El otoño es una de las estaciones más complicadas para ponerse al volante. Los primeros aguaceros convierten las carreteras en auténticas pistas de patinaje: el agua se mezcla con el polvo acumulado en el asfalto durante el verano, generando una capa resbaladiza que sorprende incluso a los conductores más experimentados. A esto se suman la reducción de horas de luz y la caída de hojas, que incrementan aún más el riesgo de pérdida de adherencia.
Para muchos, conducir en estas condiciones supone tensión, nervios y, en demasiadas ocasiones, sustos que podrían evitarse. Sin embargo, con la técnica adecuada, una buena preparación y ciertos hábitos de prevención, el volante deja de ser un arma de doble filo. Así lo explica Manuel Ortega, profesor de autoescuela con más de veinte años de experiencia, quien ha querido compartir cinco claves esenciales para moverse en carretera bajo lluvia como si fueras todo un piloto de Fórmula 1.
5Mantener la calma en caso de aquaplaning

El escenario que más miedo genera entre los conductores es el aquaplaning: cuando las ruedas pierden contacto con el asfalto porque no consiguen evacuar suficiente agua. En ese momento, el coche flota sobre la capa líquida y el volante deja de responder.
Ante esta situación, Ortega recomienda tres pasos: mantener la calma, levantar suavemente el pie del acelerador y no girar bruscamente el volante. El coche recuperará contacto con el suelo en unos segundos, y entonces será el momento de retomar el control. Frenar de golpe o girar violentamente solo aumentará el riesgo de pérdida total de control.