Natalia tiene 39 años, más de quince de experiencia como profesora de autoescuela y una habilidad especial para transmitir a sus alumnos la importancia de conducir con respeto, cabeza y prudencia. Entre señales, exámenes prácticos y maniobras en zonas industriales, asegura que hay una lección que ninguno de sus alumnos olvida jamás: la historia de Mansfield, un caso trágico que cambió para siempre la normativa relacionada con los vehículos pesados. Cada vez que alguien se acerca demasiado a un camión, ella repite el mismo nombre y, de inmediato, nota cómo el alumno se recoloca en el carril y aumenta la distancia de seguridad sin que nadie tenga que insistirle.
En un contexto en el que las carreteras están cada vez más saturadas, la convivencia entre turismos y vehículos de gran tonelaje se convierte en un elemento clave para reducir riesgos. Chocar contra un camión no es comparable a un golpe con otro coche: el peso, la altura, la visibilidad y la distancia de frenado cambian por completo las reglas del juego. Por eso, Natalia ha hecho de esa anécdota histórica una herramienta pedagógica efectiva y, según afirma entre risas, “más útil que cien diapositivas llenas de texto”. Pero tras la broma se esconde un mensaje profundo y necesario.
1Quién es Natalia y por qué insiste tanto en esa lección
Natalia empezó a trabajar con apenas 23 años recién obtenida la titulación como profesora de formación vial. Con el tiempo, ha visto todo tipo de perfiles: jóvenes nerviosos, adultos que necesitan el carnet por trabajo, personas mayores que buscan recuperar seguridad… pero a todos les transmite la misma idea: en la carretera no estamos solos y, si no entendemos cómo se mueve un vehículo grande, estamos en inferioridad.
Como instructora, explica que no desea infundir miedo, pero sí respeto. “Un turismo puede frenar en pocos metros, pero un camión necesita hasta cuatro veces más distancia. Si te pegas demasiado, no te ve. Y si no te ve, desapareces para él”. Su mensaje no es alarmista, sino práctico. Los alumnos lo entienden rápido porque pueden comprobarlo en la práctica: basta acercarse un poco para descubrir que, desde el retrovisor del camión, el coche compacto queda completamente oculto.








