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Prueba del Land Rover Defender 90 V8. Una bestia anda suelta

He de admitir que el Land Rover Defender 90 ha sido y es uno de mis fetiches de toda la vida. Más ahora que las pocas alternativas que quedaban ha ido dejándonos por diferentes motivos, como es el caso del Jeep Wrangler corto y el Toyota Land Cruiser 150 3 puertas. Al menos en el mercado español, el Defender 90 está más solo que la una. Gracias por ello, JLR.

Y además de eso, van y se sacan de la manga una versión con motor V8 de gasolina sobrealimentado. Estamos hablando de un todoterreno con una altura considerable (1,97 metros) con una distancia entre ejes bastante corta (2.587 milímetros) y una salvajada de V8 con 525 CV bajo el capó. A priori, asusta pensar qué puede salir de semejante combinación.

Recuerdo cuando conduje, hace muchos años, un Mercedes-Benz G 400 CDI Corto y comprobar cómo un chasis (no muy bueno para carretera, todo sea dicho) se veía claramente superado por un motor diésel de 250 CV que, para la época, era algo superlativo. También guardo un grato recuerdo de los relatos de los más viejos del lugar sobre el Mitsubishi Montero 3.5 V6 de tres puertas; no en vano, muchos acabaron convertidos en coches para competición.

Land Rover Defender 90 V8 (2)

Bien es cierto que, pese a la semejanzas, el Defender 90 es otra cosa. Aquí no hablamos de una estructura de largueros y travesaños y ejes rígidos, sino de un chasis monocasco construido en aluminio (denominado D7x) y suspensiones independientes de paralelogramo deformable y muelles neumáticos. Obviamente Land Rover sabe lo que se hace y también ha realizado ajustes específicos en esta versión, aumentando la firmeza de la amortiguación, instalando unos casquillos más rígidos y  unas barras estabilizadoras de mayor grosor. Los frenos también son específicos, con discos ventilados de 380 milímetros en el eje delantero y 365 mm en el trasero.

Land Rover Defender 90 V8 8 Motor16

Un motor de la vieja escuela

Bajo el capó nos encontramos con todo un clásico, el 5.0 V8 sobrealimentado por un compresor, que aún se sigue utilizando en los modelos más potentes de Jaguar y en anteriores generaciones del Range Rover y Range Rover Sport. Actualmente es el único Land Rover que lo monta, pues tanto el Range Rover P530 como el Range Rover Sport SV llevan un V8 de 4,4 litros con dos turbocompresores.

Con este motor, el Defender 90 acelera de 0 a 100 km/h en 5,2 segundos y alcanza los 240 km/h, que ya es muy serio para un coche que supera las 2,5 toneladas en orden de marcha. El consumo homologado en ciclo mixto se establece en 14,5 litros cada 100 kilómetros, que es mucho, si bien el Defender cuenta con un depósito de 90 litros que asegura una autonomía más que razonable.

En este sentido hay una buena noticia, y es que sí consigues hacer una conducción relajada (que no es nada fácil), el Defender V8 puede gastar menos de esa cifra, en torno a 12 litros cada 100 kilómetros haciendo carretera y autopista, siempre a velocidades legales. Sea como fuere, prometo no volver a hablar de un aspecto tan poco procedente como es el consumo.

Land Rover Defender 90 V8 (9)

El Defender 90 V8 es una bestia, aunque se puede domar

Cuando conduces un coche con estas características, lo primero que quieres es encontrar un tramo en el que poder hundir el pie derecho en el acelerador y sentir el empuje. El Defender 90 V8 no decepciona, y ya sea desde parado o en movimiento, su capacidad de aceleración es brutal. Una sensación amplificada por el hecho de ir sentados en una posición tan elevada, hasta el punto de notar cierto descontrol. Pero es sólo una sensación, ya que en el fondo es un coche dócil, siempre y cuando no superemos las leyes de la física, claro está.

La adherencia es realmente buena, algo lógico hasta cierto punto dado el generoso juego de neumáticos que monta (275/45 sobre llanta de 22 pulgadas). Sobre asfalto seco se puede ir más rápido de lo que dicta la razón, aunque una y otra vez el cerebro dice que eso es ir contra natura. La dirección es más rápida y directa de lo que cabría pensar y los frenos cumplen bien con su cometido.

Pero lo que menos me ha gustado de este Defender no está directamente relacionado con la parte dinámica, sino con la sensorial. Los vehículos equipados con este motor siempre han figurado entre los que mejor suenan del mercado, pero mucho nos tememos que las leyes medioambientales también han hecho mella en este sentido. Sí, el ralentí sigue siendo una sinfonía para los oídos, pero una vez en movimiento no resulta emocionante.

Land Rover Defender 90 V8 10 Motor16

Lo metemos en campo

Pese al planteamiento prestacional de esta versión, sigue siendo un Defender y ello implica que se debe ofrecer buenas aptitudes fuera del asfalto. Para ello, se mantiene un elemento como la reductora, que se suma a la suspensión neumática y el Terrain Response 2 con All Terrain Progress Control (ATPC). En definitiva, toda la artillería disponible.

Land Rover Defender 90 V8 22 Motor16
En la pantalla central se pueden visualizar las medidas del coche, incluso en función de la altura de la suspensión.

El problema está, como es de esperar, en los neumáticos, ya que con una llantas de 22 pulgadas no puede haber mucha goma entre estas y el suelo. No es un caso tan extremo como el del Mercedes-AMG G63 que probé hace tiempo, también con llantas de 22 pulgadas (en este caso opcionales) y neumáticos 295/40, es decir, que sólo hay 118 milímetros de goma en el perfil. En este caso, el campo mejor dejarlo para las ovejas.

El caso del Defender hay algo más de margen (casi 124 milímetros de neumático), aunque en zonas pedregosas hay que tener cuidado para no dañar los neumáticos y/o las llantas. Por cierto, ojo pasarse de la cuenta en pistas de tierra porque realmente corre una barbaridad y los controles electrónicos no hacen milagros.

¿Caro? Qué va…

He dejado para el final un aspecto que, a mi entender, carece de importancia (tanto como el consumo) en un modelo como el Defender 90 V8, que es una elección que no tiene nada de racional y sí mucho de pasional. Hablamos de un precio de 155.000 euros en el caso de la versión digamos convencional, que se van 163.550 euros en el caso de la unidad de pruebas, denominada Carpathian Edition, que se diferencia por el color de la carrocería y las llantas. Eso sí, para consolarnos, el equipamiento no puede ser más completo.

También se puede pensar en que cuesta prácticamente lo mismo que un Mercedes-Benz G 500 también con motor V8 aunque bastante menos potente (421 CV), otro todoterreno absurdamente caro. El que no se consuela es porque no quiere…