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La Fórmula 1, a la gresca: cuando la mejor defensa es el ataque


Hasta Christian Horner miró hacia otro lado, con gesto de desconcierto. Había recibido un reproche envuelto en papel de regalo en plena gala de entrega de premios de la FIA, el pasado más de diciembre. El responsable de Red Bull recibía el trofeo de campeón manos de Stefano Domenicali, el máximo responsable de la Fórmula 1. Repentinamente, el presidente de la Federación Internacional se dirigió a Horner. «Christian, esta copa no tiene nada que ver con el límite presupuestario. Esta es de la FIA, así que no te la vamos a descontar de tu límite presupuestario. «Es muy generoso. Ben Sulayem remató ante la sorpresa generalizada: «Mejor, no te atrevas a decir nada», le contestó entre sonrisas. Domenicali, el CEO del campeonato de Fórmula 1, detuvo el inesperado cruce dialéctico en semejante acto público. La alusión a la gestión del GP de Japón por parte de Horner (no estaba claro cuándo terminaba la carrera y los puntos a conceder) desató los mordaces comentarios del presidente.

Aquel incidente dejó entrever una actitud inédita hasta el momento en el presidente de la FIA. El diálogo tenía como trasfondo el conflicto generado por la gestión del exceso presupuestario de Red Bull en 2021, que terminó en una fuerte sanción. Lo que ocurrió entre bastidores en los despachos hasta su resolución solo lo saben los protagonistas, pero las palabras del presidente confirmaban que hubo mar de fondo entre la institución y el equipo austríaco.

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Christian Horner de Red Bull, Stefano Domenicali, de la Fórmula 1 y Mohammed Ben Sulayem, de la FIA.

El primer año de Ben Sulayem al frente de la FIA, marcado por la relación con la Fórmula 1

Desde entonces, aquella señal ha sido confirmada con otros gestos y posicionamientos públicos más contundentes en su actitud con la Fórmula 1. Después de un primer año de mandato al frente de la FIA, Ben Sulayem ha debido experimentar de la compleja experiencia que supone con la interrelación tanto con FOM (Formula 1) como con los equipos, y ha comenzado a aplicar aquella máxima de que la mejor defensa es un buen ataque. Pero el clima está alcanzando una elevada temperatura ante su reciente y último posicionamiento público sobre el valor de la Fórmula 1 ante el rumor de una posible oferta de compra por parte de un consorcio árabe. Hasta aquí hemos llegado, parece haber dicho Domenicali y compañía.

Antes, en enero, Mohammed Ben Sulayem ha querido plantar los pies a aquellos pilotos que buscan ir más allá de su función deportiva, en clara alusión en Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, quienes más se ha distinguido al respecto. «No queremos tener a la FIA como una plataforma para agendas personales privadas». El presidente ha puesto pie en pared ante la escalada de manifestaciones públicas sobre temas sociales y políticos de los pilotos. Hamilton contestó que no querría seguir corriendo si no podía defender sus causas favoritas dentro del marco de la Formula 1. El guante está lanzando durante esta temporada, y está por ver hasta qué punto Hamilton admite o no las últimas directrices de la FIA.

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Ben Sulayem con Lewis Hamilton.

Sin embargo, Ben Sulayem tenía en la recámara obuses de mayor calibre para marcar el territorio frente a FOM y las escuadras protagonistas del la Fórmula 1. “Le he pedido a mi equipo de la FIA que analice el lanzamiento de un proceso de “Expresión de Interés” para posibles nuevos equipos para el Campeonato Mundial de F1 de la FIA”. También en enero, el presidente de la FIA anunciaba públicamente la apertura de un tema tabú para los equipos, y espinoso para Stefano Domenicali: la incorporación de nuevos participantes, lo que supondría diluir los ingresos que las escuadras actuales reciben derivados de la explotación comercial de la Formula 1.

La FIA abre la puerta a nuevos equipos en la Fórmula 1

Efectivamente, a la semana siguiente Andretti Autosport y Cadillac se acogían a esa “expresión de interés” para entrar en la Fórmula 1. A través de un comunicado oficial, FOM cuestionaba elegantemente dicha posibilidad, y recordaba que también tenía su cuota de decisión al respecto. “Es sorprendente que haya habido alguna reacción adversa a las noticias de Cadillac y Andretti. La FIA ha aceptado las inscripciones de organizaciones más pequeñas y exitosas en los últimos años. Deberíamos alentar a las posibles entradas de F1 de fabricantes globales como GM y ‘carreristas’ de pura raza como Andretti y otros”. Más tarde, el propio Sulayem reconocía que la Fórmula 1 podría llegar a parrillas de doce equipos.

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La dinámica confirmaba los nuevos derroteros en la relación de la FIA con la Fórmula 1. Fruto quizás del episodio anterior, llegó quizás el último, donde el fragor iba a alcanzar más intensidad si cabe con el último y sorprendente movimiento de Ben Sulayem, que ha elevado la tensión hasta extremos desconocidos desde que asumió el mandato de la FIA. Cabe recordar que tanto la FIA como FOM participan en la gestión de la Fórmula 1 en el ámbito de sus diferentes competencias. La Federación, en la organización del campeonato. FOM, en su gestión comercial. Y durante la pasada temporada y en los últimos tiempos ha habido choque de trenes sobre quién tiene capacidad de decisión según qué materias.

«Se recomienda a cualquier comprador potencial que aplique el sentido común, considere el bien mayor del deporte y presente un plan claro y sostenible, no solo una gran cantidad de dinero. Es nuestro deber considerar cuál será el impacto futuro para los promotores en términos de mayores tarifas de y otros costos comerciales, y cualquier impacto adverso que pueda tener en los aficionados». ¿A santo de qué avisar a potenciales compradores sobre el valor de la Fórmula? Ben Sulayem se descolgaba con unos sorprendentes tweets en su cuenta personal para cuestionar el valor atribuido a la Formula 1 en un rumor aparecido días antes sobre una posible negociación de venta según la cual Liberty habría recibido una oferta de 20 mil millones de dólares, muy superior a los 8.500 pagados por su adquisición en 2017.

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Domenicali y Ben Sulayem.

Este es el enfrentamiento más intenso entre la FIA y la Fórmula 1

Era evidente que Ben Sulayem había entrado deliberadamente en el terreno comercial. Y con semejante posicionamiento, también reclamaba la participación de la FIA en caso de una posible venta de la Fórmula 1. Si FOM y los equipos entraban a decidir qué equipos -y fabricantes- podrían participar en el campeonato, -una potestad de la Federación, considera- la FIA puede entrar a valorar la salud del campeonato si alguien decidía pagar cantidades desorbitantes que luego, obviamente, hay que rentabilizar, con el impacto correspondiente para la salud del campeonato, venía a decir Ben Sulayem.

Lógicamente, FOM y Liberty Media se dieron por aludido. “Las declaraciones a los medios oficiales de redes sociales, interfieren con nuestros derechos de manera inaceptable” recordando que “las circunstancias en las que la FIA jugaría algún papel en el cambio de control de la Fórmula 1 son muy limitadas”. Los abogados de Liberty Media que redactaron la carta dirigida a varios estamentos de la FIA advertían muy claramente que esta debía ser la última vez que Ben Sulayem y la federación entraban en el terreno comercial. Un guante que, a tenor del enfrentamiento entre ambas partes, será interesante cómo es recogido por el presidente ante los temas abiertos.

Este es el enfrentamiento más tenso habido entre la FIA y el propietario de la Fórmula 1 desde que llegó Liberty Media a la Fórmula, reminiscencia de la dura pugna entre la FISA de Jean Marie Balestre y Bernie Ecclestone en la pasada década de los años ochenta. Se trata de un cruce de espadas para dirimir hasta dónde cada uno de los contendientes invade el territorio del otro. La gestión de los grandes premios por parte de la FIA -de dudosa eficacia en 2023, y con efectos para los intereses comerciales de Liberty Media-, la entrada de nuevos equipos, la capacidad de intervención en caso de venta… Son varios temas los que apuntan a una temporada caliente en el plano político. Y Mohammed Ben Sulayem ya ha aprendido una lección clave en la Fórmula 1: si no eres tú quien come a tu rival, será al contrario.