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Prueba del Mazda CX-5 2.0 e-Skyactiv G MHEV Newground: Un SUV poco convencional

La primera generación del Mazda CX-5 se lanzó al mercado en 2012. Cinco años más tarde llegaría la segunda entrega, que recientemente ha experimentado una actualización que afecta tanto a la gama como a aspectos técnicos y de equipamiento.

De entrada, el sistema de información y entretenimiento ya es compatible de forma inalámbrica con Apple CarPlay y Android Auto, si bien la interfaz para conmutar entre estos sistemas y el software nativo de Mazda no es muy intuitiva, y la pantalla central se ha quedado algo pequeña comparada con lo que ofrece la competencia. Hay además un monitor de visión 360º, y se introducen nuevos equipamientos. El acabado Newground (el de la unidad de pruebas), se sitúa en la parte intermedia de la gama.

Aparte de esto, Mazda asegura que se han revisado los motores, la suspensión y la dirección asistida eléctrica. Adicionalmente, el módulo de ESP cuenta ahora con control de vectorización del par, afinado para usarse tanto en asfalto como en campo, si bien esta versión carece de tracción total. Por último, Mazda asegura también que se ha reducido el ruido que llega al interior y se han aumentado las ayudas a la conducción.

Mazda CX 5 prueba skyactiv g 13 Motor16

Un poco habitual motor atmosférico para el Mazda CX-5

La actual gama del Mazda CX-5 se ofrece con motores turbodiésel de 2,2 litros, así como gasolina, atmosféricos, de 2,0 y 2,5 litros, dotados ambos de hibridación ligera a 24 voltios. En nuestro caso, disponemos del motor más pequeño, que desarrolla un par máximo de 213 Nm a 4.000 r.p.m., lo que le permite entregar 165 CV a 6.000 vueltas.

Se trata de un propulsor de carrera larga y muy alta relación de compresión (13,5:1), lo que se traduce en un buen rendimiento a medio régimen, una enorme suavidad y, en general, una sensación de “pereza”, de dificultad para subir de vueltas, que nos hará tener que jugar mucho con el cambio de marchas si queremos circular con cierta agilidad.

Lo ideal, no obstante, es renunciar a esa agilidad, adoptar un ritmo tranquilo y emplearse a fondo con el cambio para tratar de mantener siempre el motor a un régimen de giro reducido de cara a lograr el mínimo consumo posible.

En cualquier caso, tanto si lo empleamos para exprimir el motor como para buscar la máxima eficiencia, el cambio de este Mazda CX-5 tiene un manejo agradable, bastante preciso, con unos desarrollos muy largos que nos permiten circular en sexta a 120 km/h a poco más de 2.500 vueltas pero que incrementan la sensación de falta de brío o de “coche pesado”.

Mazda CX 5 prueba skyactiv g 24 Motor16

El Mazda CX-5 destaca por su confort

Dicho todo esto, lo que más nos gusta del Mazda CX-5 es su capacidad para viajar de forma relajada y, en el caso de las versiones de tracción total (que no es éste), la versatilidad que aporta para circular con garantías fuera del asfalto.

El puesto de conducción ofrece mandos completos para manejar el climatizador y una botonera bien ordenada y de buen tacto en el volante. Los asientos son cómodos, hay abundante espacio en las plazas traseras, que cuentan con prácticas conexiones USB en el reposabrazos central, y el motor apenas transmite ruido al interior del habitáculo.

Algunos detalles del Mazda CX-5 nos hacen pensar que estamos ante un vehículo de gama alta, como la calidad general de la cadena cinemática o la destacable precisión en los ajustes de los diferentes paneles y componentes interiores, si bien los materiales, en línea general, son convencionales.

La suspensión está impecablemente puesta a punto, los frenos ofrecen un agradable mordiente, la dirección tiene un tacto que “casi” nos recuerda al de las desaparecidas asistencias hidráulicas y, si nos esmeramos, podemos obtener unos consumos bastante bajos, por debajo de los siete litros cada 100 km, que es un excelente valor para un SUV mediano con motor de gasolina.

Mazda CX 5 prueba skyactiv g 16 Motor16

Además, la integración de un pequeño motor eléctrico que actúa exclusivamente como generador permite recuperar una pequeña parte de la energía perdida en las deceleraciones que ayudará a que el motor de gasolina permanezca más tiempo desconectado cuando circulemos en zonas urbanas, permitiéndonos disponer de etiqueta Eco de la DGT.

La unidad que hemos probado cuesta 39.173 euros más 550 euros de la pintura Zircon Sand, que es un nuevo color para esta gama 2023 del Mazda CX-5. Sólo evitaremos pagar por la pintura si nos conformamos con el color Arctic White. En caso contrario deberemos abonar entre 550 y 720 euros adicionales.

Desde nuestro punto de vista, es un buen vehículo para todo tipo de uso, que cuenta además con una garantía de seis años o 150.000 km que puede extenderse a 10 años y 200.000 km para los principales elementos mecánicos simplemente realizando los mantenimientos oficiales en un taller autorizado.Si el presupuesto lo permite, optar por una variante de tracción total es una buena idea de cara a aprovechar el planteamiento SUV del vehículo, con suspensiones de largo recorrido y mayor altura libre. En este caso, tendremos que elegir el motor de gasolina más potente (un 2.5 atmosférico con 263 Nm y 194 CV), la caja de cambios automática y un acabado superior, lo que hará que la factura de nuestro Mazda CX-5 ronde los 50.000 euros.