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Citroën C4 Cactus BlueHDI 100 Shine. Llámame diferente

Los estilos de vida cambian, y eso afecta al mundo del automóvil, donde ha florecido un nuevo segmento: los crossover urbanos. Este segmento se está 'merendando' a los utilitarios de toda la vida, y cualquier marca que se quiera un poco, ha de tener un 'pequeñajo' de estos.

Unas ventas en claro aumento

El claro exponente es el Nissan Juke, del que van matriculadas este 2014, 6.160 unidades, por 2.404 Micra. Aún se venden más Clio y 208 que Captur y 2008, pero estos últimos le han dado un bocado a las ventas de 6.675 y 4.790 unidades respectivamente.

Citroën ha sido una de esas marcas que se ha unido a este club, lanzando el C4 Cactus, un modelo castizo, ya que se fabrica en la planta madrileña de Villaverde.

Airbump de otro color por 100 euros

Lo primero que llama la atención de él, es su desenfadada imagen, destacando los Airbump, bautizados cariñosamente como, 'tableta de chocolate'. Fabricados en poliuretano, encierran aire para absorber los pequeños golpes en el día a día. De serie son de color negro, y en opción existen en colores Duna, Gris o Chocolate, pero tienen un desembolso extra de 100 euros. Para configurar nuestro C4 Cactus, y no errar en el intento, no estaría de más pedir ayuda a un asesor de imagen, pues también hay nueve tonos de carrocería para elegir.

Aunque en el nombre aparece 'C4', poco o nada tiene en común con el compacto de Citroën, empezando por el tamaño. Es 17 centímetros más corto que un C4 y 22 más largo que un C3, y aquellos que piensen en un C4 Cactus como un crossover en el que dominar la ciudad desde su elevado puesto de conducción, que se olviden; pues con 1,48 metros de alto, calca la altura de un C4  -1,53 con las barras del techo-. Aún así, el asiento se encuentra a una altura idónea para entrar y salir cómodamente y el ser 9 centímetros más bajo que un Renault Captur define su comportamiento.

Interior sencillo y con gran pantalla

Si por fuera el Citroën C4 Cactus llama la atención, por dentro es minimalista, con un aire más DS que Citroën, y un acabado más parecido a un C-Elysée que a un C4.

Vivimos rodeados de tecnología, tanto que hasta sacar el ticket de la hora requiere de conocimientos en física cuántica. Por ello se agradece que todo, o casi todo (climatizador, radio, navegación, teléfono e incluso Internet) se controle desde la pantalla táctil de 7 pulgadas idéntica a la de un Peugeot 308 o un Citroën C4 Picasso, y que es de serie. Si bien, yo hubiera añadido un botón físico para cambiar la temperatura sin recurrir a la pantalla.

Como «nuestro» C4 Cactus es manual, delante hay dos asientos individuales y no el asiento corrido que está presente en los C4 Cactus que se ofrecen con el cambio manual pilotado ETG6. Encontrar la postura idónea al volante (éste sólo es regulable en altura), es fácil. Aparecen detalles a nuestro juicio mejorables, como la ausencia de salida de ventilación a la derecha del salpicadero, que los elevalunas no sean de un toque, que los cinturones de seguridad no se regulen en altura (esto también sucede en un Seat León o un BMW Serie 1) o que las ventanillas traseras sean 'de compás', soluciones buscadas para ahorrar peso (es hasta 235 kg más ligero que un C4) y también dinero.

Sin embargo hay soluciones más prácticas, como la amplia guantera, fruto de ubicar en el techo el airbag del acompañante.

Por fuera es más pequeño que un Citroën C4, pero por dentro calca sus cotas. El maletero es más que correcto con sus 358 litros de capacidad, aunque mejoraría su funcionalidad con un respaldo trasero abatible por partes y no de una sola pieza.

BlueHDI, el más potente diésel y con urea

Por aquí pasó un Citroën C4 Cactus e-HDI 92 ETG6 y nos quedaba probar el otro diesel de la gama, este BlueHDI 100, que sólo se combina con un cambio manual de 5 marchas. Lo de 'Blue' se debe a que esta versión cuenta con un depósito con capacidad para 17 litros de urea (la toma la tiene bajo la rueda de repuesto), para reducir los óxidos de nitrógeno. Ello hace que el depósito de combustible pierda 5 litros (45 en total). Pero esto no es ningún problema si tenemos en cuenta el consumo que hemos medido a este Citroën C4 Cactus, y podemos recorrer más de 1.000 kilómetros sin repostar, sin ningún tipo de problema.

El propulsor 1.6 BlueHDI eroga 100 CV de potencia, suficientes para mover con soltura los 1.145 kilos del C4 Cactus, aunque las prestaciones serían algo mejor con las «gomas» de serie (205/55 R16) y no con los 205/50 R17 del modelo probado.

Curioso es que esta versión, en aceleraciones ha sido medio segundo más lento que el e-HDI 92 ETG6 (le hemos medido un paso de 0 a 100 km/h en 13,0 segundos), si bien el agrado del cambio manual, de cinco velocidades) es superior al del manual-pilotado ETG, al que hay que cogerle el tacto. En cualquier caso el bajísimo kilometraje de nuestra unidad seguro que ha tenido mucho que ver en esas prestaciones.

A la hora de adelantar, cumple de sobra, siempre que recurramos a 4ª velocidad (pasar de 80 a 120 km/h en 4ª demanda 10,3 segundos, pero en 5ª se va hasta los 17,2 segundos, pues la quinta marcha es algo larga con el fin de suplir la carencia de una sexta velocidad), pero los C4 Cactus con cambio manual deberían añadir un cuentavueltas y no obligarnos a ir pendientes de la recomendación de marcha, que podría cambiar de color al llegar a la zona roja, por dar una solución.

Su ajustado peso y su menor altura frente a la competencia, le proporcionan una dinámica que nos ha sorpendido gratamente a pesar de recurrir a un esquema de suspensiones sencillo. 

El consumo es otro punto clave. Sabíamos que conseguir los 3,4 l/100 km que homologa iba a ser complicado, pero bajar de 5 l/100 km es sencillo gracias en parte al sistema de arranque y parada automático Start&Stop, que a diferencia de otros e-HDI del Grupo PSA, no detiene el motor hasta que nos hemos paramos por completo, ya que en otros detiene el propulsor cuando bajamos de los 10 km/h. 

Con este motor y acabado Live (el más básico que se ofrece con esta mecánica), el C4 Cactus arranca en 17.950 euros, 350 menos que un C4 y 6.300 menos que un C4 Aircross, con mecánicas semejantes y sin contar descuentos que propone la marca francesa.