La movilidad está cambiando a un ritmo frenético, y el coche eléctrico ya no es una rareza reservada a los más pioneros, sino una alternativa real para miles de conductores en España. Sin embargo, dar el salto a lo eléctrico plantea todavía muchas dudas: el precio de adquisición, la autonomía, la red de carga o incluso el temor a que la tecnología se quede obsoleta en pocos años. En este escenario, cada vez más personas buscan fórmulas de acceso que les permitan conducir un eléctrico sin hipotecar su bolsillo ni asumir riesgos innecesarios.
Una de esas soluciones, que está ganando terreno de forma imparable, es el renting flexible. Esta modalidad, que combina todas las ventajas de tener un coche nuevo con la tranquilidad de no comprometerse a largo plazo, se ha convertido en la puerta de entrada ideal para quienes quieren probar un coche eléctrico. Según un reciente estudio de Northgate, uno de cada cuatro conductores interesados en adquirir un eléctrico lo haría precisamente a través del renting flexible.
2Un contexto de cambio: sostenibilidad y ahorro en el centro del debate

La transición hacia un modelo de movilidad más sostenible no es solo una tendencia, sino una obligación marcada por las normativas europeas. Ciudades como Madrid o Barcelona ya restringen el acceso de los vehículos más contaminantes a sus zonas de bajas emisiones, y en pocos años, el veto será aún más amplio. El coche eléctrico se perfila como la mejor solución para moverse libremente sin restricciones.
A esto se suma un factor económico que no pasa desapercibido: el precio del combustible. Con las continuas subidas en los carburantes tradicionales, el ahorro al conducir un coche eléctrico puede ser muy considerable. De hecho, estudios recientes muestran que recorrer 100 kilómetros con electricidad cuesta hasta un 70% menos que hacerlo con gasolina o diésel, siempre que se aprovechen tarifas de carga en horarios valle o en puntos públicos gratuitos.