En la historia del mundo del automóvil hay modelos que no solo se recuerdan por sus ventas o por su diseño, sino por lo que simbolizan. El Hyundai Pony es uno de ellos. Nacido en una Corea del Sur que aún se reconstruía tras la guerra, fue el primer automóvil diseñado, desarrollado y fabricado en el país. Un proyecto ambicioso que no solo dio a luz un coche, sino que sentó las bases de toda una industria nacional.
A comienzos de los años setenta, Hyundai Motor Company ya era un actor fundamental en el desarrollo del país. Fundada por Ju-yung Chung, la compañía había participado en la creación de infraestructuras clave —carreteras, puentes, fábricas— que impulsaron la modernización coreana. Pero Chung tenía un objetivo aún más audaz: demostrar que Corea podía producir un automóvil propio, competitivo y accesible, capaz de representar su progreso tecnológico.

Comenzó con Mitsubishi como socio
El desafío era monumental. Corea del Sur carecía de una tradición automovilística consolidada, y Hyundai debía construir casi desde cero las capacidades necesarias. Para ello, la empresa adoptó una visión global desde el principio. Se asoció con Mitsubishi Motors, que aportó su tecnología mecánica basada en el Lancer, y recurrió al talento de Giorgetto Giugiaro, el célebre diseñador italiano de Italdesign, autor de iconos como el Volkswagen Golf. De esa fusión de ingenio coreano y experiencia internacional nació el Hyundai Pony, un vehículo compacto, robusto y moderno que reflejaba el espíritu de una nación en movimiento.
El proceso de aprendizaje fue tan importante como el resultado. Hyundai envió a diez ingenieros coreanos a Turín para formarse durante un año en las instalaciones de Italdesign. Allí aprendieron los fundamentos del diseño, la construcción de carrocerías y la gestión del proceso productivo. Aquella experiencia transformó su manera de entender la ingeniería y consolidó las bases para el futuro desarrollo autónomo de Hyundai.
Debutó en 1974 en Turín

El Pony debutó oficialmente en el Salón del Automóvil de Turín en octubre de 1974, convirtiéndose en el primer modelo coreano exhibido en un evento internacional. Su producción comenzó un año después en la planta de Ulsan, con un 90 por ciento de componentes fabricados localmente. Compacto, eficiente y asequible, el Pony fue pensado para responder a las necesidades de una sociedad en rápida urbanización. Su diseño hatchback de cinco plazas ofrecía una imagen moderna, un interior funcional y mecánicas sencillas —motores de 1.2 y 1.4 litros—, fáciles de mantener y de bajo consumo.
Pero lo que distinguió realmente al Pony fue su enfoque práctico. Incorporaba soluciones ingeniosas, como asientos traseros abatibles, un asiento del copiloto reclinable y un portón trasero desbloqueable desde el puesto del conductor. Su estructura sólida, la presencia de frenos de disco delanteros y los cinturones en todas las plazas reflejaban un compromiso temprano con la seguridad. Era un coche diseñado no solo para moverse, sino para durar.

El coche más vendido con diferencia en su debut
El público coreano lo adoptó rápidamente. En su primer año completo de ventas, el Hyundai Pony alcanzó una cuota del 44 por ciento del mercado nacional y se convirtió en el coche más vendido del país. Fue el primer automóvil propio de miles de familias y un símbolo del progreso económico de la nación. Pero su impacto no se detuvo en Corea: en 1976, la marca coreana comenzó a exportarlo al Reino Unido, convirtiéndose en el primer automóvil coreano vendido en el extranjero. En los años siguientes, llegaría a Europa, Sudamérica y África, abriendo el camino para la expansión global de la marca.
La historia del Pony continuó con la llegada del Pony II en 1982, un modelo más refinado que consolidó la reputación de Hyundai en mercados internacionales. En 1986, su evolución, el Pony Excel, cruzó el umbral de Estados Unidos, marcando la entrada definitiva de la industria automovilística coreana en el mayor mercado del mundo.

Su legado sigue presente
Hoy, medio siglo después, el espíritu del Hyundai Pony sigue presente en la filosofía de Hyundai. Su diseño y su propósito de democratizar la movilidad se reflejan en modelos como el IONIQ 5, cuyo perfil retrofuturista evoca las líneas geométricas del Pony original, o en el N Vision 74, una reinterpretación del prototipo Pony Coupé de 1974 que combina herencia y tecnología de hidrógeno. Incluso el INSTER (prueba de este modelo), reciente eléctrico urbano, continúa esa idea de accesibilidad y avance.
Más que un coche, el Hyundai Pony fue una declaración de intenciones. Representó la capacidad de un país para reinventarse, aprender y competir con los grandes. Su legado no solo vive en los archivos de la marca, sino en cada vehículo Hyundai que hoy circula por el mundo. Como aquel primer Pony, todos ellos comparten la misma ambición: acercar el futuro a las personas, con el mismo espíritu pionero que, en 1975, hizo galopar a Corea hacia la modernidad.
Fotos: Hyundai.





























