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Seat León X-Perience 2.0 TDI. Una aventura cada fin de semana

No es la primera vez que analizamos un León X-Perience, por esta web ya había pasado la versión 2.0 TDI de 150 CV con cambio manual, pero en esta ocasión apuntamos a lo más alto, pues de las tres alternativas con motor diésel TDI disponibles -también hay un 1.8 TSI de gasolina, con 180 CV- elegimos la más enérgica, que tiene 184 CV y se combina, necesariamente, con la transmisión DSG de doble embrague y seis marchas. Son 31.720 euros 'de tarifa', aunque el Plan Seat vigente descuenta 4.000 y deja el precio recomendado en 27.720 euros, lo que no está nada mal para un familiar todocamino de 4,54 metros dotado de tracción total, con maletero de 587 litros y capaz de alcanzar 224 km/h de velocidad punta. O sea, alta movilidad, alta capacidad y altas prestaciones en un mismo vehículo. Y aunque son 3.330 euros más que la equilibrada versión X-Perience 2.0 TDI 150 antes citada, muchos pagarán gustosos ese extra por disponer de más fuerza bajo el pedal acelerador -los valores máximos de potencia y par crecen, respectivamente, 34 CV y 4,1 mkg- y disfrutar de un cambio DSG que aúna deportividad y comodidad; o por equipar el Seat Drive Profile, que permite elegir entre los modos Normal, Sport, Eco e Individual para configurar la asistencia de la dirección, la entrega de potencia del motor o las leyes de cambio de la transmisión DSG. Y también la amortiguación, pues la marca española ofrecerá en breve, como opción, el chasis adaptativo DCC, aunque nuestra unidad no lo incorporaba todavía.

Algo más que un  León ST

Un vistazo al exterior descubre las diferencias entre el León ST normal y un León X-Perience, pues la variante concebida para uso 'off road' se aleja 27 milímetros del suelo -con 172 de altura libre ya podemos circular por caminos con cierta tranquilidad-, hay molduras de protección en taloneras de puertas y pasos de rueda, el frontal adopta un protector de cárter acabado en aluminio y faros antiniebla con función 'cornering', y la zaga se personaliza con un paragolpes específico que también incluye protector acabado en aluminio y salidas de escape cromadas. En cuanto a las llantas, de diseño especial, de serie vienen unas de 17 pulgadas con neumáticos 205/55 que parecen idóneas, pues los 225/45 R18 opcionales -y montados en nuestro coche- restan confort sobre mal firme y, lo que es peor, parecen delicados ante tratos despiadados por su bajo perfil. Y no hay que pensar en el X-Perience como en un todoterreno -que nadie piense en trepar por trialeras con un León familiar-, pero si circulamos a buen ritmo por una pista habrá que tener cuidado con hoyos o piedras para no dañar el 'calzado'.

Y decimos 'circular a buen ritmo' porque el León X-Perience que nos ocupa lo tiene todo para rodar a ritmos 'alegres'. Para empezar, un sistema de tracción total por embrague Haldex de quinta generación -pesa 1,4 kilos menos que el anterior– que envía la mayor parte del par a las ruedas delanteras en condiciones normales, pero que desvía rápidamente fuerza al tren trasero si percibe falta de motricidad. Y el resultado es estupendo, porque esa modulación entre ejes es imperceptible para el conductor pero muy eficaz de cara al comportamiento.

Comportamiento intachable dentro y fuera de la carretera

Si volvemos al asfalto, la actitud del León X-Perience más enérgico sigue siendo estupenda, pues la suspensión es bastante firme, lo que aminora el balanceo en curva pero también ayuda a transmitir con claridad las irregularidades del firme, lo que se acrecentaba en nuestro caso con los neumáticos opcionales de filosofía deportiva. El paso por curva puede ser tan veloz que cuesta darse cuenta de que viajamos casi tres centímetros más arriba, y metidos en vías serpenteantes podremos disfrutar de la conducción gracias a una actitud noble y segura, a la ya mencionada buena tracción y a una dirección precisa y con sólo 2,75 vueltas de volante entre topes. En cuanto a la frenada, esta versión recibe discos delanteros más grandes -312 milímetros en vez de 288- que las dotadas de los TDI con 110 y 150 CV, y eso se agradece. Puede que el tacto de frenada no sea perfecto, pero las distancias de parada son satisfactorias, como los 54,5 metros medidos para detenernos desde 120 km/h.

Otro de los motivos que hacen del León X-Perience probado un coche tan bien adaptado a la conducción 'animada' es su conjunto motopropulsor, pues combinar el 2.0 TDI de 184 CV -a 3.500 vueltas ya disponemos de ese valor- y 38,8 mkg de par máximo -entre 1.750 y 3.000 rpm- con la ágil caja DSG de doble embrague tiene positivas consecuencias sobre la carretera, pues a plena carga -y en un León ST cabe mucho gracias a su amplio habitáculo y enorme maletero- mantiene la respuesta al acelerador, sinónimo de seguridad y confort. Ahí están los 7,1 segundos medidos para alcanzar 100 km/h desde parado, o los 5,6 segundos que necesita para recuperar de 80 a 120 km/h, cifras realmente serias que contrastan con un consumo real comedido: 6,4 l/100 km de media. No son los 4,9 litros homologados, pero tampoco los esperábamos. Y como el depósito admite 55 litros -algunos más en la práctica-, viajar mucho entre repostajes es factible a poco que moderemos nuestra velocidad de crucero.

Puestos a pedir, querríamos que el modo Sport del cambio 'recordase' que hay sexta -no la pone nunca, aunque nosotros podremos engranarla manualmente- o que no se resistiera tanto a subir de marcha cuando aceleramos suavemente. Pero bastará con poner la posición normal 'D' y… solucionado.