sencillos pero vitales para evitar encontrarnos con sanciones inesperadas.
En resumen, la mejor manera de evitar multas sorpresa por parte de la DGT es asumir una actitud proactiva en el mantenimiento y correcto uso del coche o scooter, siempre alineados con la legalidad vigente. Y, por supuesto, nunca está de más hacer una revisión comprensiva de qué implica cada tipo de infracción, una información que podemos encontrar con facilidad en la página de la DGT o consultando la normativa específica de tráfico y circulación.