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miércoles, 1 octubre 2025

La peligrosa práctica que puede hundir a una marca de coches en pleno Siglo XXI solo requiere de un ordenador

Los ciberataques, como el que sufrió Jaguar Land Rover en agosto, son uno de los grandes peligros para los fabricantes de coches.

El sector del automóvil ha vivido unos últimos años complicados por la escasez de microchips, inflación y problemas en la cadena de suministro, lo que ha provocado un retraso en la demanda de recambios. Pero lo que le ha pasado a Jaguar Land Rover, que le ha obligado a parar la producción de sus coches, no tiene nada que ver con lo anterior.

Vivimos rodeados de tecnología, así que la práctica de la que hablamos no es otra que un ciberataque. De hecho, los peligros pueden llegar a las marcas en forma de archivo adjunto, código malicioso o en la falta de un parque de seguridad.

Por este motivo, Jaguar Land Rover lleva más de un mes sin fabricar ni un solo coche. No es por falta de piezas ni por una caída de la demanda, sino porque un ataque electrónico ha apagado las líneas de producción de tres fábricas enteras (Solihull, Halewood y Wolverhampton). De hecho, ahora mismo hay más de 30.000 empleos y 100.000 proveedores en el aire, y se estima que la marca británica está perdiendo más de 80 millones de euros al día.

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El ciberataque que afecta a Jaguar Land Rover

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Fuente: Jaguar Land Rover

El pasado 31 de agosto se apagaron las pantallas de control de Jaguar Land Rover en las plantas de Solihull, Halewood y Wolverhampton a consecuencia de un ataque informático que dejó inutilizables todos sus sistemas internos. La consecuencia no es otra que una parada en la producción de uno de los mayores fabricantes de coches de Gran Bretaña.

Desde entonces, ni un solo coche ha salido de sus líneas de producción. La marca ha decidido seguir pagando a sus trabajadores, pero ahora mismo hay 30.000 empleos en el aire y otros 100.000 trabajadores vinculados a la cadena de suministro que pueden sufrir las consecuencias de este ‘efecto dominó’. Es más, el ciberataque podría llevar a la quiebra a pequeñas empresas que dependen en exclusiva de JLR.

Además, según ha informado la agencia Reuters, Jaguar Land Rover no tenía contratado ningún seguro específico que cubrieran las pérdidas y los costes en caso de ciberataque. Lo que significa es que la propia empresa debe hacerse cargo de todas las consecuencias y gastos.

Ocurre, además, con una empresa que no estaba pasando por su mejor momento. Jaguar está en plena reestructuración después de la caída en ventas de los últimos años por sus problemas de fiabilidad, con un enfoque ahora en un segmento más de lujo y en la electrificación. Y Land Rover seguía el mismo camino en términos de fiabilidad y ventas.

Como consecuencia, ahora el esperado Range Rover eléctrico y el nuevo buque insignia de Jaguar también quedan en el aire, y es evidente que su lanzamiento al mercado se va a retrasar. Afecta, por tanto, a los planes de la marca y a la confianza de los inversores que seguramente esperen buenos resultados a corto plazo después de unos años complicados.

Pérdidas millonarias en sus coches y crisis de confianza

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Fuente: Jaguar Land Rover

Parar la cadena de producción de los coches le está costando a Jaguar Land Rover, según Reuters y la BBC, unos 82 millones de euros al día. Y si tenemos en cuenta que las tres plantas llevan ya más de un mes de parón, la cifra supera con creces los beneficios anuales previos de la compañía.

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Al margen de las pérdidas económicas, el ciberataque afecta a la reputación de una marca premium que, en el caso de Jaguar, quería enfocarse en un segmento más de lujo para competir contra otro tipo de rivales. Así que es lógico que el problema de seguridad genere dudas.

De todas formas, los problemas informáticos son uno de los grandes peligros de muchos fabricantes de coches en pleno siglo XXI. Por ejemplo, Renault y Nissan ya sufrieron en el año 2017 el ataque global de WannaCry, que obligó a cerrar plantas en Francia y Rumanía. Honda vivó algo parecido en 2020 con el ransomware Ekas, y Toyota tuvo que frenar su producción doméstica en 2022 después del ataque a uno de sus proveedores más importantes.

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