El otoño es una de las estaciones más complicadas para ponerse al volante. Los primeros aguaceros convierten las carreteras en auténticas pistas de patinaje: el agua se mezcla con el polvo acumulado en el asfalto durante el verano, generando una capa resbaladiza que sorprende incluso a los conductores más experimentados. A esto se suman la reducción de horas de luz y la caída de hojas, que incrementan aún más el riesgo de pérdida de adherencia.
Para muchos, conducir en estas condiciones supone tensión, nervios y, en demasiadas ocasiones, sustos que podrían evitarse. Sin embargo, con la técnica adecuada, una buena preparación y ciertos hábitos de prevención, el volante deja de ser un arma de doble filo. Así lo explica Manuel Ortega, profesor de autoescuela con más de veinte años de experiencia, quien ha querido compartir cinco claves esenciales para moverse en carretera bajo lluvia como si fueras todo un piloto de Fórmula 1.
4Aprovechar la visibilidad: luces encendidas y parabrisas limpios en otoño

Tan importante como el agarre es la visibilidad. El otoño trae consigo lluvias intermitentes, niebla y puestas de sol más tempranas, lo que obliga a ser más cuidadosos con los sistemas de iluminación. El profesor de autoescuela aconseja encender las luces de cruce en cuanto el cielo se oscurezca, aunque aún no sea de noche, para ser vistos con claridad por otros conductores.
En paralelo, no hay que descuidar los limpiaparabrisas. Muchas veces se da por hecho que funcionan bien, pero con el paso del tiempo las gomas se resecan y pierden eficacia. Cambiarlas una vez al año, al inicio del otoño, puede marcar la diferencia entre ver un charco a tiempo o descubrirlo demasiado tarde.