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De Vigo a Kazajistán: El rally de tres jóvenes con un Seat Terra más viejo que cualquiera de ellos

El Rally Mongolia Sin Fronteras se destaca como una experiencia única en su tipo. Abrazando la antítesis de la comodidad y la seguridad, este evento desafía a los participantes a sumergirse en lo desconocido con vehículos diminutos y poco confiables, enfrentándose al mundo completamente solos y recaudando fondos para una causa noble.

Hay quienes optan por un enfoque más audaz hacia la vida, desafiando las convenciones y abrazando la incertidumbre. Christian, Fátima y Nacho, tres intrépidos jóvenes de Vigo, encarnan este espíritu aventurero en su viaje épico a través de veinticuatro países en dos meses y medio. ¿Su medio de transporte? Una modesta Seat Terra de 1984. Este trío animado se embarca en una odisea hacia el Rally de Mongolia, un desafío legendario donde la máxima es que «si todo sale bien, algo ha salido mal». Son la fuerza impulsora detrás de Barnacle, el equipo que se aventura en este emocionante proyecto.

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Seat Terra: Una decisión practica

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La elección de la Seat Terra, con sus cuarenta años de edad, no fue una decisión casual. En el mundo del Rally de Mongolia, donde la resistencia es la clave, optar por un vehículo en el peor estado posible es parte del encanto. Aunque su motor sea modesto, la capacidad de carga es invaluable para transportar cámaras, drones y todo el equipo necesario para documentar su viaje. Con la ayuda de TDS Motorsport, se embarcan en la tarea de preparar la furgoneta para los rigores del camino, desde cambiar la junta de la culata hasta instalar medidores de temperatura para monitorear el estado del motor.

Sin embargo, su enfoque va más allá de simplemente superar los obstáculos técnicos. Optan por prescindir de herramientas de rescate fácil y confiar en la ayuda de las comunidades locales en caso de problemas. Esta filosofía refleja su deseo de no solo conquistar la carretera, sino también de sumergirse en las culturas que encuentran en su camino. Con esta mentalidad, se preparan para enfrentar desafíos burocráticos y geográficos mientras atraviesan países como Irán, Turkmenistán y Uzbekistán.