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850i, el SuperBMW
05 de Agosto de 1989
Era noticia la llegada de un BMW de alta tecnología, un super BMW de 6 velocidades, amortiguación de control electrónico, 12 cilindros -como sólo ofrecían Jaguar o Ferrari- capaz de 300 cv y de alcanzar los 250 km/h, limitados electrónicamente en consenso con Mercedes. Este modelo, que venía para sustituir a la gama 6 que databa de 1976, se presentaría oficialmente en septiembre en el Salón de Francfort.
Noticia era también la nueva gama Peugeot para 1990, que ofrecía leves variaciones estéticas exteriores -como las tres barras de su calandra delantera o sus luces traseras estilo 405- y en su cuadro de mandos, ahora de mayor calidad. Esta nueva gama para 1990 incluía el nuevo 309 GTI 16 de 160 caballos y otras variaciones, como la versión SRD Turbo que ofrecía 78 caballos, en ambos casos en busca de mayores prestaciones.
Igualmente, llegaban al mercado novedosas variantes de modelos habituales que databan de 1985 y de 1984, como el Seat Málaga GLX o el Alfa Romeo 33 Blueline, versiones ambas caracterizadas por una potenciación de su equipo.
El coche probado era un Porsche muy potente, el 928 S 4 GT (14.419.589 pesetas y 330 caballos). Tanto dinero -que daba para pagar el alto de gama de BMW (el 750), de Mercedes (el 560 SEL) o de Audi (el V 8), pero no para comprar un 911 Turbo Cabrio- ofrecía unas excelentes prestaciones (273,8 km/h de velocidad máxima y 14,2 y 25,7 segundos para hacer desde parado los 400 y los 1.000 metros), así como un acabado de calidad y una mecánica brillante; sin embargo, a pesar de un precio tan elevado, el 928 seguía sin ofrecer suficiente espacio en las plazas trasera y en el maletero (200 litros).
Otro coche probado era el Nissan Patrol de 6 cilindros (3.678.050 pesetas en versión TD Top line de 115 caballos y 2.486.000 pesetas en versión corta de gasolina y 136 caballos). Este sólido TT gozaba de virtudes como sus motores potentes y elásticos, el fácil manejo de su palanca de cambios o la amplitud de la versión larga, pero no carecía de defectos como su alto consumo (que en la versión de gasolina podía llegar a los 25 litros cada 100 kilómetros...), su excesivo voladizo posterior o la sensibilidad a la temperatura exterior alta de su motor TD, que en este caso funcionaba de modo deficiente, mermada su potencia.
En lo deportivo había que recordar el Gran Premio de Alemania de Fórmula 1 donde el triunfo había sido para el McLaren-Honda de Alain Prost, que no por ello aventajaba la clasificación para el mundial, liderada por Ayrton Senna.