El otoño es una de las estaciones más complicadas para ponerse al volante. Los primeros aguaceros convierten las carreteras en auténticas pistas de patinaje: el agua se mezcla con el polvo acumulado en el asfalto durante el verano, generando una capa resbaladiza que sorprende incluso a los conductores más experimentados. A esto se suman la reducción de horas de luz y la caída de hojas, que incrementan aún más el riesgo de pérdida de adherencia.
Para muchos, conducir en estas condiciones supone tensión, nervios y, en demasiadas ocasiones, sustos que podrían evitarse. Sin embargo, con la técnica adecuada, una buena preparación y ciertos hábitos de prevención, el volante deja de ser un arma de doble filo. Así lo explica Manuel Ortega, profesor de autoescuela con más de veinte años de experiencia, quien ha querido compartir cinco claves esenciales para moverse en carretera bajo lluvia como si fueras todo un piloto de Fórmula 1.
2Aumentar la distancia de seguridad para ganar tiempo de reacción

La lluvia multiplica las distancias de frenado: a 100 km/h, un coche en asfalto seco necesita unos 55 metros para detenerse, pero bajo agua esa distancia puede duplicarse. Con esta realidad en mente, Ortega insiste en ampliar la distancia respecto al vehículo que circula delante, incluso más de lo que marca la normativa.
El consejo del profesor de autoescuela es aplicar la “regla de los tres segundos”: elegir un punto de referencia (un árbol, una señal) y comprobar que pasan al menos tres segundos desde que el coche de delante lo sobrepasa hasta que lo haces tú. Con lluvia intensa, esos tres segundos deben ampliarse a cinco. De esta manera, se dispone de un margen vital para frenar con suavidad y evitar bloqueos.