En invierno, entrar en el coche y poner a tope la calefacción es una reacción casi instintiva. Y comprensible, porque la sensación térmica en esta época puede ser muy desagradable. Pero la DGT avisa de un error que puede poner en peligro la seguridad. Pasar calor puede ser tan peligroso como conducir bajo los efectos del alcohol, mientras que el frío te puede jugar una mala pasada.
La clave está en encontrar un punto de equilibrio, y la DGT habla sobre cuál es esa temperatura ideal para conducir seguro.
3Adaptar la conducción al entorno es fundamental
Controlar la temperatura interior es vital, pero no podemos olvidar que en invierno nos enfrentamos a un entorno hostil fuera del vehículo. Durante los meses más fríos se producen fenómenos adversos como lluvia, nieve, hielo, viento y niebla. Estos factores incrementan el riesgo de accidente y nos obligan a estar en plenas facultades físicas y mentales, algo que solo conseguiremos si respetamos la temperatura interior adecuada.
Solo en 2024, la lluvia estuvo presente en casi 3.400 siniestros con víctimas. Para combatir esto, además de reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad, necesitas que la climatización de tu coche funcione bien para evitar que los cristales se empañen y pierdas visibilidad.
El hielo y la nieve son otros grandes enemigos de la conducción. La nieve puede ocultar las marcas viales y las señales horizontales, desorientando al conductor. El hielo, por su parte, es aún más peligroso porque a menudo es invisible. Esas placas de hielo suelen formarse en zonas sombrías o puentes cuando la temperatura exterior baja de los 3 grados. Aquí es donde la capacidad de reacción es crucial. Si tienes demasiado calor y estás adormilado, no detectarás a tiempo ese brillo en el asfalto que indica que hay hielo.
Para afrontar todas estas situaciones externas, el confort interior es una gran ayuda. Si dentro del coche vas a la temperatura correcta como recomienda la DGT y con la mente despejada, tendrás muchas más posibilidades de reaccionar a tiempo ante una racha de viento imprevista o un banco de niebla repentino.
Al final, todo suma para tu seguridad. La próxima vez que subas al coche, recuerda buscar el equilibrio.
