El icónico Toro ha trascendido su origen como parte de una campaña publicitaria en 1956 para convertirse en un símbolo arraigado en la identidad española. A pesar del inicial rechazo de la marca, Prieto, su creador, perseveró con su diseño distintivo de un toro en silueta, desafiante y vigilante hacia el horizonte, convencido de su potencial impacto.
La evolución desde su primera encarnación en madera en 1957 hasta su transformación en chapa metálica en 1961, no solo marcó su adaptabilidad al entorno, sino también su creciente importancia cultural.
Una ola de apoyo público para salvarlo de su desaparición, fue la respuesta masiva que evidenció la profunda conexión emocional que la sociedad española tenía con la emblemática figura.
Finalmente, en un hito para la protección del patrimonio histórico, el Parlamento español otorgó un indulto en 1994, reconociendo su valor artístico y cultural.
5Declaración de patrimonio histórico

En un momento crucial en 1994, el Parlamento español respondió a la presión popular otorgando un indulto al toro, reconociendo su valor artístico y cultural. Esta decisión marcó un hito en la protección del patrimonio histórico, asegurando la supervivencia futura de la icónica silueta.
La importancia del toro se consolidó aún más en Andalucía, donde la Consejería de Cultura lo inscribió en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz y lo declaró Monumento Histórico Andaluz en 1997. Este reconocimiento oficial subrayó la significación del toro como un símbolo arraigado en la identidad regional y nacional.